jueves, 27 de octubre de 2011

Comentario al artículo "Lucha de Clases" de Moisés Naím

Aquí os reproduzco el intersantísimo comentario que mi amigo Eduardo Pinedo -que ya ha colaborado en más ocasiones en el blog- ha hecho al artículo de Moisés Naím que introduje como en trada en el mes de septiembre.


Rafael Rodríguez acierta de lleno al alertar del proceso de "refeudalización" que se está dando en los países occidentales a causa de la crisis. Sin embargo, me temo que yerra al escribir que "La historia demuestra que el liberalismo resuelve sus crisis con el totalitarismo". No ha sido así en países con una tradición liberal bien arraigada. Pienso en Inglaterra, Francia o Estados Unidos.


Quizás, el origen de la confusión resida en que utiliza el término totalitarismo para aplicarlo al plano económico -como se puede observar en el último párrafo de la columna-, cuando se trata de un concepto político.

Etiquetas como totalitario o fascista (así como las expresiones totalitarismo o fascismo) se han utilizado a menudo de una forma tan amplia, que han llegado incluso ha desnaturalizarse. Y así se ha dejado caer en el olvido lo terrible de aquellos regímenes que provocaron miles de muertos, encarcelados, exiliados o represaliados, para equipararlos actualmente con cualquier mínima falta de libertad o representatividad.


Convendría, pues, para no banalizar el pasado ni desenfocar sobre el presente, utilizar dichos términos con un mayor rigor.

Un saludo.

viernes, 21 de octubre de 2011

Confucio I

En la entrada dedicada a la noción Jasperiana de “tiempo axial” cité al pensador chino Confucio, y anuncié que le dedicaría unas líneas a las Analectas, la obra donde se recogen sus ideas. Pero recordando que tal y como nos decía el citado –en aquella ocasión- profesor Antón Pacheco podemos encontrar similitudes, rasgos comunes entre pensamientos cercanos en fecha pero distantes espacialmente en ese tiempo denominado eje; he creído interesante variar algo la idea primigenia. Así que al hilo de la semblanza que mostraré del maestro chino iré, asimismo, presentando una serie de reflexiones acerca de recuerdos que sobre pensadores como Sócrates y Platón me han venido a mi mente.


Confucio nació en el 551 a.C. y murió en el 479 a.C. –el mismo año que los atenienses y espartanos derrotaban a los persas en la batalla de Platea, principio del fin de las guerras Médicas, siendo, además, contemporáneo de importantísimos pensadores presocráticos-. La moral y la política fueron realmente el motor de su vida, lo que le dotaba de energía, él mismo se definía del siguiente modo “(…) Confucio es un hombre tan apasionado y entusiasta que a menudo se olvida de comer y pierde la conciencia de la llegada de la vejez”.

Ya en ese interés encontramos esa relación con el autor de La República y con su maestro Sócrates, preocupados ambos por la moralidad de la polis. El tábano ateniense deambulaba por las calles con la intención de llevar a cabo esa misión encomendada por su daimon y que además se sustentaba en ese punto de inflexión vital que supuso la sentencia del oráculo délfico. Asimismo Confucio, según nos cuenta Simon Leys en su edición de la obra en la que se recopilan las palabras del Maestro nos dice: “Las Analectas están impregnadas de la inquebrantable creencia que Confucio tenía en su misión celestial”, por lo tanto quedan emparentados ambos hombres por esa idea acerca del sentido de su vida, ésta tenía una clara finalidad de índole moral.

Volviendo a Platón, y más concretamente a las noticias biográficas que de él poseemos, nos encontramos con un filósofo al que le tocó vivir una época de crisis, Aristocles (su verdadero nombre) vino al mundo en el 427 a.C. cuatro años después de que comenzara la guerra del Peloponeso, conflicto que a la postre supuso el fin del esplendor ateniense, este tiempo convulso, el convencimiento de que no existe Estado bien regido, y evidentemente la gran injusticia de la condena a Sócrates en el 399 a.C., marcaron profundamente el carácter político platónico. En la obra citada anteriormente Leys nos sigue explicando: “Confucio vivió en una época de transición histórica (…) él estaba siendo testigo del colapso de una civilización”. Aunque en el caso de Platón no podamos hablar exactamente en los mismos términos pero el siglo IV –su siglo intelectualmente hablando- verá caer la estructura política griega por antonomasia, la polis. Platón muere en el 347 a.C., quedaba poco para la batalla de Queronea, y para el fin del período clásico de la civilización griega.

Añadamos una semejanza más, si nos apoyamos de nuevo en el texto de Simon Leys podremos leer: “Pasó [Confucio] prácticamente toda su vida viajando de un Estado a otro, con la esperanza de encontrar a un gobernante ilustrado que le diera por fin una oportunidad y lo emplease a él y a su equipo”, nos viene inmediatamente a la memoria todas las vicisitudes sufridas por Platón en sus tres viajes a Siracusa. Recordemos que a través de Dión, a la sazón cuñado de Dionisio I (el viejo) que detentaba el poder -posteriormente con Dionisio II el joven-, el filósofo creía que podría poner en práctica su teoría política –tan impregnada de moralidad como la del asiático-.


Ambos teóricos sufrieron grandes peligros en sus viajes, el heleno sin ir más lejos llegó a ser vendido como esclavo en su primer viaje a Sicilia, aunque finalmente fue rescatado –mediante pago- por Anniceris de Cirene que lo reconoció. Decíamos y subrayábamos que hablamos en ambos casos de una política imbuida totalmente de moralidad, baste recordar la expresión de “Ley del cielo” (tien ming), una ley moral suprahumana a la que el gobernante –y también cada individuo- debe adecuarse para ser justo en su labor, y conseguir así la armonía social, el bienestar del pueblo, que es la meta principal de la política confuciana. Asimismo Platón nos hablaba de la noción de justicia (dikaiosýne) como virtud general, una justicia también entendida como armonía y que debe reinar tanto en el alma individual, como en la sociedad, ya que no puede haber comunidad justa sin hombres justos.

martes, 11 de octubre de 2011

British Pathé


El paso del tiempo va haciendo que los antiguos testimonios fotográficos y cinematográficos vayan acumulando una mayor cantidad de años, y así se separen cada vez más del momento presente que evocan, haciendo que, al margen de la magnitud del contenido encapsulado, aumente la emoción ante la presencia renacida de momentos tan lejanos.

Un proverbio árabe dice: “cuatro cosas hay que nunca vuelven más: una bala disparada, una palabra hablada, un tiempo pasado y una ocasión desaprovechada”. El visionado de esas imágenes supone una especie de lenitivo ante la manida evidencia del no retorno del tiempo pasado, un guiño de lo que ya no es pero todavía se deja ver.

Este pasado verano me llamó la atención una noticia mientras veía un noticiario no recuerdo en qué canal. En dicha información se decía que el archivo fílmico British Pathé facilitaba el acceso, mediante internet, a sus fondos, es decir a imágenes y sonidos grabados entre 1896 y 1976.

La página principal está estructurada en distintas categorías que guardan imágenes de personalidades de la política, de la música, del deporte y de la vida social en general, y que tuvieron, muchos de ellos, gran repercusión en el siglo pasado.

Os encantará encontrar, por ejemplo, documentos estáticos y en movimiento de la primera guerra mundial, de la liberación de París durante la segunda, del asesinato del presidente norteamericano J.F. Kennedy en 1963 y otras joyas históricas.

Se trata de una oportunidad inmejorable para poner voz y rostro a hechos de los que seguramente habéis tenido noticia, y que, en un número importante, han formado parte de vuestro estudio en los últimos años. Asimismo al tener sonido original es posible también que podáis practicar vuestro conocimiento tanto de inglés como de francés.

La dirección de la página es: http://www.britishpathe.com


martes, 4 de octubre de 2011

Tiempo axial


Todos los años al comenzar el curso les advierto a mis alumnos de filosofía, a los de primero y segundo de Bachillerato, que vamos a adentrarnos en la historia del pensamiento Occidental, y así es efectivamente. Igualmente, la exclusión del estudio de la filosofía oriental fue mi experiencia durante los cinco años de carrera –o al menos con los profesores que yo la cursé con una sola excepción-.

Debo reconocer que como docente, en los años de Bachillerato, salvo la breve introducción al hinduismo hecha al hilo de la explicación sobre la filosofía schopenhaueriana, tampoco desarrollo tema alguno sobre pensamiento no occidental.

Este verano estuve leyendo las Analectas de Confucio (realmente una recopilación de su pensamiento recogido por sus discípulos), y a medida que iba adentrándome en sus páginas fui concibiendo la idea de sumar al blog algún comentario sobre su contenido y asimismo sobre el citado hinduismo.

Pues bien, antes de publicar la entrada dedicada al sabio chino, me parece interesante, aunque sea a modo de introducción, hacer referencia a la teoría sostenida por el filósofo alemán K. Jasper (1883-1969) acerca de lo que él denominó tiempo axial y que encontramos en su obra “Origen y meta de la historia” –aunque como él mismo reconoce anteriormente ya otros autores hablaron de ese tiempo axial-.

Esta concepción tendría la finalidad de recoger la idea de la existencia de un tiempo eje que según el propio Jasper “estaría situado en aquel punto de la historia que hubiera dado origen a todo lo que después de él el ser humano ha sido capaz de ser, el punto que hubiera ejercido una más decisiva influencia en la modelación del ser de la humanidad”.

En el interesantísimo artículo “Ensayo sobre el tiempo axial” publicado por el profesor Dr. José Antonio Antón Pacheco (Universidad de Sevilla) en la revista Symbolos, su autor afirma que “entre los siglos VIII y V a.C. (aproximadamente) surge en diferentes zonas de la Humanidad el pensamiento filosófico y religioso del que alguna manera hoy vivimos”.

Por lo tanto hablamos de un lapso de tiempo que incluye, si nos centramos en Occidente, a la filosofía presocrática, a Sócrates y a Platón –aunque este último desarrollara su obra ya en el siglo IV a.C.-. Al margen de ese contexto heleno, tendríamos al citado Confucio y Lao-Tse en China, al persa Zaratustra, al hinduismo que encontramos en sus textos sagrados, y también en la India la figura del ínclito Buda.

Esta teoría trataría según Antón Pacheco de “la emergencia de un pensamiento autorreflexivo, de un sentido ético y político universal, de una noción metafísica de unidad, de un sentimiento religioso de lo Inmutable”. A través de términos como Unidad, pluralidad, inmutabilidad, devenir etc, trataremos en futuras entradas de adentrarnos un poco más en ese pensamiento que normalmente queda al margen de nuestro estudio filosófico tanto a nivel de enseñanzas medias como universitario (repito, al menos cuando yo fui alumno universitario).