viernes, 21 de diciembre de 2012

Enigmas para la Navidad.


Para que estas vacaciones sean más alegres y no os olvidéis de la filosofía os propongo una serie de enigmas. Espero que disfrutéis con ellos.

1. ¿De qué filósofo se dice que cayó en un pozo mientras, ávido de conocimiento, miraba el cielo para observar las estrellas? ¿Quién y en qué obra nos narra esta anécdota?


2. ¿Qué filósofo ilustrado escribió una obra en la que ironizaba sobre la idea leibniziana del “mejor de los mundos posibles”? ¿Cómo se llamaba dicha obra?

3. ¿Cuáles fueron, según un famoso biógrafo de Descartes, los tres sueños que tuvo el autor del “Discurso del método” y que determinaron su dedicación a la filosofía?

4. ¿Qué circunstancias provocaron que Platón fuese vendido como esclavo en cierto momento de su vida? ¿Quién y cómo consiguió liberarlo?

5. ¿Qué filósofo fue raptado y retenido por su propia familia durante más de un año? ¿Por qué?

6. ¿Cómo nos dice San Jerónimo que murió Tito Lucrecio Caro, autor de “De rerum natura”?

7. ¿Cómo se tituló la tesis de K. Marx por la que se le otorgó el en 1841 el grado de doctor?

8. ¿Qué circunstancias rodearon la muerte en la hoguera del filósofo Giordano Bruno? ¿en qué año se produjo el citado hecho?


Como ya sabéis las respuestas se pueden hacer llegar a través de COMENTARIOS a esta entrada.

jueves, 22 de noviembre de 2012

¿Por qué la guerra? (I)


Con el título “Por qué la guerra” la editorial minúscula publicó hace once años las cartas que se intercambiaron en el año 1932 Albert Einstein (1879-1955) y Sigmund Freud (1856-1939). La primera de esas misivas fue escrita por el físico en el mes de julio y en ella solicitaba de Freud una respuesta a esta pregunta esencial para nuestra especie: ¿Hay una manera de liberar a los seres humanos de la fatalidad de la guerra?

Einstein desarrollaba así un encargo de la Sociedad de Naciones, que comprendía la elección de un problema para debatirlo con otra persona también determinada según su criterio. Pero antes de centrarnos en las citadas cartas analicemos brevemente la siguiente cuestión ¿Por qué esa pregunta sobre la guerra y por qué a Freud?

El físico nacido en la ciudad alemana de Ulm ya dio muestras de sus sentimientos pacifistas al estallar la I guerra mundial, pero esta perspectiva varió temporalmente a raíz del ascenso de Adolf Hitler al poder en enero de 1933 y el posterior expansionismo y antisemitismo germano. Einstein, que era judío, decide incluso años después escribir al presidente norteamericano F.D. Roosevelt con el fin de recomendar el uso de la energía nuclear con fines bélicos y así frenar la espiral de violencia desencadenada por Alemania. Esta carta provocó encendidas protestas de algunos correligionarios antimilitaristas por su cambio de opinión. Tras las terribles experiencias de Hiroshima y Nagasaki, Einstein volvió a convencerse de que el camino de la guerra era el más corto hacia la destrucción del hombre.

De Freud lo que esperaba era que sus conocimientos acerca de la mente permitieran arrojar luz sobre esos “obstáculos psicológicos” que impiden la erradicación del problema bélico, tal y como manifiesta Einstein en su carta.

Resulta de enorme interés una de las idea que en su escrito plasma el que fuera premio nobel de física, la creación de una autoridad supranacional que legislara y juzgara objetivamente a nivel mundial. Al fin y al cabo la idea de un gobierno y una justicia universal que impidiese que los conflictos entre naciones desembocaran en guerras. De todos modos Einstein se muestra realista, y sabe –en una línea casi idéntica a la que encontramos en el pensamiento freudiano- que para conseguir el respeto de los distintos Estados, esa autoridad global necesita de la fuerza, de la coerción; no son las ideas las que convencerían a los hombres sino la amenaza de la represalia y del castigo. Pero en aquellos años la Sociedad de Naciones (ni posteriormente la O.N.U. desde su creación) gozaba de la independencia, objetividad y fuerza suficiente para alcanzar ese ideal, de eso era consciente ya en 1932 Einstein.

La solución por tanto escribe “(…) pasa por la renuncia sin condiciones de los Estados a una parte de su libertad de acción o, mejor dicho, de su soberanía, y parece indudable que no existe otro camino para alcanzar esta seguridad”. Estas líneas nos hacen recordar a dos pensadores de la talla de de Immanuel Kant (1724-1804) y Thomas Hobbes (1588-1679). El primero en su opúsculo que lleva como título “La paz perpetua” ya abogaba por una federación de Estados como vía para alcanzar dicha paz, esa idea kantiana es la que subyació en el nacimiento de la Sociedad de Naciones en 1919 tras la I guerra mundial. Precisamente esa Sociedad de Naciones que estaba detrás de la iniciativa de Einstein de buscar en S. Freud la respuesta al problema de la guerra en relación a la naturaleza humana.

El segundo en su obra titulada Leviatán teorizó acerca de cómo el hombre transita del llamado estado de naturaleza al Estado organizado, es la situación de bellum omnia omnes (guerra de todos contra todos) que defina ese estado natural –aunque éste sea sólo una hipótesis explicativa- la que por un prudente egoísmo, por un egoísmo tamizado de reflexión, provoca la creación de las leyes y de todo el aparato estatal.

Pues bien, lo que Kant explica en su opúsculo es la necesidad de extrapolar lo sucedido a nivel individual al plano colectivo de los Estados, éstos deben salir de su estado de naturaleza –que hace que no cesen de enfrentarse- y crear esa federación supranacional que garantice la paz.

El problema que reconoce Einstein es, y de eso sabemos muchos los miembros de la actual U.E., la negativa de los países a perder cuotas de soberanía sin una fuerza que los obligue a ello.

Al final de la carta se acentúa la raíz psicológica del problema abordado, cuestión que motiva la petición de respuesta a un especialista como Freud. Dentro de este plano resalta el interrogante acerca del cómo las masas se ven convencidas por una minoría de que la guerra es necesaria en un determinadas ocasiones, cuando se sabe que la consecuencia de la misma siempre es destrucción, dolor y muerte. A ello se atreverá a afirmar el físico, prácticamente usando ya cierto aspecto de la teoría freudiana “La respuesta sólo puede ser: en los seres humanos anida la necesidad de odiar y destruir”.

CONTINUARÁ.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Deudas con la vida (Javier Gomá).


Mis alumnos que han cursado estos años la asignatura de Ética de cuarto curso de secundaria, recordarán cómo se familiarizaron con el término griego eudaimonía (felicidad), y que tuvieron la oportunidad de conocer distintos modos de interpretar la misma. Este verano me encontré en el diario El País con un artículo, a mi parecer excelente, que versaba precisamente sobre esa perseguida idea de la dicha.

Me pareció especialmente interesante el halo estoico que envuelve la línea argumental del texto. Javier Gomá juega con el símil del deporte al hablarnos de la vida, de esa realidad radical orteguiana, y se muestra convencido de que el “fair play” –deportividad- es el único camino viable para acercarse a lo más parecido a lo que se ha llamado siempre felicidad. La deportividad se identifica con una “vida auténtica” que incluye una clara conciencia de lo que supone nuestro ciclo vital, conciencia que hoy en día parece ser una rara avis en nuestra sociedad. El motivo es claramente señalado, la progresiva pérdida de valor otorgada a la madurez, identificada ésta con la expulsión del paraíso de la juventud.

El citado abandono, y la negación de la necesidad biológica que actualiza la imparable transición por los distintos estadios vitales conllevarían, según el autor, una desagradable sensación de engaño, el sentimiento de que la vida nos adeuda todo lo que según nosotros merecemos.

Gomá, interpreta que es ese íntimo conocimiento de nuestra naturaleza, el que permite, si afortunadamente llegamos a dicho punto, alcanzar una senectud –como la de Céfalo, el personaje platónico- en la que no quepan esas “deudas vitales” que harían imposible acercarse a esa definición “adelgazada” de felicidad que se defiende en el texto.

Os transcribo, antes del artículo de Gomá, un fragmento del libro I de La República, en él Céfalo le habla a Sócrates de su opinión acerca de quienes se quejan de la vejez:

. ¡Por Zeus! Contestó: Yo, Sócrates, te diré qué opino [sobre eso]. Pues muchas veces nos reunimos en tertulia algunos viejos que nos encontramos en la misma edad poco más o menos, justificando el antiguo adagio. La mayoría de nosotros allí reunidos se lamentan, echando de menos los placeres de la juventud, recordando las delicias del amor, del vino, de los manjares exquisitos y otras satisfacciones del mismo género, y se afligen como si hubiesen perdido algunos bienes considerables, y de que entonces se vivía bien, y de que ahora ni siquiera se vive. Algunos también se quejan de los ultrajes de parte de sus allegados que, a causa de la edad, tienen que sufrir y, sobre eso, tienen siempre en boca que la vejez es para ellos la causa de todos sus males. A mí, Sócrates, me parece que ellos no aducen la verdadera causa; pues si ésa fuera la causa, yo también padecería esos mismos males, debidos a la vejez, como todos los demás que han llegado a esta edad. Por el contrario, yo he encontrado a quienes no obran de ese modo (…).





ARTÍCULO DE JAVIER GOMÁ: DEUDAS CON LA VIDA.

Cuando alguien te dice: “Voy a contarte un chiste buenísimo”, lo más normal es que, aunque sea gracioso, nunca te lo parezca tanto como te lo habían hecho creer con ese preámbulo. Peor es quien te pide lo que él califica de un “pequeño” favor cuando luego a ti no te parece tan pequeño pero temes quedar de mezquino si no le complaces. Parejamente, la “felicidad” es una de esas palabras fulleras cuya sola mención levanta expectativas excesivas que no pueden sino frustrarse toda vez que, al patentizar la diferencia que separa las resonancias grandiosas que evoca —un estado de plenitud sin fisuras— y nuestra situación real menos halagüeña, acaba sembrando la desolación y la desdicha por doquier. Esos buenos deseos de feliz navidad, feliz año o felices vacaciones que por costumbre nos intercambiamos en fechas establecidas no se cumplen nunca y ahondan el poso melancólico de nuestra alma. La felicidad es uno de esos conceptos fastidiosos heredados de nuestra gloriosa tradición cultural —de cuando el hombre participaba de la perfección del cosmos— que al individuo moderno, imperfecto y atribulado, le pesan como una carga angustiosa. Haríamos bien en desconfiar de quienes lo manosean demasiado o lo agitan como un señuelo. Si hemos de considerarlo todavía un concepto útil, no sería nunca un estado sino una dirección y una posición relativa. ¿Quién por ventura es (estado) feliz en este mundo? Nadie. En todo caso, uno se mueve hacia alguna clase de bien (dirección) y se juzgará más o menos satisfecho si avanza hacia él o se aleja. Forzado a dar una definición de la felicidad —una vez sometida a una dieta de adelgazamiento semántico—, la mía sería ésta: feliz es quien no tiene deudas con la vida.

El ciclo vital de un hombre se compone de varios estadios: infancia, adolescencia/juventud, madurez, ancianidad. Ninguno tiene el monopolio de lo humano pero representa una variación auténtica de lo mismo. En cada una de esas etapas el hombre ha de buscar no tanto la enfática felicidad sino, con más llaneza, ese momento propicio que los griegos llamaron kairós y que podría traducirse libremente como su “enhorabuena”. Al niño, al joven, al adulto y al anciano les conviene hallar y disfrutar todo lo posible la específica “hora buena” que posee el estadio que están atravesando. Con todo, los griegos denominaron acmé (y los romanos floruit) a la edad madura en la que hombre y mujer, habiendo acumulado ya suficiente experiencia, se encuentran en la plenitud de sus capacidades. Tras el acmé se inicia ese descenso de plano inclinado en el que lo negativo prevalece sobre lo positivo hasta la oscuridad final de la muerte. Pero incluso esta es más soportable si uno tiene la fortuna de llegar a la ancianidad como los antiguos patriarcas, “colmado de años”, tras completar exitosamente el ciclo vital y sin grandes deudas con la vida. Quien haya aprovechado cada uno de los momentos propicios que la vida le depara —esas horas buenas exclusivas de cada estadio— tendrá una disposición más favorable a aceptar con deportividad sus postrimerías: aunque la muerte no dejará nunca de ser para él un mal, se tenderá a contemplarla como un ingrediente necesario de la ley de vida, algo relativamente íntimo a todo lo viviente cuando ha alcanzado su natural desarrollo.

La deportividad —la aceptación de las reglas de juego y de las victorias y derrotas que sobrevienen de su aplicación— parece, en efecto, la actitud adecuada para el vivir, siempre que no se olvide que la vida es deporte de algo riesgo. Y como siempre que se practican estas actividades arriesgadas, acaba uno sufriendo lesiones (las heridas de nuestra mortalidad). “Hay gente que es mejor que su vida”, se lee en Los Thibault, y esta gente suele pensar que con ellos la vida ha roto las reglas, como la protagonista de El despertar, la novela de Kate Chopin: “No estaba desesperada pero tenía la impresión de que la vida le pasaba de largo, rompiendo e incumpliendo todas sus promesas”. Y, ante tal incumplimiento, nace el sentimiento de deuda, de que la vida nos debe algo pendiente de cobro.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Panecio de Rodas


Lo primero que deseo hacer al comenzar la presente entrada, es dar las gracias a aquellos alumnos que han dado respuesta al enigma propuesto par el puente de la pasada semana. Recordado esto, paso a enunciar las soluciones a las preguntas planteadas.
 
1. La traducción de la frase latina -“Virtutis enim laus omnis in actione consistit”- tal y como aparece en la Historia de la filosofía griega de W. Capelle es la siguiente: “La virtud es digna de alabarse cuando se realiza”.
2. El autor de la misma fue el pensador y político latino Marco Tulio Cicerón

3. La obra en la que aparece lleva como título latino “De officiis” y su traducción al español es “Acerca de los deberes”.

En la cuestión número cuatro me gustaría detenerme y profundizar en su respuesta. Efectivamente, como algunos de mis alumnos expusieron, el filósofo que con anterioridad a Cicerón parece ser que concibió la frase sobre la que giraba el enigma fue Panecio de Rodas, figura que merece un comentario más extenso.
 
Este filósofo, dentro de la historia del pensamiento, se ubica en el llamado estoicismo medio, un periodo que une a Grecia y Roma mediante dicha escuela nacida en el Helenismo con Zenón de Citio y que contó, asimismo en su primera época, con una figura, por ejemplo, de la talla de Crisipo de Solos.
 
Precisamente Cicerón es la fuente más fiable para conocer el pensamiento de Panecio, ya que, como nos dice el citado Capelle, “no poseemos fragmentos de sus escritos en el original griego, y las noticias sobre él y sobre su obra que han llegado hasta nosotros son muy escasas”.
 
En una breve semblanza de su filosofía, siguiendo de nuevo a Capelle, debemos subrayar la enorme importancia que tiene en la misma el Lógos universal que ya había sido defendido por la Stoa desde sus comienzos; la armonía y belleza del Cosmos, admirado estéticamente, le lleva a la seguridad de la racionalidad del devenir de todo lo existente, ese todo que proclama Panecio como eterno –al estilo aristotélico- separándose, aquí sí, de los fundadores de la escuela, ya que no contempla esos periodos del mundo que finalizaban con su correspondiente ekpýrosis o conflagración universal debida al fuego, de la cual renacía el universo cual Ave Fénix.
 
Se mostraba contrario –aun admirando su obra- al pensamiento platónico, en cuestiones tan esenciales como el alma. Contrariamente al ateniense, Panecio no creía en la inmortalidad de la psyché ni en su relación de oposición con el cuerpo, ya que según el pensador de Rodas ambos formaban una perfecta unidad –monismo antropológico- absolutamente necesaria para la comprensión del Lógos.
Con respecto a la apátheia típica del estoicismo ortodoxo de Crisipo, que defendía la negación absoluta de las pasiones, Panecio se mostrará menos extremo, y reconocerá que nuestro lógos, antes que extirpar dicho páthos (que no le es absolutamente extraño), lo que deberá conseguir es su dominio y su uso en justa medida.
 
Como hemos dicho anteriormente no conservamos las obras originales de Panecio, pero sí sabemos que su obra nuclear, plenamente dedicada a la ética- llevaba como título Perí Kathékontos, dicho título traducido al español –Acerca de los deberes- nos lleva de nuevo al De officiis de Cicerón ya que esta obra tiene como base en sus dos primeros libros el texto de Panecio.
 
Nos centramos ya en su ética, donde también se separa de sus antecesores de escuela, ya que había negado en su física la heimarmene o determinismo absoluto que constreñía al humano a un reducto mínimo que simplemente permitía al sujeto la aceptación de dicho fatalismo. Mediante dicha negación el hombre amplía con claridad el conjunto de cosas que dependen de él.

La misión del hombre, teniendo en cuenta que su lógos individual y el Lógos Universal sólo se diferencian en la finitud del primero, será buscar la armonía y belleza interior que como hemos dicho anteriormente observamos en nuestro derredor. Pero Panecio es realista y sabe que todos los hombres no poseemos el mismo carácter, que todos los hombres no tenemos las mismas posibilidades. Para objetivar teóricamente dicha intuición, introduce la distinción entre las dos naturalezas del hombre: la común y la individual.
 
La común es la naturaleza humana, la propia de nuestra especie, compartida por todos los congéneres. Por otro lado la individual en palabras de W. Capelle “está determinada por su origen, por sus aptitudes innatas, por su carácter peculiar, por el medio en que se ha desarrollado y por su profesión”. Es precisamente este reconocimiento de la individualidad uno de los principios más emblemáticos del pensamiento de Panecio. Es ese individuo el que debe llevar  a la práctica la virtud (como se indica en la frase que se debía traducir), no vale con el simple concepto que refleje lo correcto, hay que ejercitarse en ella -concepción, de nuevo muy aristotélica-.
 
Para finalizar recordar que en el enigma planteado había una última cuestión, en la que había que investigar la relación entre Panecio y un importantísimo militar romano. El nombre de dicho militar, como varios adivinaron, era Escipión el Africano, el conquistador de Cartago y con el que mantuvo alrededor de 150 a. C. una estrecha relación intelectual y personal.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Artículo de Ignacio Camacho.


El pasado domingo 28 de octubre el periodista Ignacio Camacho publicó en el diario ABC un artículo acerca de uno de los principales colectivos afectado por la crisis de nuestro país, es decir, el de los desempleados, todos aquellos que no pueden acceder a un derecho básico como es el trabajo.

El tema ya es de por sí de máxima importancia, pero lo que me llamó más la atención fue el intento, por parte de Camacho, de subrayar la individual de los que sufren, y que queda ahogada en los mensajes de carácter general que diariamente leemos o escuchamos. Yo mismo, al comienzo de la entrada me he referido –ex profeso- a ellos como un colectivo; eso es precisamente lo que el autor quiere superar imaginando la biografía única, insustituible e irrepetible de cada uno de los parados.

No pude evitar al leer el artículo, recordar el comienzo de una de las obras cumbres de Miguel de Unamuno y que incluyo en mi temario de primer curso de Bachillerato. El pensador vasco también huía de las generalizaciones en torno al hombre que tanto abundaban en la filosofía desde sus albores. Su interés se centraba en el “hombre de carne y hueso” (recordemos, asimismo esas carnes y esos huesos de Calias o Sócrates de las que nos hablaba Arístóteles en la Metafísica).

Los hombres de carne y hueso, individuales, concretos, con nombres y apellidos, a ellos se refiere Ignacio Camacho.

En primer lugar os dejo el texto de Unamuno al que me he referido y más abajo el artículo titulado “el desorden de tu nombre”.

"Homo sum: nihil humani a me alienum puto, dijo el cómico latino. Y yo diría más bien, nullum hominem a me alienum puto; soy hombre, a ningún otro hombre estimo extraño. Porque el adjetivo humanus me es tan sospechoso como su sustantivo abstracto humanitas, la humanidad. Ni lo humano ni la humanidad, ni el adjetivo simple, ni el sustantivado, sino el sustantivo concreto: el hombre. El hombre de carne y hueso, el que nace, sufre y muere -sobre todo muere-, el que come y bebe y juega y duerme y piensa y quiere, el hombre que se ve y a quien se oye, el hermano, el verdadero hermano."

(Miguel de Unamuno, Del sentimiento trágico de la vida).





El desorden de tu nombre

IGNACIO CAMACHO


ESTÁS en boca de todos pero nadie te menciona por tu nombre. Políticos, sindicalistas, tertulianos, empresarios o economistas se han acostumbrado a hablar de ti en un plural dramático que crece mes a mes, semana a semana, año a año. Pero tu tragedia es anónima fuera de esas cifras arrojadizas de los grandes análisis que denuncian problemas sistémicos y lacras estructurales; la vives cada día en la devastadora, lacerante soledad de tu esfuerzo baldío, en la desamparada rutina de una búsqueda inútil. Y sabes que tu nombre no existe, hundido en el aterrador incógnito de un océano de números, perdido entre las líneas infinitas de una sobrecogedora estadística de calamidades.

Eres el camarero al que no han renovado el contrato en septiembre. La enfermera interina que ya no va a volver al hospital. La dependienta de la tienda que cerró hace unos meses. El albañil al que hace cuatro años le dijo un capataz que lo llamaría para la próxima obra. Eres el administrativo al que un día mandaron recoger su mesa para siempre, el periodista al que pusieron en un ERE, el viajante varado en el sofá de su desesperación. Eres la joven licenciada que cada mañana envía por correo electrónico currículos que nadie va a contestar. Eres el inmigrante que espera cargado de paciencia su turno en la oficina de empleo. Eres la asistenta que se quedó de pronto sin casas que limpiar. Eres el comerciante arruinado, el empresario en quiebra, el directivo que perdió la confianza de sus jefes, el profesional maduro al que con muy buenas palabras despidieron por peinar canas. Eres el ingeniero que busca en internet una oferta en Alemania, la chica de la agencia de viajes que bajó la persiana, el repartidor de pizzas que ha tenido que vender su moto, la profesora cuya plaza fue amortizada en el último curso. Eres el padre que aún no ha dicho a sus hijos que está sin trabajo, la madre ahora ociosa que por la mañana lleva a los suyos al colegio. Eres la antigua directora de hotel que está ofreciendo sus servicios como recepcionista, el ingeniero que espera en vano una llamada para ejercer de comercial. Eres el prejubilado al que se le hacen eternos los días y las tardes, el abogado reciente que ya no sabe cuántos masters acumular. Eres el parado de larga duración que mira con recelo el saldo menguante de su cuenta, la filóloga que sería feliz si le diesen el puesto que ha solicitado en una librería. Eres cualquiera de esos 5.778.100 desempleados al que en absoluto consuela, más bien al contrario, la existencia de los otros 5.778.099.

Y estos días, cuando como cada fin de mes las noticias hablan de tu desventura en términos abstractos, tú sabes que nadie, ni políticos, ni comentaristas, ni expertos, va a pronunciar tu nombre. No lo conocen, ni desean aprenderlo porque tu nombre, tu mirada, tu vida, son el testimonio de su insondable, inquietante, demoledor, completo fracaso.

miércoles, 31 de octubre de 2012

Un "regalito para el puente"


El poeta latino Ovidio (43 a.C.-17 d.C.) pensaba que el ocio corrompía al hombre al igual que se corrompen las aguas quietas. Para que ello no os ocurra y además evitéis el aburrimiento este puente, os propongo una pequeña investigación.


(1) En primer lugar tenéis que traducir la siguiente frase latina:

- Virtutis enim laus omnis in actione consistit.


Posteriormente (2) debéis citar el nombre del pensador (ubicándolo cronológica y filosóficamente) que nos legó por escrito dicha frase y la obra en la que se encuentra (título latino y español).

Y para finalizar, hay que responder a las siguientes preguntas: (3) ¿qué filósofo se dice que la concibió y formuló antes que el autor mencionado como respuesta de la pregunta anterior?

¿con qué famoso militar romano, apodado con un gentilicio, trabó estrecha relación intelectual y humana el filósofo que se corresponde con la respuesta a la pregunta (3)?


¡Mucha suerte en vuestras indagaciones!

lunes, 22 de octubre de 2012

El reloj (Ch. Baudelaire).


Hace algunos días mis alumnos de primero de Bachillerato tuvieron su primer contacto con la filosofía de Parménides de Elea y de su discípulo Zenón. Como es habitual, dicho pensamiento provocó el desconcierto en mis sufridos oyentes, no pensaban que estuviera hablando en serio cuando les exponía cómo para el eleata, la pluralidad, el cambio y el movimiento era meras ilusiones que nos transmitían nuestros sentidos, y que por lo tanto no eran reales. Les resultaba enormemente extraño que Parménides, en su vía epistemológica de la verdad, únicamente considerase la existencia de un Ser verdadero, que caracterizaba además como único, ingénito, imperecedero, inmutable, indivisible.

La perplejidad de los alumnos está totalmente justificada, desde nuestra infancia observamos, interiorizamos y asumimos todo aquello que precisamente pone en tela de juicio el filósofo al que nos estamos refiriendo. ¿El nacimiento, el cambio, la muerte no poseen verdadera realidad?, ¿y qué ocurre con el tiempo? ¿no es verdad que continuamente nos resulta palpable su acción?

Esa relación excluyente entre lo captado por los sentidos y lo accesible a la razón, con el triunfo de esta última, supuso la base de lo que pocos siglos después comenzó a denominarse Metafísica. Es innegable la importancia que ese concepto de Ser tendría en el desarrollo de la filosofía occidental, basta recordar las definiciones universales en materia de moral que buscaba Sócrates, la definición ontológica de las Ideas platónicas, el “ente realísimo” (como gustaba decir Nietzsche) de la tradición judeo-cristiana etc. Es común a estas consideraciones acerca del Ser como “óntos ón” (realmente real) el deshistorizar, el banalizar el devenir, el tiempo que actúa sobre la realidad sensible, como criticaría en su momento el ya citado F. Nietzsche.

Sin embargo esa preocupación por el devenir motivó que el hombre fuera capaz de mensurar, de ponerle acotaciones (convencionales) a lo que aparece como transfondo de nuestra experiencia vital. Segundos, minutos, horas, días, meses, años... nos sirven para medir lo que en sí no tiene límite: el tiempo. Como útil paradigmático para intentar objetivar y convertir en más fácilmente comprensible la mutabilidad, aparece el reloj, instrumento que palpita sin parar recordándonos el paso continuo de la corriente en la nos encontramos inmersos.

Precisamente a este artilugio dedica Charles Baudelaire (1821-1867) uno de los poemas que conforman su obra “Las flores del mal”, el reloj nos recuerda en todo momento el límite existencial consustancial a todo ser viviente, el hombre –gracias a su conciencia- lo sabe y reflexiona sobre ello, siendo el texto que os presento un ejemplo sublime. Es una experiencia-preocupación de carácter universal como evidencia el propio Baudelaire cuando haciéndole "decir" al reloj lo siguiente: “mon gosier de métal parle toutes les langues”.

Aquí tenéis la versión original francesa del texto y su traducción al español.




L'Horloge


Horloge! dieu sinistre, effrayant, impassible,

Dont le doigt nous menace et nous dit: "Souviens-toi!

Les vibrantes Douleurs dans ton coeur plein d'effroi

Se planteront bientôt comme dans une cible;


Le Plaisir vaporeux fuira vers l'horizon

Ainsi qu'une sylphide au fond de la coulisse;

Chaque instant te dévore un morceau du délice

A chaque homme accordé pour toute sa saison.


Trois mille six cents fois par heure, la Seconde

Chuchote: Souviens-toi! - Rapide, avec sa voix

D'insecte, Maintenant dit: Je suis Autrefois,

Et j'ai pompé ta vie avec ma trompe immonde!


Remember! Souviens-toi! prodigue! Esto memor!

(Mon gosier de métal parle toutes les langues.)

Les minutes, mortel folâtre, sont des gangues

Qu'il ne faut pas lâcher sans en extraire l'or!


Souviens-toi que le Temps est un joueur avide

Qui gagne sans tricher, à tout coup! c'est la loi.

Le jour décroît; la nuit augmente; souviens-toi!

Le gouffre a toujours soif; la clepsydre se vide.


Tantôt sonnera l'heure où le divin Hasard,

Où l'auguste Vertu, ton épouse encor vierge,

Où le Repentir même (oh! la dernière auberge!),

Où tout te dira Meurs, vieux lâche! il est trop tard!"



Charles Baudelaire







El reloj


¡Reloj! Dios espantoso, siniestro e impasible,

Cuyo dedo amenaza, diciéndonos "¡recuerda!"

Los vibrantes dolores en tu asustado pecho,

Como en una diana pronto se clavarán;


El placer vaporoso huirá hacia el horizonte

Como escapa una sílfide detrás del bastidor;

Arranca cada instante un trozo de delicia

Concedida a los hombres en su época mejor.


Tres mil seiscientas veces cada hora, el Segundo

Susurra "¡Acuérdate!" -Con voz vertiginosa

De insecto, Ahora dice: "¡Heme otra vez aquí

Ya succioné tu vida con mi trompa asquerosa!"


¡Remember! ¡Esto memor! ¡Pródigo, Acuérdate!

(Mi garganta metálica toda lengua conoce)

Ganga son los minutos, ¡oh, alocado mortal!

Y no hay que abandonarlos sin extraer su oro.


Acuérdate: es el tiempo un tenaz jugador

Que sin trampas te vence en cada envite. Es ley.

Decrece el día, la noche se aproxima; ¡recuerda!

Es voraz el abismo, se vacía la clepsidra.


Pronto sonará la hora en que el divino Azar,

O la augusta Virtud, tu aún intacta esposa,

O el arrepentimiento (¡Oh, esa posada última!)

Todo te dirá "¡Es tarde! ¡Muere, viejo cobarde!"



Charles Baudelaire


lunes, 15 de octubre de 2012

Para pensar....





Por primera vez desde que abrí este blog, realizo dos entradas en un mismo día. La razón que me ha llevado a ello ha sido el ver el vídeo del salto de Baumgartner desde la estratosfera realizado en el día de ayer y escuchar sus palabras previas al mismo. Dejando a un lado la parafernalia espectacular-propagandística, dejando a un lado la posible preparación de la reflexión del austriaco, me ha venido  de modo automático a la mente el cuadro que aparece aquí reproducido.

Y aprovecho todo ello para plantearos unas cuestiones:

1. ¿Quién es el autor de la pintura? ¿y su título?
2. ¿Qué pretendió reflejar en ella?
3. ¿Qué relación hay entre la esencia de la obra pictórica, su finalidad y las imágenes y palabras de Baumgartner?

Entrevista a Martha C. Nussbaum


El pasado sábado día 13 de octubre apareció publicada en el diario E.P. una entrevista a la filósofa Martha C. Nussbaum, que ha sido galardonada por el jurado del Premio Príncipe de Asturias 2012 en el apartado de Ciencias Sociales.

No conozco realmente su filosofía, pero me llamaron la atención poderosamente dos temas que surgieron a lo largo de la charla. El primero fue su trabajo junto con el economista, y premio Nobel, Amartya Sen. En 1986 comenzaron una colaboración en la que Economía y Filosofía se entrelazaron con el fin de renovar el concepto de “desarrollo” que se aplica a cada uno de los países. Como literalmente se nos dice en el texto del periódico, dicho nuevo concepto “lejos de estar basado en los habituales indicadores económicos como el P.I.B. o la renta “per capita” tiene en cuenta los medios que pone un Estado al alcance de sus nacionales para que desarrollen las capacidades que cada ser humano encierra y que ella resume en un decálogo”.

Sin conocer en su totalidad el desarrollo de dicho decálogo, sí me interesó la “humanización” del término desarrollo (ese ideal ilustrado de progreso), al no basarlo únicamente en cifras macroeconómicas que pueden esconder vidas “rentables” pero absolutamente alienadas, como sabemos que ocurre incluso en países denominados “prósperos”.

La segunda cuestión que quiero subrayar fue observar que Nussbaum citaba, en relación a la situación política global que vivimos, a ese tábano ateniense que llevó por nombre Sócrates, y que vivió hace 2400 años. La pensadora estadounidense dice literalmente: “Como ya lo vio Sócrates, la filosofía tiene una capacidad única para producir una vida examinada, es una fuente de razonamientos y de intercambio de argumentos”, nos recuerda cómo el maestro de Platón consideraba que la Filosofía consistía en una forma de vida, en la única que podría dirigir al hombre en su periplo vital. El perfeccionamiento moral (sobre todo a nivel político, en su sentido más amplio) era la meta perseguida, y ello era factible únicamente en diálogo con los demás, pero ese “diá-lógos” necesitaba de una estructura racional determinada, no cabía el hablar por el hablar (tan presente en nuestras tertulias mediáticas y en innúmeros discursos de hoy en día).

Y sigue diciendo Nussbaum “nuestro clima político actual es histérico, dado a las invectivas más que a los argumentos. Necesitamos de la filosofía con la misma urgencia que la Atenas de Sócrates”.

Es significativo el rescate del hombre considerado en el templo de Delfos como el más sabio. También Sócrates pensaba que su época necesitaba una orientación, como ahora Nussbaum lo cree de nuestra escena política actual convulsa debido a una serie de problemas axiológicos y transformaciones que no terminan de devenir en sosiego y estabilidad.

Evidentemente habría mucho que hablar de las consideraciones socrático-platónicas acerca de la democracia, quedémonos con las que nos ayudarían a mejorar nuestro sistema de soberanía popular.

Enlace con la entrevista:



martes, 9 de octubre de 2012

"Los cien táleros de Kant"


Después de un paréntesis algo más largo que en otros años, exactamente desde abril a hoy, retomamos con el nuevo curso este blog de filosofía que ha pretendido desde su origen servir a los alumnos y exalumnos de EE.FF., y a todos aquellos que lo deseen, para acercarse y participar con entradas y/o comentarios acerca de diversos temas relacionados con la Filosofía.

Trasladémonos en este momento a la Prusia (concretamente a Königsberg) de la segunda mitad del siglo XVIII, allí nos encontramos con unos de los nombres principales de la historia del pensamiento: Immanuel Kant. A él le debemos una importantísima obra que lleva como título “Crítica de la razón pura” (K.r.V.), en la que intentará dar solución al problema acerca del conocimiento teórico al que puede acceder el ser humano.

Kant, buen conocedor tanto del racionalismo (con el que trabó contacto en sus primeros años filosóficos) como del empirismo (recordad la famosa idea de su despertar del sueño dogmático gracias a la lectura de D. Hume) desarrolla un idealismo trascendental, que no podrá identificarse plenamente con ninguna de las dos posturas mencionadas.

La cuestión se ceñía especialmente entorno a la Metafísica y su posibilidad como ciencia. Pues bien, acerca de Dios, el principal tema tratado por esa disciplina nominada por Andrónico de Rodas, nos legó Kant un ejemplo archiconocido, el de los cien táleros.

Para empezar hay que poner sobre la mesa una afirmación importante, Kant era creyente, creía en Dios e incluso dicha figura aparecerá como sostén necesario de su moral. Lo que Kant no compartía era esa posibilidad, esgrimida por racionalistas de distintas épocas, de demostrar racionalmente, lógicamente, su existencia.

Para ello introducirá en la K.r.V. el ejemplo antes citado de los táleros. Puedo soñar con que en el bolsillo de mi chaqueta se encuentra tal cantidad de dinero, pero pasar de dicha experiencia onírica a afirmar su existencia real, efectiva, supone un salto excesivo, tan excesivo como el que daban desde hacía siglos aquellos racionalistas a los que criticaba Kant.

Para el pensador prusiano, el uso teórico de la razón tenía, efectivamente, unos límites, más allá de los cuales, “los últimos metafísicos (…) todavía se atreven a delirar” como afirmaba él mismo. Kant necesitaba la existencia de Dios, la deseaba, la anhelaba, la exigía, pero ahí estaba el citado límite cognoscitivo del ser humano. Dicho límite será el que provoque, en palabras de Miguel de Unamuno, “el salto inmortal del hombre Kant”, ya que ese Dios que parecía alejarse de la esfera del hombre en la K.r.V. es “recuperado” como postulado en la “Crítica de la razón práctica” (K.p.V.). Decir postulado, es reconocer la necesidad de una realidad, sin necesidad de su demostración (asumiendo en este caso su imposibilidad).

Aprovecho la ocasión que brinda el ejemplo de las monedas, para recomendar la lectura de un libro del italiano Pietro Emanuele que lleva precisamente como título “Los cien táleros de Kant” (publicada en Alianza Editorial). El autor nos conduce a lo largo de sus páginas por la historia del pensamiento occidental, deteniéndose para ello en cincuenta breves e interesantes estaciones. En las mismas, aprovechando cualquier anécdota relacionada con la obra o la vida del autor en cuestión, traza de forma sucinta un bosquejo acerca de uno o varios aspectos de su filosofía.

Así, quienes se acerquen a la citada obra obtendrán el placer de introducirse en una famosa aporía de Zenón de Elea, en la narración platónica del anillo de Giges, en la consideración de Blaise Pascal sobre el aburrimiento en la vida del hombre, el misterio de la substancia según J. Lock, los juegos del lenguaje de L. Wittgenstein etc. etc.etc.

Anímense, por un más que módico precio disfrutarán con esta oportunidad hacer un rápido repaso por la historia de la Filosofía.

domingo, 1 de abril de 2012

La hipocresía de Europa (blog de Internacional del diario El País)

Cuando Estados Unidos y Europa lograron el increíble éxito de que el Consejo de Seguridad de la ONU autorizara la operación en Libia, en un movimiento que aún guarda un coste monumental para la siguiente revolución (la siria), lo hizo con base a un elemento clave: los civiles. Esa fue la palabra mágica para que Rusia y China, los dos gigantes díscolos del club, tragaran con una intervención que realmente no querían. Fue así como, el 17 de marzo de 2011, el Consejo de Seguridad permitió "tomar todas las medidas necesarias" en Libia para "proteger a los civiles y a las áreas pobladas bajo amenaza de ataques". Con esas pinzas diplomáticas se sostuvo frágilmente la operación militar que arrancó el 19 de marzo, dos días después, y que desbordó ampliamente la "exclusión aérea" aprobada con la excusa de proteger a los civiles por doquier. Muerte de Gaddafi incluida.

No pasó mucho tiempo más para que, el 26 de marzo, barcos de la OTAN, entre ellos la fragata española Méndez Núñez, recibieran una alerta para socorrer una barca cargada de refugiados que intentaban huir de la guerra libia. Unos setenta náufragos estaban en peligro, sin agua ni comida, y fueron muriendo sin socorro, sin que que nadie se tomara la molestia de movilizar sus helicópteros o barcos de salvamento para rescatarles, como ha reflejado la investigación del Consejo de Europa.

Cómo esos ciudadanos habían abandonado el estatus de "civiles" dignos de una intervención militar de la OTAN para pasar al de "inmigrantes", indeseados, a los que cerrar el paso e inmerecedores del movimiento de una fragata, es la pregunta que hoy debemos responder. La OTAN ya ha hablado y ha reconocido que alertó a los buques situados en la zona. El Ministerio de Defensa español lo niega. Unos y otros deben dar una explicación creíble si quieren borrar la sospecha de la gigantesca hipocresía europea ante la inmigración.

Berna González Harbour.

martes, 27 de marzo de 2012

James Ensor: del realismo a lo grotesco (o de la objetividad a la subjetividad).


En la obra del pintor belga James Ensor (Ostende 1860-1949) siempre se habla de una transición desde un primer periodo realista a una producción en la que van a destacar los elementos extraños y grotescos, que engarzan en muchas ocasiones con las imágenes que el artista poseía en sus retinas provenientes del carnaval de su localidad. No faltan, asimismo, referencias frecuentes a la caducidad del ser humano, las calaveras, presentes en importantes ejemplos de su producción son una clara muestra de ello.


Es interesante crear una cadena artística en la que encontramos eslabones de renombre como El Bosco, Brueghel el viejo o Francisco de Goya, eslabones que preceden cronológicamente a nuestro artista y que dejan ver más o menos explícitamente su influencia en el mismo, es una cadena que une a creadores de un arte denominado muchas veces como fantástico. La fantasía de la subjetividad, que deja de ser mero reflejo especular del mundo y vuelca sobre el lienzo (u otro soporte) las imágenes tamizadas por la interpretación sentimental y emocional que el pintor intuye. Ya no opera el cuadro como fiel reflejo de lo que “ve”, sino que supone la llave que abre “el otro lado del espejo”, ese “otro lado” es el de la interioridad, el de la subjetividad.


En estos casos, el artista deja de ser ojo aséptico y, por ejemplo en el caso de la citada etapa de Ensor, utiliza su excelencia pictórica para ir más allá de lo meramente visible y por lo tanto penetrar en la esencia del mundo que le rodea y, por supuesto de los personajes que conviven en la misma.


No es casualidad desde luego, que se haya dicho que Ensor, junto con el pintor noruego Edvard Munch, ejerció una importante influencia en corrientes artísticas tan importantes como el expresionismo y el surrealismo. Ambos canalizaron hacia el arte esa interpretación, producto de su sensibilidad, de las capas internas que quedan recubiertas por la simple representación fenoménica.


Las máscaras tomadas de la fiesta del carnaval, fiesta citada anteriormente, supusieron para el artista belga la forma de hacer “visible” la “interioridad”, el personaje enmascarado no es más que el modo de presentarnos la intuición de la falsedad de la que pensaba que se era partícipe en su sociedad. Los seres deformes, y con aspecto inquietante serían, a su vez, modelo de los miedos y angustias existenciales que acechaban su mente. Detenerse en sus cuadros supone un apasionante acercamiento a la riqueza del mundo “creado” en donde respirar una muy personal óptica de la vida exterior e interior del hombre.


Recomendación encarecida la que os hago. Busquen en internet (o mejor compren alguna monografía) de James Ensor, merece realmente la pena. Y también por supuesto acerca del resto de pintores citados en esta entrada.

domingo, 11 de marzo de 2012

Lectura del Fedón de Platón


Todo un placer presentaros un vídeo de Youtube en el que el filósofo chileno Alfonso Gómez-Lobo (especialista en pensamiento griego y fallecido recientemente) lee las últimas páginas del Fedón platónico en la lengua original en la que fue escrita. Os aconsejo que disfrutéis de la cadencia del griego clásico y que imaginéis esa escena conmovedora en la que se narra el momento en el que Sócrates debe beber de la cicuta que acabará con su vida.

Espero que disfruten todos aquellos que vean las imágenes que os dejo, especialmente mis alumnos del actual primero de Bachillerato para los que esta obra inmortal ha sido lectura obligatoria.



miércoles, 29 de febrero de 2012

Un ataque al librepensamiento: el caso de David Hume


Desde el cuarto curso de E.S.O. los alumnos comienzan a familiarizarse con la figura del pensador escocés David Hume (1711-1776), en la asignatura de Ética de dicho nivel estudiamos su "emotivismo moral", nombre que aglutina sus planteamientos acerca del origen y fundamento de los juicios sobre la virtud y el vicio. Para ello, es necesario, al menos de modo introductorio, hacer referencia a su epistemología, y ésta a su vez es desarrollada en los dos años de Bachillerato.


Si se nos pidiera una breve semblanza del filósofo al que me refiero, no podría dejar de incluir ciertos puntos básicos de modo obligado, trataré de resumir los fundamentales. Se trata de un pensador que vive en el siglo de las luces, y se encuadra dentro del llamado "empirismo británico", corriente que a su vez se presenta desde J. Locke como respuesta al racionalismo moderno que hunde sus raíces en Descartes.




Hume es identificado con una postura radical dentro del citado empirismo (del griego empeiría -experiencia-), ya que su estudio sobre el origen y alcance del conocimiento humano desembocará en un escepticismo claro en relación a las posibilidades de la razón, escepticismo que incluso planteará una física meramente probable y no necesaria.


La razón que motiva la entrada de hoy de todas formas va más allá, ya que esas dudas acerca de las posibilidades de nuestro conocimiento, claramente cercenadas tras su crítica a la legitimidad del principio de causalidad, le llevan sin remedio a la reflexión sobre la Metafísica, que en momentos pretéritos se había basado en dicho principio para evidenciar el acceso a "lo que está más allá" de lo físico, de lo sensible.


Hume, al ser consecuente con su planteamiento primigénio (no como Locke), se ve en la necesidad de apartar del conocimiento científico (universal y necesario) a las entidades metafísicas, especialmente a Dios y al alma humana. Si como él pensaba, sólo son legítimas nuestras ideas (que es lo que conocemos al fin y al cabo) que provienen de impresiones (me refiero a las que afectan a mis sentidos) no tenemos más remedio que aceptar la imposibilidad de las demostraciones acerca de la substancia infinita y del "ego cogito" cartesianos.


Este pensamiento le granjeó desde el principio serios problemas a Hume, de hecho, comenzó a ser conocido como "Mr. Hume, el ateo". El ateísmo que se creía identificar en el escocés, no es más que una postura escéptica, simplemente el reconocer nuestras posibilidades gnoseológicas que se detienen frente a aquello de lo cual no tenemos experiencia.


Sobre el tema que estamos tratando podríamos, y sería de gran interés, profundizar en los detalles que conforman la problemática. Pero lo que pretendo esencialmente, es poner de manifiesto que, precisamente la intolerancia que tantos pensadores ilustrados criticaron se cebó con Hume en dos momentos de su biografía -curiosamente no recogidas en su escrito My own life-.


En dos ocasiones se vetó la entrada de Hume en la Universidad como catedrático, las dos ocasiones quienes consiguieron que fuese relegado fueron aquellos que veían en su filosofía la sombra del ateísmo. De hecho, fue esto lo que ocurrió, primero entre 1744 y 1745 cuando optó al puesto que dejaría vacante Alexander Pringle como catedrático de Ética y Filosofía Moral de la Universidad de Edimburgo, y en segundo lugar cuando en 1752 Adam Smith dejó libre la cátedra de Lógica en Glasgow y quienes apoyaron a Hume (entre ellos el propio Smith ) no pudieron hacer nada contra sus acérrimos detractores.


Dos ejemplos de cómo los prejuicios intelectuales pueden hacer prevalecer la simple connivencia ideológica sobre el librepensamiento, sin tener en cuenta la valía personal de, en este caso, alguien como David Hume. No olvidemos que los dos oponentes que arrebataron a Hume sendas cátedras son hoy en día personajes absolutamente irrelevantes en la historia del pensamiento.


Después de todo lo expuesto resultan verdaderamente interesantes estas palabras de Hume extraídas de su obra póstuma "Diálogos sobre la religión natural":
"Ser un escéptico filosófico es el primer paso y el más esencial para ser un cristiano sincero y creyente: esta es la proposición que yo recomendaría".


lunes, 20 de febrero de 2012

Desnudos (por Manuel Vicent en E.P.).

Desnudos

Esta profunda crisis económica ha actuado sobre el cuerpo social como un mecanismo represor idéntico a cualquier dictadura.


Manuel Vicent 19 FEB 2012 - 00:01 CET

En cualquier dictadura, si un ciudadano anónimo cae en una redada en manos de la brigada política, sin duda será conducido en un furgón a una comisaría y allí bastará una mínima sospecha o simplemente que su cara no le guste al comisario para verse encerrado en una celda por un tiempo indefinido. Antes se le ordenará que deje en una bolsa el cinturón, los cordones de los zapatos, el bolígrafo, el reloj y cualquier objeto punzante con el que podría suicidarse. En la celda este ciudadano tiene dos opciones: insultar al carcelero y dar patadas contra la pared o bajar la cerviz y aceptar su destino. Tal vez la angustia que le provoque sentirse a merced de un déspota, será suficiente para ablandarle. En los sótanos de la brigada política se practica una psicología burda o refinada según la catadura moral del torturador. Si el preso es un rebelde peligroso, el sistema tiene varios métodos para bajarle los humos. La más limpia y humillante forma de tortura consiste en interrogarlo bajo potentes focos completamente desnudo. No se necesita ejercer sobre él ninguna clase de violencia física. La mera desnudez corporal le destruirá al instante la autoestima. Puede que este ciudadano, si no es un héroe, esté dispuesto a firmar cualquier confesión a cambio de unos calzoncillos. En cierto modo esta profunda crisis económica ha actuado sobre el cuerpo social como un mecanismo represor idéntico a cualquier dictadura. Las persistentes noticias negativas han creado un clima corrosivo sobre la conciencia del ciudadano. Parece que todo ha sido programado para que el pesimismo ejerza un efecto demoledor con objeto de bajarle las defensas ante el azaroso futuro que le espera. Como en el sótano de una comisaría, el sistema le ha quitado al parado los cordones de los zapatos y el cinturón para que no se suicide y al que todavía tiene trabajo le obliga a contemplar su cuerpo desnudo ante un espejo y en lugar de interrogarlo alguien se limita a leerle la reforma laboral, como una condena. El comisario le felicita si la empresa le ha bajado el sueldo, porque esa es la señal de que no lo han echado a la calle todavía. Este ciudadano capturado en una redada social lo dará todo por bueno si el empresario le regala unos calzoncillos para taparse las vergüenzas.

jueves, 9 de febrero de 2012

Historia de la filosofía en vídeos.

Hace un par de días recibí un correo electrónico de un amigo en el que me adjuntaba una dirección, en la misma encontramos una serie de vídeos dedicados a la vida y obra de los más importantes pensadores occidentales desde Sócrates (ss V-IV a.C.) hasta Jean Paul Sartre (s.XX). La mayoría de los vídeos están conducidos por el filósofo español Fernando Savater.

Les he estado echando un vistazo y me parece que os pueden resultar verdaderamenmte interesantes. No he visto la totalidad de los mismos, pero lo conocido por ahora pienso que debe ayudar a que os familiaricéis todavía más con las figuras con las que, tanto tanto, disfrutáis estudiándolas.

Además en el lateral derecho, cuando se abre cada una de las pantallas, tenéis más programas monográficos sobre otros principales filósofos.

Sáquenle provecho por favor.
http://euroestan.com/historia.htm


martes, 31 de enero de 2012

El escepticismo pirrónico


Me gustaría introducir la presente entrada con una anécdota sucedida hace unos años, dos o tres a lo sumo, cuando yo era estudiante de la facultad de Filosofía de Sevilla. En la asignatura de Filosofía Griega, impartida por D. Marcelino Rodríguez Donís, estábamos tratando el escepticismo pirrónico, y en un momento dado nuestro profesor hizo referencia a la historia que narraba cómo Pirrón de Elis (360-270 a.C.) en una demostración y ejemplo de insensibilidad e impasibilidad se mostró absolutamente indiferente ante la imagen de su maestro Anaxarcos que había caído a un pantano y daba muestras de sufrir cierto apuro. Pirrón no lo socorrió y Anaxarcos le felicitó por su actitud consecuente. Todavía hoy cuando amigos presentes y yo lo recordamos nos hace reír bastante pensar en la escena del pantano.

Este relato, muy probablemente ficticio, me sirve como excusa para hablar más detenidamente, ya que sí ha aparecido mencionado en este blog, de ese “mal amigo” originario de Elis. De él apenas se sabe nada, y se nos dice que nada escribió salvo un poema dedicado a Alejandro Magno. Probó suerte con la pintura, pero las noticias que nos han llegado nos dicen que era bastante malo. Importante también recordar que Pirrón y Anaxarcos formaron parte de la campaña de Alejandro en Asia, allí tuvo contacto con los sabios indios llamados en griego gimnosofistas (ya que iban completamente desnudos), esa actitud de distancia y desapego, esa sensación que paz y tranquilidad que transmitían dichos sabios parece que caló en nuestro Pirrón de Elis.

Como en las dos escuelas principales de la filosofía helenística (epicureísmo y estoicismo) el pensamiento pirrónico tendrá una meta marcadamente moral, claramente práctica. En una época difícil y convulsa como la que viven los helenos tras la muerte del gran Alejandro, lo que el hombre necesitaba era un punto donde apoyarse, una guía, una estabilidad que supusiera un contrapeso a la inseguridad en la que vivía en tiempos de crisis. Para alcanzar esa tranquilidad de ánimo, esa ataraxía, había que desarrollar primero un criterio teorético.

El citado criterio nos retrotraerá al celebérrimo “sólo sé que no sé nada” emparentado históricamente con la figura de Sócrates, el reconocimiento de la propia ignorancia llevada a gala –con mayor o menor ironía- por el maestro de Platón se ve reflejado curiosamente en un pensador antidogmático como Pirrón. Este último abogaba al parecer por la suspensión del juicio (epoché) y la no aserción (aphasía) en relación a lo que fuera la realidad en sí, es decir la verdad en sí. Se trata este de un escepticismo distinto del que frente al dogmatismo, simplemente defiende la imposibilidad del conocimiento, ya que el saber de carácter objetivo se nos torna inalcanzable debemos renunciar a él, este escepticismo (no pirrónico) tendría en común con el dogmatismo la ubicación central del ideal de un conocimiento especular de la realidad en sí.

La posición pirrónica, que nos conducirá a la tranquilidad, se fundamenta en la relatividad de las percepciones, lo conocido por mí está mediatizado e indisolublemente unido a mi subjetividad espacio-temporal (en griego “trópos”), conozco lo fenoménico, pero no lo nouménico (os suena a Kant ¿verdad?). Siglos después del pensador de Elis, Sexto Empírico en las Hypotiposis pirrónicas dirá “Así puesto que el escéptico establece que todo es relativo, es evidente que no somos capaces de decir lo que es cada objeto en sí y en su pureza; sino únicamente lo que es la representación en tanto que relativa”.

Como consecuencia no se nos aconsejará la inacción, la parálisis, sino el sometimiento a los fenómenos y la convicción del valor relativo del conocimiento. Es decir, la sképsis (término griego que significa indagación y del que deriva el español escepticismo) sin fin muestra la inexistencia de verdades absolutas.

Quizás en una libre y moderna (o postmoderna) interpretación podríamos acoger las tesis del viejo (o no tanto) Pirrón a la hora de sospechar de aquellos que asientan su mirada en realidades y verdades monolíticamente seguras y que rehúsan el auténtico diálogo socrático que pretendía encontrar una verdad común e interpersonal.

Olvidando, evidentemente, hoy en día la defensa de un relativismo absoluto, sí convendremos en el deseo de una relativización de los férreos dogmas que dificultan la comprensión entre los hombres y fundamentan situaciones de opresión, desigualdad y ceguera.


No olvidemos la posibilidad hoy defendida por diversos pensadores de sostener una convivencia plurióptica sobre una base común en relación a los derechos inherentes a las personas.


viernes, 20 de enero de 2012

Guerras hiperreales



Me propongo exponer en breves líneas un trabajo de clase realizado con los alumnos de los dos grupos de Educación ético-cívica 4º de E.S.O. del centro Escuelas Francesas S.A.L. de Sevilla. Dentro del bloque temático dedicado a las relaciones interpersonales, más concretamente en el apartado sobre la violencia en los conflictos bélicos hemos aprovechado para realizar una interesante actividad acerca del concepto de verdad en los medios de comunicación.

En primer lugar partimos del libro de texto usado por el alumnado (de la editorial Mc Graw Hill), en él se recoge un fragmento del libro de Susan Sontag titulado “Ante el dolor de los demás” en donde se hace referencia al papel de los corresponsales de guerra, siendo los que posibilitan que la cámara (un ojo que pensamos que todo lo ve, pero que como expondré posteriormente no es así) nos lleve a nuestros hogares las imágenes de lejanos (o no tanto) conflictos.

Aprovechando dicha mención acerca de los reporteros, nos trasladamos a un texto de Alex Arévalo Salinas cuyo título reza “El desempeño de los medios de comunicación en los conflictos bélicos” ( http://es.scribd.com/doc/7281782/El-Desempeno-de-Los-Medios-de-Comunicacion-en-Los-Conflictos-Belicos).

En el mismo aparece un apartado dedicado a la Guerra del Golfo (1991) a la que se califica como conflicto esterilizado. El trabajo en sí consistió en la lectura de dicho texto reflexionando acerca de cómo una censura informativa impuesta de forma eficaz, puede permitir cubrir únicamente una visión “periférica” de los hechos y obviar las imágenes “centrales” de los mismos. Así se consiguió trasmitir una imagen aséptica pero irreal de un conflicto que pareció más extraído de un vídeo juego que de la propia realidad. Toda guerra sabemos que es sinónimo de muerte, sufrimiento y destrucción, en ese momento, durante la Guerra del Golfo se pretendió representar una función mediática que mostraba (o mejor dicho que no monstraba, ya que excluía lo monstruoso) el modo hiperreal de acercarnos hoy en día a la pretendida realidad. En España, hay que tenerlo presente, varias cadenas televisivas convocaban diariamente en distinto horario a la audiencia para que fuera testigo del espectáculo.

Precisamente ese término de hiperrealidad me llevó a introducir el pensamiento del francés Jean Baudrillard y su famosa tesis plasmada en la obra “La Guerra del Golfo no ha tenido lugar” en la que se nos quiere hacer conscientes de que lo que había sido “visto” no coincidía con el núcleo trágico de la guerra, sino con la deconstrucción-reconstrucción de la misma, proceso que había edulcorado su esencia con claros fines propagandísticos.

Partiendo del hecho, del que vamos siendo conscientes a lo largo de los años, de que la objetividad absoluta en ciertos campos es absolutamente imposible, conviene reflexionar sobre lo fácil que es tomar a la ligera como certeza lo que nos “cuentan” y “enseñan”. Desde la famosa narración radiofónica de Orson Welles de una “invasión extraterrestre” hasta la triste imagen de una Iraq maquetada presentada y defendida por Colin Powell tenemos numerosos casos de cómo lo servido como “verdad” realmente no lo es, o al menos no de forma categórica. Nada baladí recordar la denominación de cuarto poder a los mass media, al fin y al cabo son constructores de “realidades” y “evidencias”, de esto sabían bien los soviéticos que, como me gusta decirle a mis alumnos, llamaron “Pravda” (la verdad) al periódico por excelencia de su régimen.

Estas ideas que he expuesto de forma sucinta pretendo ampliarlas y publicarlas en la revista de ámbito educativo “IES”, de la cual os dejo el enlace por si os apetece echarle un vistazo http://www.revistaies.net/

martes, 17 de enero de 2012

Vigilados y rendidos (publicado en E.P.)



JOAQUÍN ESTEFANÍA


VIGILADOS y RENDIDOS.

Las autoridades europeas califican como "aberrante" la decisión de la agencia de calificación de riesgos Standard & Poor's de rebajar la solvencia a nueve países de la eurozona. El comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, declara que "las agencias no son ningún árbitro imparcial o desinteresado. Su labor obedece a intereses específicos. Con su actitud aumentan la inestabilidad en la Unión Europea (UE), lo que seguramente interesa a ciertos círculos monetarios y financieros". Verde y con asas.

Cada vez que las agencias rebajan su rating a un país, empeoran las condiciones de vida de sus ciudadanos. Esos mismos ciudadanos, en general, no se lo merecen (a no ser que sean defraudadores: a las haciendas, a sus sistemas de protección, etcétera) pero da la sensación de que a los políticos que los representan les está bien empleado el sofoco de ver caer su nota: porque han consentido y consienten a las agencias hacer lo que les viene en gana, sin confrontarse con ellas. No se les pueden admitir las lágrimas de cocodrilo ni las manifestaciones de impotencia cada vez que las agencias dan su veredicto negativo. Tres sociedades de calificación de riesgos -Moody's, Standard & Poor's y Fitch- controlan en régimen de oligopolio el 95% del mercado mundial. En los tres casos se trata de empresas privadas que cotizan en Bolsa, en muchos casos con similares accionistas, con unos escasísimos niveles de regulación pública y que son contratadas por los países a los que luego califican. Puro masoquismo.


Desde que comenzó la actual crisis, en el verano de 2007, se oye -en cada ocasión que pronostican una catástrofe o encarecen el riesgo país- que las agencias van a ser reguladas, que se van a homogeneizar sus métodos de trabajo, que va a haber movilidad en su contratación, que se va a prohibir que evalúen a empresas cuyos dueños de referencia son los mismos que los de las propias agencias, etcétera, pero esa regulación nunca llega, siempre se retrasa hacia más adelante. Sus lobbies deben ser muy poderosos.


¿No puede el poder político enseñar los dientes a esta parte del poder económico, sin ciscarse en los pantalones? Naturalmente, sin violentar las normas del mercado pero sin permanecer al mismo tiempo abúlico, resignado, paralizado, al tiempo que se dice que el trabajo de ese oligopolio "no es óptimo" ¿Puede Europa investigar, por ejemplo, el monopolio de Microsoft o la fusión de General Electric y Honeywell -¡qué tiempos, Mario Monti!- y no el de las agencias de calificación? ¿No se ha de abrir un expediente informativo a tres sociedades oligopolistas para determinar si hay abuso de poder dominante, de las que se sospecha que en su interior no se respetan las murallas chinas que han de evitar los conflictos de intereses? Eso lo que se desprende, precisamente, de las declaraciones citadas del comisario de Economía.


En el comunicado de Standard & Poor's en el que se rebaja la calificación de los nueve países hay, además, una valoración sin complejos del trabajo de los políticos europeos. Dice que la cumbre de jefes de Gobierno de principios de diciembre no ha servido para casi nada, ya que no concretó los recursos suficientes para reforzar las operaciones de rescate o para proporcionar apoyo a los países más debilitados. Y lo más importante, que un proceso de reformas basado únicamente en la austeridad fiscal tiene el riesgo de provocar su propio fracaso provocando una caída de la demanda interna asociada a la preocupación creciente de los consumidores por la estabilidad del empleo y la renta disponible erosionando así los ingresos fiscales nacionales. Es decir, que según la agencia, nada de lo que se está prometiendo a los ciudadanos es verdad.


En el caso de España, además de rebajar otra vez la nota (cinco escalones desde su máximo, a principios de 2009), Standard & Poor's amenaza con más tensiones si no se aprueba a corto plazo la reforma laboral, no hay medidas adicionales de recorte o si la banca necesita más ayudas públicas para capitalizarse. Rajoy declara que sabe lo que hay que hacer, aparentando que tiene autonomía, pero la única verdad es que estamos vigilados, amenazados y rendidos ante tres empresas privadas sin regulación: nefasto balance para la democracia.