viernes, 31 de diciembre de 2010

Fin de año.

Como despedida de este año 2010, y a la espera de lo que nos pueda deparar el siguiente, quiero dejaros una pieza del requiem de Mozart -el dies irae- como imagen de estos doce meses, que a nivel mundial han sido ciertamente convulsos (y pido disculpas por el eurocentrismo, ya que hay lugares en los que desgraciadamente siempre lo son).

Asimismo añado el conocido movimiento de la novena de L. v. Beethoven inspirado en la Oda a la Libertad escrita por el poeta Friedrich von Schiller, que actualmente es himno de Europa –interpretada por orquesta y en la conocida de Miguel R.-.

Esta segunda pieza quiero que transmita esa seguridad de que todos los problemas que hoy parecen irresolubles tienen su posible desenlace satisfactorio –siempre y cuando los responsables principales se embarguen del deseo del bien mayoritario, y no reflexionen al modo que nos hacen ver los papeles del cablegate-.

Aprovecho para desear un muy feliz 2011 a todos mis alumnos/as y ex alumnos/as.

http://www.youtube.com/watch?v=pqaARDsiJv4


http://www.youtube.com/watch?v=8R3Ki6aqlv4


http://www.youtube.com/watch?v=eyU0H9Qk1es


Feliz año a todos.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Caligari



Entre 1919 y 1920 Robert Wiene dirige El gabinete del Dr. Caligari, unos de los títulos iconos del cine alemán del período que va desde el armisticio de 1918 hasta la llegada de A. Hitler al poder en enero de 1933.

El motivo de recordar esta película estriba en la interesantísima historia que se esconde tras su gestación; las biografías de sus guionistas Hans Janowitz y Carl Mayer nos retratan una época histórica dura y difícil que fue el contexto en el que se moldearon dos ingeniosas e imaginativas miradas artísticas, que quisieron utilizar el nuevo arte para hacer llegar su visión acerca del poder y del mal.

Para presentaros la historia a la que me refiero voy a basarme en la completísima información sobre la misma que podemos encontrar en la obra del polifacético Siegfried Kracauer cuyo título reza De Caligari a Hitler. En sus páginas hallamos el recuerdo de un joven Janowitz que quedó fuertemente impresionado por un crimen acaecido en su ciudad. La noche que se produjo el luctuoso hecho él había estado buscando a una chica por la que se había sentido atraído y en su interesado caminar, cuando creía estar cerca de ella, se cruzó con la misteriosa sombra de un hombre. Él siempre estuvo seguro que esa joven que lo había cautivado había sido la mujer asesinada y que la inquietante sombra correspondía a su asesino.

Por su parte Carl Mayer vivió una adolescencia realmente difícil, ya que su padre, tras arruinarse totalmente, echó de casa a Mayer y a sus tres hermanos pequeños de los cuales tuvo que hacerse cargo.

Con la llegada de la I guerra mundial, Janowitz se convierte en oficial de infantería, mientras que Mayer se ve sometido a distintos estudios psiquiátricos por parte del estamento militar –de ahí su aversión hacia los psiquiatras. La contienda dejará sus huellas en ambos: un radical sentimiento pacifista y una desconfianza atroz hacia el poder que abusa de su autoridad con el único fin de la consecución de sus intereses, ajenos al bien común, haciendo caso omiso de los derechos fundamentales de los ciudadanos.

Pues bien, la suma de ambas biografías generará una historia asombrosa y mucho más profunda de lo que pudiera parecer en un primer momento. El guión original del film presenta la historia de un feriante que llega a la ficticia ciudad de Holstenwall para solicitar permiso para presentar su atracción: el sonámbulo Cesare, que en estado de sopor es capaz de adivinar el futuro.
Dicho permiso es denegado y el responsable de la negativa aparece asesinado la mañana siguiente. Este será el primero de una serie de crímenes, de la que la trama del guión original hará culpable a Cesare, el sonámbulo. Sin embargo, este personaje es visto finalmente como una víctima inocente, ya que es Caligari con su poder hipnótico el que domina la mente de Cesare haciendo que éste consuma los asesinatos.
Finalmente Cesare muere, y Caligari huye hacia un psiquiátrico donde se refugia, cuando es encontrado llega una nueva sorpresa: Caligari es el director del mencionado hospital.

El mensaje de la idea original es de una enorme belleza simbólica, el Dr. Caligari representaría a la omnipotencia del poder imperial – el Reich- sobre los ciudadanos, hasta tal punto que los convierte en una máquina de matar –como ocurrió en la I guerra mundial-. Los ciudadanos están encarnados, subsumidos bajo el personaje de Cesare, un sonámbulo –es decir alguien que carece de conciencia de sus actos- que mata pero dominado, obligado y dirigido por su amo -el Imperio-.

Obvio, para no alargar en exceso la entrada, todo aquello que provocó un cambio con respecto a lo narrado hasta ahora, cuando finalmente se filma la película. En la versión definitiva se introducen dos nuevas escenas, una al comienzo y otra al final, ambas se desarrollan en el psiquiátrico mencionado anteriormente, pero ahora todo cambia. El personaje que relata la historia aparece como un enajenado mental, como un enfermo del hospital, dándole al trasfondo crítico del guion la categoría de delirio de un loco.

Aunque Kracauer sugiere que todavía es posible encontrar el lado subversivo de la cinta tal y como llegó a las pantallas, Janowitz y Mayer protestaron enérgicamente contra la mutilación de su idea primigenia. Es muy interesante analizar el enfado de ambos artistas, ellos eran conscientes de que el discurso irracional del demente hacía entender toda la película como una fantasía, como una alucinación. No olvidemos que en diversos regímenes totalitarios se ha tendido a transformar al disidente, al heterodoxo, en un enfermo mental que tergiversa la verdadera realidad que sí es captada por el régimen que detenta el poder. Desgraciadamente son muchas las personas que han sufrido internamientos y tratamientos médicos simplemente por pensar de forma distinta, por mantener otra perspectiva, y por ende no coincidente con la oficial.

Bien, podríamos seguir ahondando en torno a este asunto, pero eso me gustaría que lo hiciérais ustedes. Pinchando el siguiente enlace de youtube podéis acceder al film íntegro.

http://www.youtube.com/watch?v=xrg73BUxJLI





lunes, 13 de diciembre de 2010

Wikileaks

Convendrán conmigo en que todo lo que rodea al fenómeno Wikileaks se va tornando, a medida que pasan los días, en un asunto tan fascinante como aterrador. Si recordamos la palabra que usaban los pensadores de la Grecia antigua para referirse a la verdad, es decir el vocablo "alhtheia" nos encontramos con la identificación entre lo cierto y lo que se desoculta, lo que sale de su invisibilidad.
Todavía es muy pronto para analizar con la distancia -tan necesaria para el historiador- el fenómeno personificado por el hoy reo Julian Assange, pero el desocultamiento de esa cantidad ingente de información, que ha hecho que observemos la tramoya de la política mundial, es un hito que se antoja digno de una atención sobresaliente por todos nosotros.
Porque además, si ya no fuera suficiente con la publicación de esa posible verdadera verdad, hemos asistido estupefactos en los últimos días a una guerra virtual que encaja perfectamente con la sociedad del siglo XXI del mundo desarrollado (sic) en el que vivimos, me refiero claro está a toda esa presión, en forma de ahogo económico, que se ha ido sometiendo al portal de internet y a su cabeza visible, que después se ha visto respondida por los ataques del colectivo que se "oculta" tras el nombre de Anonymous, y que ha seguido con las respuestas de las dos principales redes sociales que han cancelado las cuentas en las que se desarrollaban la llamada Operation Payback (operación venganza) -en Facebook- y la An_operation -en Twitter-. Sin contar, además, con la trama sueca que introduce el escándalo de corte sexual en toda esta representación obscena. Y cuando digo representación obscena, quiero hacer hincapié en que no introduzco ninguna connotación moral, sino que me remito a otra posible etimología del término y que nos llevaría a la expresión latina "ob scenus" que se traduce como "lo que estrá fuera de escena". Pues bien, todo parece indicar que lo que ha estado fuera de escena -de la visión de todos nosotros- sale a escena, se hace "representación", se desoculta y pasa de ser mera intuición a convertirse en probable verdadera verdad.
Me gustaría compartir con ustedes, en relación al tema de esta entrada, el artículo de ayer que publicó Manuel Vicent en El País. Su título es Prometeo.


http://www.elpais.com/articulo/ultima/Prometeo/elpepiult/20101212elpepiult_1/Tes

Leanlo por favor.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Epicuro puente entre el ayer y el hoy.

A pesar del título de la entrada no comenzaré hablando del sabio de Samos, sino de un personaje que vivió en el siglo II d.C. cuyo nombre era Diógenes de Oinoanda (ciudad cuyos restos se encuentran en la actual Turquía), el motivo de ello nos lleva a un relato realmente interesante y fascinante.
Este Diógenes construyó en la citada localidad un enorme muro de 260 metros cuadrados en donde se encontraban inscriptas las máximas que harían llegar a los habitantes del lugar el pensamiento del autor de la Carta a Meneceo.
Pues bien, viendo un vídeo de youtube -en tres partes- dedicados al tema de Epicuro (341-270 a.C.) y la felicidad, he disfrutado enormemente al ver cómo de manera sencilla y amena se construía ese puente que citaba en el título que unía a Epicuro con Diógenes y con el Liverpool del siglo XXI.
El nexo es ese ideal de eudaimonía ataráxica que defendía el fundador del Jardín, esa felicidad que se consigue huyendo del exceso y el hartazgo, y que tan bien se muestra en el vídeo como incompatible con la sociedad consumista actual. Entre Epicuro y hoy, la imagen de ese Diógenes que construye ese recuerdo pétreo justo al lado del mercado, para recordar que la dicha no consiste en la acumulación de bienes materiales sino en el goce de la amistad y el equilibrio.


En los videos que os presento me ha parecido excelente la inclusión de un joven británico que reconoce su atracción compulsiva a los centros comerciales, su irrefrenable pasión por la compra desmedida y por la acumulación de bienes comprados.

Frente a este icono del shopping se nos va a enfrentar la figura del epicúreo de Oinoanda como hermeneuta anticipado de nuestra sociedad.


Os dejo, como ya he comentado, con las tres interesantísimas partes del vídeo Epicuro y la felicidad. Pero, además, me ha parecido oportuno -por varias cuestiones- incluir unas imágenes de una obra maestra del cine. Su título es Ciudadano Kane, y es el film que consagró en 1941, pese a su juventud, a Orson Welles, director, guinista y protagonista de la cinta.

En esta película su protagonista, un magnate de la prensa -con referente real en la figura de ...(adivinen)- muestra cómo seguir un guión (¿o guion?) vital diametralmente opuesto al epicúreo.

Por favor vean esta película.

Para finalizar, como texto maravilloso a disfrutar, también os incluyo el enlace con la Carta a Meneceo de Epicuro de Samos.



http://www.youtube.com/watch?v=u8gpjECzrpo&feature=related


http://www.youtube.com/watch?v=tdgGa_HNXlU&feature=related


http://www.youtube.com/watch?v=OWZ926uBTt8&feature=related


http://isaiasgarde.myfil.es/get_file?path=/epicuro-carta-a-meneceo.pdf

martes, 7 de diciembre de 2010

Frases (I)

Con la entrada de hoy comienzo una serie de entradas que incluirán una máxima, una frase, que tendrá la intención de haceros pensar sobre diversos temas y de animaros a compartir, aquí en el blog, vuestras reflexiones. La primera es del poeta latino Horacio (65 a.C.- 8 a.C.).
"Cada día es una pequeña vida".

lunes, 29 de noviembre de 2010

La cultura sin cultura (artículo escrito por César A. Molina).


Esta mañana me he encontrado en mi correo electrónico este interesantísimo artículo, escrito por César A. Molina y que me ha enviado mi querido amigo Eduardo -profesor del I.E.S. Leonardo da Vinci de Sevilla-.

Leedlo porque os puede abrir importantes vías de reflexión.


TRIBUNA: CÉSAR ANTONIO MOLINA
La cultura sin cultura
Los males que acucian hoy a la cultura universal son el consumismo, su conversión en mercancía. El poder de la inteligencia ha sido sustituido por el de los medios de comunicación. Todo es espectáculo
CÉSAR ANTONIO MOLINA 25/11/2010

Cuando se acaba de leer La cultura-mundo, de Gilles Lipovetsky y Jean Serroy (Anagrama 2010, traducción de Promoteo-Moya), la desazón es terrible. Y lo es no por lo que se cuenta, ya sabido, sino por la constatación documental y fehaciente de los males que acucian hoy a la cultura. No a la cultura de uno u otro país, sino a la cultura universal invadida por la industria y el consumismo y cada vez más ajena a su función secular de explicar y entender el mundo. Una cultura sometida a los gustos del público y destinada al éxito inmediato, al consumo como una mercancía más. El lector transformado en consumidor mientras, el creador, el escritor o el artista, en simple productor de servicios.

Hoy no existe más que lo que se ve en televisión, lo que ve la masa, lo que todos comparten

El peso económico en la cultura la distorsiona, la infantiliza, la empobrece
El desencanto de la vida intelectual es cada vez mayor, se nos dice. El valor de la cultura ha sufrido en las últimas décadas una depreciación irrecuperable, los grandes maestros han desaparecido (Foucault ya lo avisó), las grandes obras están solo en el pasado y un amplio sector de la vida intelectual se ha entregado al funcionariado universitario y a la comercialización. Hoy en día, la pérdida del peso que tenían las obras literarias, artísticas o filosóficas en la esfera pública es una triste realidad.

El poder de la inteligencia ha sido sustituido por el poder de los medios de comunicación que fabrican más celebridades que los círculos de eruditos e intelectuales. Celebridades que opinan desde su incultura como si fueran sabios. Hoy se escucha más a un cantante, a un deportista, o a una estrella del star-system que a un intelectual. Así lo explican los autores, Lipovetsky y Serroy: "Desacralización del mundo de las ideas, eclipse de los guías del espíritu humano, desaparición del poder intelectual". El consumidor no ha gozado jamás de tanta libertad y tanta oferta para consumir productos efímeros, y si antes la cultura proporcionaba conocimientos imperecederos, hoy día la "incertidumbre" y la "desorientación" son los sentimientos que invaden nuestro mundo democrático en una transformación de dimensiones jamás sospechadas: familia, identidad sexual, educación, moda, tecnologías, alimentación.

La cultura humanista está hoy abandonada por jóvenes entregados al becerro de oro de las redes de comunicación. Cualquier respuesta la obtienen -o creen obtenerla- allí, en el poder cada vez mayor de la información sobre el conocimiento. O, si se prefiere, en el poder cada vez mayor de la economía sobre la cultura. Las industrias de lo imaginario, del entretenimiento, se alzan sobre los valores del espíritu, la meditación, la reflexión. Lo útil sobre lo inútil. La cultura se convierte en industria, en la forma de un complejo mediático-comercial que es el motor del crecimiento de las naciones desarrolladas.

Las exportaciones de la industria cinematográfica, audiovisual, editorial, los beneficios derivados de la enseñanza de las grandes lenguas, producen hoy tantos ingresos como cualquier otra industria. Y esos beneficios también conllevan mutaciones en la cultura. Al prestigio se le opone la rentabilidad; a la reflexión, la facilidad. El peso económico en la cultura la distorsiona, la infantiliza, la empobrece. El mundo hipermoderno, tal como lo estudian estos dos autores, está organizado alrededor de cuatro polos estructuradores que configuran la fisonomía de los nuevos tiempos: hipercapitalismo, hipertecnificación, hiperindividualismo y el hiperconsumo. Es decir, la fuerza motriz de la globalización económica, la universalización técnica, la respuesta del individuo frente a la masificación y universalización y, finalmente, el hedonismo comercial como felicidad.

En medio de esta cultura sin fronteras se alza la sociedad universal de consumidores, cada vez más anónimos, más satisfechos, más alienados. La cultura va perdiendo batallas y también la política. De ello se deriva el escepticismo y desconfianza hacia los políticos, el descenso de la militancia y la confusión de las identidades ideológicas. Internet es un peligro para el vínculo social, añaden los autores de La cultura-mundo, en la medida en que, en el ciberespacio, los individuos se comunican continuamente, pero se ven cada vez menos. En esta era digital los individuos llevan una vida abstracta e informatizada, en vez de tener experiencias juntos quedan enclaustrados por las nuevas tecnologías.

Al mismo tiempo, mientras el cuerpo deja de ser el asidero real de la vida, se forma un universo descorporeizado, desensualizado, desrealizado: el de las pantallas y los contactos informáticos. Lipovetsky y Serroy, por cierto, con dos años de anticipación, resumían perfectamente la espeluznante película de David Fincher La red social, basada en la invención de Facebook, un fenómeno social tan revolucionario como inquietante.

Fue la Escuela de Fráncfort la primera que habló, hace más de medio siglo, de industria cultural, refiriéndose a la reproducibilidad de las obras de arte destinadas a un mercado de mayor consumo. Adorno y Horkheimer ya nos previnieron de los males de la cultura masificada, aunque no se imaginaron los extremos sin retorno a los que llegaríamos. Aquella alarma se ha convertido hoy en una gran amenaza y, cada vez más, la cultura revolucionaria de creación que desprecia el mercado está siendo devorada inmisericorde por la cultura industrial, menos exigente, más accesible, menos elitista, más divertida, evasiva y conformista.

En una civilización así, ¿qué queda de los ideales humanistas sobre los que se levantó la cultura occidental? ¿Qué clase de ser humano producirá esta nueva civilización? El homo sapiens se ha transformado en pantalicus, absorbido por la televisión, por las pantallas de los ordenadores. El mundo existe por las imágenes que aparecen en la pantalla y los individuos lo conocen tal como se deja ver. La televisión cambia el mundo: el mundo político, la publicidad, el ocio, el mundo de la cultura. Hoy no existe más que lo que se ve en televisión, lo que ve la masa, lo que todos comparten. Es el triunfo de la sociedad de la imagen y sus poderes.

Frente a la oralidad, frente a la escritura, frente al pensamiento, la imagen aparece como un tótem absoluto. Y, mientras tanto, los escritores, los intelectuales, los artistas negociando sus derechos de autor a través de los agentes -exactamente como en la industria del espectáculo- y empujándose para estar en las listas de los más vendidos, que ya no son por fuerza los mejores. Un libro vendido equivale a un votante. Éxito, superventas, récords, firmas masivas: lo que no se vende ya no puede ser bueno. Las obras de arte acaban en las subastas, en el mercado más escandaloso, vulgar. Todo es ya espectáculo. Los museos-espectáculo, elevados al rango de objeto turístico de masas, semejan tan solo hipermercados apenas más refinados. Los museos, antes lugares de recogimiento, son hoy espacios para el bullicio y el aturdido turismo cultural. Las obras de los museos no se contemplan, se consumen. Hay un dato interesante aportado en La cultura-mundo: según una encuesta, un visitante medio pasa entre 15 y 40 segundos mirando El rapto de las sabinas de David; entre cinco y nueve segundos, La gran odalisca de Ingres. ¿Cuántos ante Las meninas o El Guernica? Y ante esa visión relámpago ¿qué conocimiento obtendrán? Sin embargo, los museos hoy solo son relevantes por el merchandising adquirido en sus tiendas.

¿Cómo salvarnos? Estoy absolutamente de acuerdo con la solución que dan los dos filósofos: solo la educación está a la altura del problema. Pero escuela y universidad no funcionan. ¿Es aún una tarea posible? La cultura, como valor espiritual, según aprendimos de Valéry, está en vías de extinción, destronada por la industria, el consumo y la mal llamada cultura mediática. Hoy, la lectura, y lo sé por mi propia experiencia docente, no está entre las preferencias de los estudiantes, si bien en el ordenador no paran caóticamente de leer y escribir. El mismo desinterés cunde en otras actividades culturales antaño masivas: teatro, cine, conciertos de música clásica y recitales. Como Lipovetsky y Serroy comentan, el capitalismo y el placer consumista han derribado a la cultura literaria y artística del pedestal en que estaba: en ese espectro ambiental "lo insignificante tiene ya valor cultural" y las jerarquías que no hace mucho distinguían la cultura noble de la cultura de masas han desaparecido. Este es el mar de las tinieblas en que navegamos. Siempre habrá náufragos que mantengan la memoria del origen, siempre alguien se librará y cuando eso suceda, la verdadera cultura permanecerá como tabla de salvación. El libro de Lipovetsky y Serroy es una llamada de atención desesperada, una muestra nada exagerada de que nuestra civilización sufre una crisis de valores de grandes proporciones.

César Antonio Molina es escritor y fue ministro de Cultura.

martes, 16 de noviembre de 2010

Charla-coloquio



El próximo lunes día 22 de noviembre tendrá lugar una charla-coloquio sobre la resolución 1325 de la O.N.U. de la que se cumplió el decimo aniversario el pasado mes de octubre.
En dicho texto Naciones Unidas llama la atención sobre el papel de la mujer en las situaciones de conflicto y postconflicto armado que desgraciadamente se dan en nuestro planeta, asimismo subraya la necesidad de optimizar las posibilidades de que la mujer adquiera un papel más importante en momentos en los que el mantenimiento de la paz se torna especialmente difícil.
Uno de los organizadores del acto me ha transmitido su interés por la asistencia tanto de antiguos alumnos como de Bachillerato de Escuelas Francesas. Por cuestiones de aforo me pide que a finales de semana le detalle el número de asistentes, así que las personas que deseéis una invitación escribidme, por favor, un correo electrónico a federicoteromartinez@gmail.com
La charla-coloquio tendrá lugar el día citado en la sala Juan de Mairena del Centro Cultural Cajasol (c/Laraña nº4) a las 20 horas y estará a cargo de dos mujeres colombianas defensoras de los Derechos Humanos: Claudia Mejía (Sisma Mujer) y Gloria Amparo Suárez (Organización Femenina Popular).
Os dejo un interesantísimo enlace: la página de Naciones Unidas en la que están recogidas todas las resoluciones de la Organización desde su fundación, por cierto ¿está todavía en vuestra memoria la distinción kantiana entre ser y deber ser?
Saludos.

viernes, 22 de octubre de 2010

Arte on line


Quiero compartir con vosotros dos impresionantes enlaces que me han hecho llegar recientemente. Por favor disfrutadlos de verdad, relajadamente y rodeados de silencio, simplemente escuchando los respectivos acompañamientos musicales que complementan maravillosamente el festival visual.

En la Capilla sixtina hay que manejar el mouse para trasladarse por ella. Inmejorable el zoom.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Los Griegos


Bien conocida es la afirmación del poeta inglés de comienzos del siglo xix Percy Bysshe Shelley que decía “Todos somos griegos”. Precisamente podría arrancar de dicha sentencia para recomendaros el libro del helenista británico Paul Cartledge titulado Los Griegos. En dicha obra se nos presenta un interesante repaso –sobre todo para iniciarse en el tema- por una serie de quince biografías de dispares personajes que sirven –como el propio autor reconoce en el prólogo- para reivindicar tanto las semejanzas como las disonancias internas en las primeras que nos relacionan con el mundo heleno.

Nos encontramos además, en cada capítulo con una magnífica contextualización histórica, social, política y económica que influye de modo determinante a la hora de conseguir el fin deseado.

En “una secuencia más bien cronológica” partimos desde Homero y finalizamos con el conquistador Alejandro Magno pasando por otras figuras, unas más conocidas otras menos, que nos ayudan a adentrarnos en el atractivo espíritu que en muchos aspectos – no en todos evidentemente- configura el alma de millones de futuros hombres hasta hoy en día.

Tras el autor (dejemos al margen las polémicas en torno a la verdadera paternidad homérica) de la Ilíada y de la Odisea, Cartledge nos introduce en las vidas de la poetisa Safo de Lesbos, del reformista Clístenes, de la valiente Artemisa de Halicarnaso, del gran protagonista de la pentecontecia ateniense Pericles, de la pareja de hecho de éste e importante intelectual Aspasia, del tábano ateniense Sócrates, de la “olímpica” Cinisca de Esparta, del tebano Epaminondas figura importante en la expulsión de los espartanos de Beocia, de Diotima de Mantinea –quizás únicamente personaje de ficción como aparece en El Banquete platónico-, del esclavo y posteriormente liberto y triunfador en la banca Pasión de Siria y Atenas, la de Neaera de Corinto –aunque tratada realmente como fondo tras la imagen de Apolodoro hijo de Pasión-, la de Aristóteles el filósofo estagirita, y para finalizar dos capítulos dedicados a la intrigante Olimpia de Epiro y Macedonia y a su hijo el gran Alejandro.

Se trata de una lectura amena y que sirve como he mencionado para recrear esos, aproximadamente, cuatrocientos años repletos de vicisitudes que a buen seguro os interesarán.

jueves, 7 de octubre de 2010

Curiosidades (I)



Como ya saben los que me conocen, para mi supone un verdadero placer, yendo más allá de la información pertinente que corresponde al temario oficial, el contar o leer en clase anécdotas y curiosidades que pueden hacer más cercano como persona al autor que tratemos en ese momento. Eso hace que, indefectiblemente,haya ocasiones en las que me demoro en exceso,y mire de reojos al calendario para poder terminar a tiempo los temas previstos.

Este curso me planteo cambiar,en la medida de lo posible,ese modus operandi e intentar obviar dichas curiosidades. No por ello el alumnado quedará huérfano de las mismas, ya que lo me propongo es presentarlas en el blog.
Hoy para empezar, haciendo justicia al fragmento de Aristóteles del libro A de la Metafísica en el que reconoce a Tales de Mileto como el “iniciador de tal tipo de filosofía” –es decir del pensamiento en torno al problema del arché, formando parte por lo tanto del grupo de physikoi-,tenéis dos fragmentos (uno de Platón y otro del Estagirita) en el que se nos trasmite la imagen del matemático, astrónomo y político milesio, como un hombre, por un lado, absorto en sus intereses científicos y por otro desdeñoso hacia lo puramente crematístico. Asimismo incluyo un texto sobre Heráclito incluido en el estudio que del pensador de Éfeso hace Diógenes Laercio (siglo III d.C.) en su obra Vida de los filósofos más ilustres.

“Como, oh Teodoro, se dice que una aguda y graciosa esclava tracia se burló de Tales, porque, mientras observaba las estrellas y miraba hacia arriba se cayó en un pozo; ávido por observar las cosas del cielo, le pasaban desapercibidas las que estaban detrás de él y delante de sus pies”
(Platón, Teeteto)

“Pues dice que, cuando, por su pobreza, le reprochaban que la filosofía era inútil, tras haber observado por el estudio de los astros que iba a haber una gran producción de olivas, se procuró un pequeño capital, cuando aún era invierno, y que depositó fianzas por todas las presas de aceite de Mileto y Quíos, alquilándolas a bajo precio porque nadie licitó contra él. Cuando llegó el momento oportuno, al ser mucho los que a la vez y de repente las pedían, las iba alquilando al precio que quería y reunió mucho dinero, demostrando así que es fácil a los filósofos enriquecerse, si quieren, pero que no son las riquezas lo que les interesan.”
(Aristóteles, Política)

Viene a colación con respecto al primer texto recordar el siguiente epigrama de Diógenes Laercio dedicado al matemático,en el que relaciona el gusto de Tales por la observación del cielo con la muerte del filósofo que le sobrevino mientras asistía a un espectáculo deportivo:

Las gimnásticas luchas observando
atento en el estadio el sabio Tales,
arrebátole Júpiter Eleo.
bien hizo en acercarle a las estrellas
cuando por la vejez ya no podía
las estrellas mirar desde la tierra.
(Diógenes Laercio, Vida de los filósofos más ilustres)



“Heráclito, hijo de Blosón (o, según algunos, de Heraclón) de Éfeso. Tuvo su acmé en la Olimpíada 69. Llegó a hacerse sumamente altanero y desdeñoso (…) acabó por convertirse en un misántropo; se retiró del mundo y vivió en los montes, alimentándose de hierbas y plantas. Convertido por esta causa en un hidrópico, bajó a la ciudad y en enigmas le preguntaba a los médicos si ellos serían capaces de convertir en seco el tiempo lluvioso. Como éstos no le entendían, se enterró en un estercolero, en la esperanza de que, con el calor del estiércol, se iba a evaporar la hidropesía. Como ni aun así lo consiguió, murió a la edad de sesenta años.”
(Diógenes Laercio, Vidas de los filósofos más ilustres IX, 1.)
Acmé: madurez intelectual, situándose ésta a los 40 años.

domingo, 3 de octubre de 2010

Mr. Nobody

Cuando en un momento cualquiera pensamos en nosotros, en quiénes somos, automáticamente acuden a nuestra mente los recuerdos, las imágenes de nuestro pasado que han ido configurando lo que podemos llamar nuestra vida.

Sabemos que, aunque siempre estamos influidos por condicionantes diversos, en buena medida nuestra potestad de elegir va, al ejecutarse, haciéndonos transitar por uno solo de entre todos los posibles caminos que se abren entre nosotros, construyendo así el itinerario que reconoceremos como nuestra biografía.

La identidad personal –que es imposible sin la memoria- guarda todas las vicisitudes, eventualidades y decisiones que han jalonado nuestro pasado y que nos han dirigido por la vía –única, como resultado- de nuestra vida.

¿Qué ocurriría si esto no fuera así? En el caso de Mr. Nobody nos encontramos con un anciano –del cual se nos dice es el último humano que va a morir en una sociedad que ha encontrado la fórmula de la inmortalidad- que al recordar su pasado, éste se antoja absolutamente confuso ya que incluye las posibles, y por tanto diversas, vidas relacionadas con las diferentes circunstancias y decisiones que lo han rodeado desde su infancia. Como el propio personaje reconoce “mientras no se elige todo es posible”.

Esta es la experiencia que transmite el anciano, la de poseer como vivencias todas las posibilidades que se presentaron ante él a través del tiempo –incluso la de ser otro, como culmen del proceso de alteridad-, recuerda como propias todas las vidas que el azar pudo determinarle o que él pudo desear. Así de este modo, debido a esta sobresaturación vital el personaje pierde su identidad, se convierte en Nobody –nadie- ya que su obra –su vida- de la que todo hombre es cooartesano (no olvidemos todo aquello que no depende de nosotros) aparece como amorfa, un caos de imágenes, de recuerdos que no forman una biografía al uso, es decir limitada espacio-temporalmente, es decir inteligible por nuestra razón.

Este personaje al que me he referido es Mr. Nobody, protagonista de la película belga “Las vidas posibles de Mr. Nobody” del director Jaco Van Dormael y que os recomiendo encarecidamente. No adelanto más, ya que espero que os animéis y suméis comentarios sobre la cinta. Por cierto, encontraréis guiños a otras películas conocidas, y referencia a una conocida teoría astronómica.

Os dejo una selección de escenas de la película, que por cierto posee una banda sonora sobresaliente.


domingo, 26 de septiembre de 2010

Sortilegio (Manuel Vicent)

Hoy os dejo para que lo disfrutéis el magnífico artículo que ha publicado el escritor Manuel Vicent en el diario El País. El tema fundamental es el tiempo y la ubicación y comprensión en y del mismo que cada persona busca y necesita para conseguir cierta inteligibilidad de lo que llamamos vida. Es inevitable, sin querer extenderme cronológicamente en demasía, recordar a pensadores como Anaximandro de Mileto, Heráclito o Empédocles de Agrigento (ciñéndome a los albores de la filosofía occidental) que compartían esa visión del ciclo de Cronos, del ritmo temporal como clave para intentar acercarnos a los interrogantes esenciales de nuestra vida y entorno. Esa reclamación del enigmático pensador de Éfeso sobre la necesidad de atender al Logos –al que la mayoría de los hombres se mostraban como sordos- para entender, para ver más allá de lo puramente sensible parece subyacer en el artículo de Vicent. El escritor levantino además utiliza como instrumento para su propósito el famoso personaje de Oscar Wilde llamado Dorian Grey. Éste, en una operación imaginada por distintos literatos y no literatos a lo largo de siglos, consigue un pacto para conservar su juventud, o lo que es lo mismo para detener el tiempo, el devenir – o mejor dicho los estragos que dicho devenir irían haciendo mella en él-. Al fin y al cabo otro ardid para escapar a la temporalidad y sus condiciones tácitamente (sic) aceptadas, olvidando que la anulación del devenir conllevaría la anulación de todo ser –con minúsculas- tal y como nos legó cierto pensador nacido en R¨ocken.

Sortilegio
MANUEL VICENT 26/09/2010

En el interior de un cuarto oscuro permanece el retrato de Dorian Gray. Mediante el pacto que el pintor ha hecho con las leyes secretas de la belleza se produce un sortilegio. El propio Dorian Gray de carne y hueso, que le ha servido de modelo, permanecerá siempre joven a la luz del día y toda la ruina física que regala el paso del tiempo la asumirá el retrato y en él se reflejarán los vicios, caídas y deseos frustrados de la vida. En el cuarto oscuro la figura representada se irá degradando. Sus ojos se inundarán de linfa amarilla, la piel tomará un color de tierra, la cabeza lentamente se cubrirá de ceniza, aparecerán manchas ocres en el dorso de las manos y bajo las sedas ajadas de la camisa y de los pantalones de terciopelo ya raídos se le caerán flácidas las carnes, mientras el joven Dorian Gray con el atractivo inalterable en el rostro, la mirada brillante, la tensión en los músculos, seguirá seduciendo, bebiendo y bailando en fiestas interminables. Este relato de Oscar Wilde es solo literatura. En la vida corriente de cada uno el sortilegio de Dorian Gray se produce al revés. El cuarto oscuro es nuestro pasado y en él permanecen intactos el niño, el joven, el adulto, el ser fuerte y tal vez indomable que fuimos un día. Mientras a pleno sol nuestro cuerpo con los años se va destruyendo, esos seres maravillosos que nos habitaron sucesivamente, si uno no los ha asesinado, siguen vivos en el espacio oscuro de nuestra memoria. Conservan la primera inocencia, la turbulenta pubertad, los deseos juveniles de cambiar el mundo, la limpia ideología de comprometerse por los demás, el derecho a equivocarse, la firmeza del cuerpo y el mismo espíritu de libertad. Si no hubiera espejos nadie conocería su propio rostro. Solo envejeceríamos en la mirada de los otros. Ese sería un juicio inapelable. Pero esos seres vivos del pasado tan puros que llevamos dentro son también un espejo velado y la verdadera destrucción espiritual se produce cuando uno no reconoce la propia imagen al reflejarse en ellos. En este caso Dorian Gray ya viejo con todos esos seres muertos a cuestas irá en un descapotable rojo a una fiesta. Con una copa en la mano, lleno de melancolía, verá bailar en el jardín a las muchachas cubiertas de flores y esa será su condena.

Tras la lectura del artículo os propongo la del clásico de Wilde al que podéis acceder desde el siguiente enlace:

http://www.bibliotecasvirtuales.com/biblioteca/OtrosAutoresdelaLiteraturaUniversal/OscarWilde/ElretratodeDorianGray/index.asp

sábado, 18 de septiembre de 2010

Artículo sobre Schopenhauer.

CRÍTICA: LIBROS / Ensayo

Filósofo para esta época

LUIS FERNANDO MORENO CLAROS 18/09/2010

El 21 de septiembre de 1860 fallecía en Fráncfort del Meno el filósofo alemán Arthur Schopenhauer (Dánzig, 1788). Murió de repente, como siempre deseó.

El 21 de septiembre de 1860 fallecía en Fráncfort del Meno el filósofo alemán Arthur Schopenhauer (Dánzig, 1788). Murió de repente, como siempre deseó. Era un hombrecillo bajo y corpulento, de cabeza grande, enormes patillas blancas y cara de pocos amigos. Caminaba con paso vigoroso, y aún a sus setenta años gozaba de excelente salud: comía mucho, se bañaba en agua fría incluso en invierno, y sus mejores pensamientos se le ocurrían al aire libre. Siempre lo acompañaba su perrito Atma, al que apreciaba más que a cualquier ser humano; por eso cuando hacía travesuras lo insultaba llamándolo "hombre". Cuantos se cruzaban con aquel estirado personaje lo miraban con irónico respeto, pues sabían que era un sabio internacional. A su casa llegaban visitas de todo el mundo aunque sólo fuera para verlo unos minutos. Le apodaban El Buda de Fráncfort, pues al "Iluminado" remitía su doctrina filosófica. En 1818 Schopenhauer publicó El mundo como voluntad y representación, una extensa y genial obra ignorada hasta tres decenios después. Tras publicar otra gran obra: Parerga y paralipómena (1851), le sonrió la fama: sus libros se convirtieron en los mayores éxitos de ventas de finales del siglo XIX. Alemania se sumía entonces en una crisis existencial, el idealismo romántico quedaba atrás y la Revolución de 1848 había fracasado, de ahí que reinase por doquier un craso pragmatismo realista, interesado y burgués.

Aquí llegó Schopenhauer, con una metafísica que pretendía explicar la mísera y negra existencia humana. Este mundo no es hermoso -afirmaba-, sino el peor de los posibles. Y proseguía: Dios no existe, lo suplanta un demonio malévolo que convierte nuestras vidas en infiernos, consumidas entre el dolor y el aburrimiento. Y ello se debe a que la esencia más íntima de cada ser consiste en una voluntad bruta y ciega, en un deseo insaciable que nos obliga a buscar sin cesar nuevos placeres y diversiones que nunca nos colman; y encima nos acosan plagas, guerras y catástrofes naturales. De manera que la vida es un penal en el que cumplimos condena y del que sólo salimos con la muerte. Nada hay nuevo bajo el sol: el ser humano es un malvado depredador, cuya necedad lo torna incapaz de seguir la luz de la razón, que podría aportarle alguna mejoría. La filosofía teórica de Schopenhauer proponía una solución también teórica para superar la crisis absoluta de la vida: hay que renegar de la existencia y rechazar la perpetuación del dolor: no reproducir, no actuar. Asimismo, predicaba la piedad universal y la no violencia: abstenerse de dañar a los demás seres vivos, nuestros hermanos en esencia y encadenados en nuestra misma mazmorra. Junto a sus enseñanzas teóricas, Schopenhauer divulgó un "arte de vivir" de carácter más práctico, que sedujo a sus lectores. Con él quería enseñarles "si no a ser felices, al menos, a ser menos desdichados". El gélido filósofo argumentaba que la persona cabal no apetecerá la felicidad, que no existe; esperará poco de la vida y nada de sus congéneres. Lo idóneo para ella será la comodidad consigo misma y con el entorno: ahorros en el banco y mucha riqueza interior. Esposa e hijos son una carga; los amigos, o nos traicionan o son pesados a los que hay que soportar. El amor es un subterfugio con el que nos engatusa la naturaleza para propagar la especie. Queda el cultivo de la cultura y el arte, pero hay que resguardarse de los pedantes que las ostentan como profesión. En suma, Schopenhauer gruñía y se quejaba de todo cual sabelotodo regodeándose en el abismo, pero a salvo en su cómodo rinconcito. Su acritud gustó tanto en aquella Alemania deprimida como más adelante en Europa. Y también hoy goza de buena salud en nuestro país, donde cualquiera lanza críticas asesinas desde una enorme pasividad.

Gredos publicó este año una soberbia edición de su obra capital, y Herder celebra el 150º aniversario de su muerte con dos notables novedades: una monografía imprescindible firmada por Volker Spierling y el inédito Senilia. Spierling es acaso el mejor conocedor actual de Schopenhauer. En cuanto a los Senilia, Volpi y Ziegler restauraron con sumo detalle anotaciones inéditas que el maestro dejó en sus cuadernos de notas, los cajones de sastre de sus obras. Son anotaciones de un filósofo ya mayor que siempre pareció un viejo, por eso Nietzsche afirmó que la filosofía de Schopenhauer es "para los jóvenes". En efecto, lo leímos con fruición en la juventud y lo contemplamos con recelo en la madurez. Y es que, al evocar las desgracias de la existencia, Schopenhauer parece acertar con sus juicios radicales; sin embargo, algo nos dice que se equivoca. Hay que leer sus reflexiones en épocas críticas para dejar que su frío escalpelo nos destroce; pero si de verdad estamos sanos, su sesudo realismo nos obligará a reaccionar recuperando otra vez nuestras ilusiones. Así lo superaremos a él y a la crisis.

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domingo, 18 de julio de 2010

Cierre provisional -hasta septiembre-

Debido a las vacaciones veraniegas el blog permanecerá sin publicar ninguna entrada hasta el mes de septiembre; evidentemente sí estará abierto para cualquier tipo de comentario que se quiera añadir.
Os agradezco enormemente a todos el seguimiento que del mismo habéis hecho; espero que a partir del comienzo del siguiente curso académico las nuevas entradas sean de vuestro agrado.
Buen verano.

lunes, 28 de junio de 2010

Bailar -publicado por Manuel Vicent-


MANUEL VICENT
Bailar
MANUEL VICENT 27/06/2010
· ELPAIS.com
· Edición impresa
· Opinión
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El amor es como un cigarrillo que se quema a medida que se va acercando a los labios, dice la canción. Venimos de una oscuridad y de un silencio infinitos. Salimos a la luz en un punto del universo donde se está celebrando un baile, en el que se nos obliga a danzar, unos arreados por el látigo, otros al son de ese blues de Duke Ellington, que cantaba Yvie Anderson, mientras damos unas cuantas vueltas al sol, no muchas, ochenta y tantas en el mejor de los casos. Luego nos apeamos de esa noria y penetramos de nuevo en otra oscuridad infinita. La vida se quema en el aire como la brasa de un cigarrillo que se fuma siempre por última vez entre dos silencios infinitos. Volver a nacer, tal como somos, es un imposible matemático, por eso hay que considerar un milagro el haber sido invitados a este baile. Aunque haya pocos motivos para alegrarse de semejante destino, mucha gente está empeñada en que esta fiesta sea lo más placentera posible y merezca la pena haber estado vivo. Los oráculos no dejarán nunca de recitar las desgracias que van a venir, pero si uno trata de pasar algunos ratos agradables en este planeta la primera regla consiste en no estropearlo más de lo que está. Puede que la sabiduría consista en contemplar la forma en que la brasa se acerca a nuestros los labios y convertir ese suceso en una ficción maravillosa y perenne. Esa brasa contiene todas las pasiones humanas que inspiraron a Esquilo y a Sófocles, la locura que desarrollaron los personajes de Shakespeare y toda la belleza. La pantalla de plasma del televisor ha sustituido a la antigua palestra de los teatros griegos y romanos o al Globo de Londres donde se rifaban pollos en el patio de butacas mientras los reyes shakesperianos se apuñalaban en el escenario. Todas esas pasiones están condensadas en tres minutos de telediario, el tiempo que necesita la brasa para acercarse a tus labios. La realidad es una simple representación en forma de algodones azules y rosas, que sirven lo mismo para representar los cuerpos destrozados por la bomba de un suicida que los caderazos que da una modelo en la pasarela contra el destino. Hemos venido a este mundo a bailar. Unos bailarán arreados por un látigo, otros lo harán mecidos por un blues que les llenará de dulzura los cartílagos. Es verano.

miércoles, 16 de junio de 2010

Mundial de fútbol y filosofía.

Hoy he decidido dar cabida en nuestro blog a la actualidad deportiva, es bien conocido el hecho de que en estos días se está disputando el mundial de fútbol en la República de Sudáfrica. Pues bien, es el momento oportuno hacer una rápida referencia a unos de los tópicos más extendidos - sin dejar de ser simplemente falso- en nuestros días, se trata del abismo insalvable entre la cultura y el deporte del balompié.
Encontramos multitud de ejemplos de personas en las que dicha separación no es tal, y algunos de esos casos resultan verdaderamente interesantes. Tengo entendido que a J. P. Sartre le atraía este deporte, de Albert Camus qué decir, llegó a disfrutar verdaderamente de su práctica -como guardameta- y sólo su frágil salud provocó que lo abandonara, además él remarcaba el aprendizaje de carácter moral que dicho ejercicio le brindó. Tampoco me resisto a citar a Martin Heidegger, el autor del grave estudio "Ser y tiempo" el pensador abogado del ser, según se nos ha hecho llegar, era un gran admirador del jugador germano Franz Beckenbauer -actual presidente del Bayern de Munich- que fue campeón mundial con su país en 1974, dos años antes del fallecimiento del filósofo alemán. Al parecer le maravillaba la genialidad del capitán del equipo teutón.
Como no podías ser menos vamos a ponerle imagen a la entrada de hoy, en este caso una visión humorística de la misma a cargo de los fantásticos humoristas británicos Monty Python. Se trata de una parodia bastante conocida desde su creación y creo que bastante difundida en la red. En ella asistimos a un partido de fútbol entre filósofos, filósofos griegos contra pensadores alemanes.
Disfrutadla.

jueves, 3 de junio de 2010

Pequeño enigma (III)

En primer lugar me gustaría que se reconociera al autor del siguiente verso:

"Cada sol repetido es un cometa". Además de decir quién es el escritor, hay que añadir el significado de la imagen, y por tanto esclarecer qué nos quería mostrar con la misma.

Posteriormente os recomiendo el visionado del siguiente anuncio, según youtube censurado, para que a continuación se haga un comentario del mismo, relacionándolo con el verso propuesto anteriormente.

http://www.youtube.com/watch?v=Ca41pt-v_s8

sábado, 22 de mayo de 2010

El monstruo que todo lo come

VICENTE VERDÚ
El monstruo que todo lo come
VICENTE VERDÚ 22/05/2010 -Publicado en el diario El País-.

Todo se lo come, todo se lo traga el muñeco gordo Holle Bolle Gijs. El parque temático más viejo de Europa, Efteling, donde se halla este popular personaje holandés, está dedicado al mundo de los Elfos y los cuentos de hadas. Un mundo mágico, tan insondable como inexplicable o irracional. Muy similar a la abstrusa naturaleza de esta Gran Crisis.
Holle Bolle Gijs, gordísimo y con expresión asustada, abre su gran boca para que los niños echen en ella todos los residuos, basuras y objetos que encuentran alrededor o traigan de casa. Su fama reside en que traga sin límite alguno, tal como se comporta el agujero (¿agujero?) de la economía actual.
El personaje ha logrado popularidad no por lo que realiza, sino precisamente por el vacío que lleva dentro. En una fase, puede parecer que va saciándose, pero pronto su voracidad renace y su capacidad de deglutir no tiene fin. Es decir, más o menos como viene ocurriendo con los cientos de miles de millones de euros o dólares que se disponen para la alimentación del sistema, cuyo estómago, sin embargo, no hace más que sembrar más hambre alrededor.
Hasta ahora mismo, esta crisis económica se consideraba la mayor desde la Segunda Guerra Mundial. Durante el fin de semana pasado, sin embargo, Jean Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo, proclamó que la magnitud del presente desastre nos llevaba hasta el final de la Primera Guerra Mundial.
Salto a salto, retroceso a retroceso, nos vemos siendo sumidos en el fondo de otro fondo y así sucesivamente hasta alcanzar este punto de vértigo en que se habla de una posible caída libre o una suerte de precipitación en el vacío puesto que ni aquí ni allá, ni esto o aquello, sirven como asideros ante el cero total.
No es, además, la economía financiera el elemento exclusivo que vaticina este desplome. Junto a la voracidad con que el Holle Bolle Gijs se traga simbólicamente el dinero, las superdotaciones estatales, las garantías oficiales o las inversiones, especulativas o no, la época se define por su vacío de líderes, ausencia de patrones o estrategias, disipación de valores fuertes, desintegración de los partidos políticos, de la justicia o los gobiernos, veladura de los padres, voladura de la iglesia, vacíos de pensamiento, auge del despido, ausencia creciente en las pérdidas de fisicidad, dentro y fuera de Internet.
El mundo entero parece convertido en la gran boca del muñeco holandés. O de otro modo, tras la plétora forjada en los 15 años anteriores a esta Gran Crisis que culminaron en la globalización total -la plenitud de la totalidad- sucede este giro de lo lleno a lo vacío, del sentido al sinsentido, de la figura a la máxima abstracción.
Y no ya la abstracción plástica que se podía ver y tocar, sino a la abstracción de esa abstracción. La última bienal de Sao Paulo exponía un espacio vacío y de esta manera se mostró el museo Pompidou tras haber culminado su reforma. El vacío como exposición y, recíprocamente, el espectador como sujeto del vacío, sujeto al vacío.
Ya en 2004, el Institute of Contemporary Art de Filadelfia llamó a su exposición The big Nothing, (La gran nada) como síntoma de lo que acaso estaba forjándose en el exceso de plenitud. A la saciedad sigue el vómito y al vómito la sensación de haber perdido el sentido central.
Mientras crece el vacío aumentan los objetos atraídos y engullidos por él. Como en el parque de Efteling, la alimentación del sistema son ya pobres detritus: indigentes, parados, pensionistas sin pensión, dependientes sin ayudas, funcionarios sin función.
Una cola de varias horas soportan los turistas que desean visitar, en la actual feria internacional de Sanghai, el pabellón británico del artista y arquitecto de moda, Thomas Heatherwick. ¿Qué encuentran, por fin, en su interior? Vacío, ausencia, nada: exactamente el contenido más cool de nuestra presente sima económica.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Schopenhauer y la risa

En la presente entrada pretendo desviarme un poco de la senda sobria y a veces algo grave por la que acostumbra a conducirse este blog. Pienso que será de agradecer dedicarle un espacio a algo tan saludable como la risa. Pero no olvidemos que también ha habido interesantísimas reflexiones acerca de ella y de su causa

En su famosa obra El mundo como voluntad y representación Schopenhauer incluye una explicación, una teoría acerca de la risa, ese fenómeno privativo de la especie humana. Del texto al que me refiero os extraigo unas líneas que quizás condensen de forma clara la opinión del filósofo de Danzig.

“La risa no tiene otra causa que la incongruencia repentinamente percibida entre un concepto y el objeto real que por él es pensado en algún respecto, y es sólo expresión de tal incongruencia”.

Por lo tanto Schopenhauer incide en que el desacuerdo entre el concepto, producto de la razón, y la intuición sensible –aunque ésta no sea estrictamente necesaria- provoca lo que denominamos risa. Entre el concepto ya conocido elaborado a partir de la experiencia y el objeto que subsumimos bajo dicho concepto provocamos el desencuentro considerado como hilarante.

En un interesantísimpo artículo sobre la risa, el profesor de filosofía Alfredo Fernández Tresguerres recoge la visión schopenhaueriana del tema que tratamos, la explica e incluso la somete a la terminología kantiana cuando dice que “La incongruencia se produce entre el ámbito de la Estética Trascendental y la Analítica Trascendental, de las que hablaba Kant, aunque en el chiste no tiene necesariamente por qué haber una intuición sensible: puede tratarse de un concepto subordinado a otro concepto genérico, pero, en todo caso, la imaginación se encargará de sustituirlo por una representación sensible”.

Seguidamente añade “Schopenhauer compara lo risible a un silogismo cuya mayor fuese impecable, pero que asociada con una menor inesperada y sorprendente, da lugar a una conclusión risible.”

Por lo tanto si profundizamos levemente en lo expuesto, el humor nos permite, en cierto modo, rebasar la razón que cotidianamente modela nuestra visión del mundo, de la realidad, escapar de la pura racionalidad y de la mera lógica; por cierto recuerden lo bien que nos sentimos cuando reímos.

Viendo una serie de anuncios televisivos de cierto grupo de comunicación, no es descabellado pensar que quizás sus publicistas tuvieran en mente al ingenioso Schopenhauer. Los anuncios son los que siguen:

http://www.youtube.com/watch?v=Pim-1Zj8Ttk

http://www.youtube.com/watch?v=QkoZHVmzIc4

http://www.youtube.com/watch?v=0kwTlSfw3bI

La cita de Schopenhauer está tomada de la página 60 de El mundo como voluntad y represerntación de la editorial Porrúa.

Os dejo también el enlace del artículo de Alfonso Fernández.

http://www.nodulo.org/ec/2002/n008p03.htm

lunes, 10 de mayo de 2010

El esperanto.

En la novela Niebla –de la que hablé en la última entrada-, Unamuno introduce un personaje secundario muy peculiar. Se trata de D. Fermín, éste se autodenomina como anarquista teórico y místico y además se manifiesta como conocedor y firme defensor del esperanto.

El esperanto es una lengua construida con la intención de convertirla en idioma internacional y así salvar el Babel universal que impide las más de las veces la comprensión entre los hombres. Sus reglas son bastante simples, para así facilitar su aprendizaje a las personas que deseen unirse al proyecto ideado por el oftalmólogo ruso –hoy su ciudad natal pertenece a Polonia- y creador del esperanto L.L. Zamenhof (1859-1917).

Precisamente la experiencia vital de Zamenhof, ya que fue testigo directo de los conflictos entre diversos grupos con distintas lenguas que vivían en el Imperio Ruso, le hizo concebir la idea de un idioma que sirviera para ayudar al entendimiento entre los seres humanos, manteniendo de todas formas cada uno su lengua materna pero sin imponer ninguna de ellas sobre el resto.

El primero de los enlaces que os ofrezco hoy contiene información general sobre el esperanto, además de otras secciones que se incluyen en la página..
El segundo presenta un curso gratuito de esperanto a través de Internet, en el que podréis empezar de cero, comprobando la simpleza de sus normas.

http://www.delbarrio.eu/queeseo.htm
http://es.lernu.net/helpo/kiel_komenci/index.php

lunes, 3 de mayo de 2010

Unamuno y Blade Runner.

En 1982 Ridley Scott rodó Blade Runner, esta película se convirtió rápidamente en una cinta de culto y en uno de los títulos más representativos del género de ciencia ficción. La acción se sitúa en Los Ángeles del año 2019, y su protagonista principal (interpretado por Harrison Ford) es un policía retirado que había desempeñado una especialísima misión: acabar con los denominados replicantes.

¿Qué/quiénes son los replicantes? Éstos representaban el magno producto de la ingeniería genética de la época, seres artificiales cuasi humanos que “nacían” en laboratorios creados por científicos –como los habitantes del mundo feliz ideado por A. Huxley-.

La gama más alta de estos replicantes era la compuesta por los Nexus 6. Estos androides poseían una particularidad muy especial: habían, con el tiempo, desarrollado la característica esencial por excelencia del ser humano, es decir la conciencia. Se habían generado en ellos sentimientos, emociones que reconocían como propias, como relativas a una identidad concreta.

Los replicantes fueron usados como esclavos en la construcción de colonias humanas extraterrestres, pero hubo un momento en que se rebelaron contra el hombre, y éste se encargó desde ese momento de perseguir y retirar (matar) a todos los que eran detectados en la tierra.

Pues bien, la película se sitúa en el momento en el que se tiene noticia de la llegada de un grupo de Nexus 6 a la tierra. Es entonces cuando los Blade Runner –grupo policial encargado de retirar a los androides- reclutan al retirado policía encarnado por Harrison Ford para, de nuevo, encargarse de la peligrosa misión.

Obvio el desarrollo de la historia -disfrutadla vosotros viendo la película- pero sin embargo me gustaría centrarme en una escena, una escena que siempre me ha parecido la más profunda y plena de sentido. En ella un Nexus 6, con conciencia de identidad como he subrayado anteriormente, consigue entrar en la casa del científico que lo creó, el responsable de su existencia. ¿Qué motivos lo empujaban a dicha visita? Simplemente el deseo –tan humano- de obtener respuestas a diversos y esenciales porqués. Y entre éstos, el porqué de su finitud, esa finitud que conocía y sentía como límite y como fondo; el ser creado le reconoce a su creador que le preocupa especialmente una cosa, la muerte. Estaban programados para vivir un corto espacio de tiempo, y esa conciencia desarrollada, se hace entonces conciencia de finitud –esa conciencia definitoria del ser humano-. El ser artificial acaba haciéndose las preguntas universales de carácter existencial propias del hombre. El androide explicita –en un gesto que nos evoca la angustia unamuniana- que quiere seguir siendo él, no quiere desaparecer.

Este es el enlace para la escena: http://www.youtube.com/watch?v=ZgGnuGdl4DU

He usado ex profeso el término unamuniano ya que me gustaría plantear la siguiente cuestión ¿podemos localizar puntos de encuentro entre el film de R. Scott y la obra del filósofo vizcaíno titulada Niebla?

A esa pregunta yo respondería categóricamente que sí, en la novela citada el personaje principal, Augusto Pérez, decide, tras una serie de infortunios, quitarse la vida. Pero antes se dirige a Salamanca para entrevistarse con Miguel de Unamuno –su creador-.

Os recomiendo muy sinceramente la lectura de esta obra de principios del siglo XX, obra que alcanza nivel de genialidad en la narración de la conversación entre personaje y autor. El escritor le responde a Augusto que de suicidio nada de nada –siempre que D. Miguel no lo decida motu propio- es decir le deja manifiestamente claro que él es su autor y su vida –la del ser creado- está del todo en sus manos.

Es en el momento en el que Unamuno le hace ver esa realidad, cuando en Augusto –que parece desdecirse de su deseo anterior- aparece la idea de que la suerte está echada, idea que le provoca la angustia existencial tan presente en la obra del intelectual muerto el último día de 1936, de hecho su personaje llega a clamar, ante la evidencia de su suerte pendiente del arbitrio del escritor, “quiero vivir, vivir... y ser yo, yo, yo.” –palabras que de forma casi idénticas leemos en algunas páginas de Unamuno.
Hay posibilidades para, desde luego, ampliar esta sucinta relación que he querido establecer......pero para eso estáis todos los que queráis profundizar. Ánimo.

miércoles, 28 de abril de 2010

El primer hombre

Hace pocas fechas releí El primer hombre de Albert Camus, dicho reencuentro tuvo un origen docente, ya que una alumna de segundo de bachillerato me pidió examinarse voluntariamente de él.

Ahora os recomiendo a todos, encarecidamente, su lectura. Esta obra inconclusa contiene las notas que el propio Camus llevaba en el coche en el que falleció en accidente el 4 de enero de 1960 a la edad de 47 años.

La narración autobiográfica, que gira en torno a los recuerdos de un Camus que iniciaba la cuarentena de edad, presenta un emotivo trasfondo: la figura de su padre muerto, cuando el futuro escritor apenas contaba un año de vida, en Francia en plena I Guerra Mundial.
La ausencia del padre, el enorme amor hacia la madre y su infancia caracterizada por una misérrima situación económica marcarán el carácter del autor de obras como El Extranjero o también de El mito de Sísifo.

No es la intención de esta entrada hacer un comentario pormenorizado de la obra, simplemente deseo presentárosla y subrayar la riqueza que podréis encontrar en sus páginas.

Como adelanto adjunto dos cartas que aparecen al final de la edición que publica en español la editorial Tusquets. La primera es remitida por Albert Camus al señor Germain –su profesor de educación primaria, y figura absolutamente decisiva en su vida- muy poco tiempo después de ganar el premio Nobel de Literatura. La segunda es la respuesta del propio Germain. Ambas cartas están impregnadas de una gran humanidad y de una firme creencia, al fin y al cabo, en las posibilidades de una moral fraternal.



París, 19 de noviembre de 1957.
Querido señor Germain:
Esperé a que se apagara un poco el ruido que me ha rodeado todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza y su ejemplo, no hubiese sucedido nada de todo esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo.
Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y de corroborarle que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso en ello continuarán siempre vivos en uno de sus pequeños escolares, que, pese a los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido.
Lo abrazo con todas mis fuerzas.
Albert Camus.
El maestro escribe a Camus:
Mi pequeño Albert:
He recibido, enviado por ti, el libro Camus, que ha tenido a bien dedicarme su autor, el señor J.-Cl.Brisville.
Soy incapaz de expresar la alegría que me has dado con la gentileza de tu gesto ni sé cómo agradecértelo. Si fuera posible, abrazaría muy fuerte al mocetón en que te has convertido y que seguirá siendo para mí "mi pequeño Camus".
Todavía no he leído la obra, salvo las primeras páginas. ¿Quién es Camus? Tengo la impresión de que los que tratan de penetrar en tu personalidad no lo consiguen. Siempre has mostrado un pudor instintivo ante la idea de descubrir tu naturaleza, tus sentimientos. Cuando mejor lo consigues es cuando eres simple, directo. ¡Y ahora, bueno! Esas impresiones me las dabas en clase. El pedagogo que quiere desempeñar concienzudamente su oficio no descuida ninguna ocasión para conocer a sus alumnos, sus hijos, y éstas se presentan constantemente. Una respuesta, un gesto, una mirada, son ampliamente reveladores. Creo conocer bien al simpático hombrecito que eras y el niño, muy a menudo, contiene en germen al hombre que llegará a ser. El placer de estar en clase resplandecía en toda tu persona. Tu cara expresaba optimismo. Y estudiándote, nunca sospeché la verdadera situación de tu familia. Sólo tuve una impresión en el momento en que tu madre vino a verme para inscribirte en la lista de candidatos a las becas.
(…)He visto la lista en constante aumento de las obras que te están dedicadas o que hablan de ti. Y es para mí una satisfacción muy grande comprobar que tu celebridad (es la pura verdad) no se te ha subido a la cabeza. Sigues siendo Camus: bravo. [...]
Hace ya bastante tiempo que no nos vemos.
Antes de terminar, quiero decirte cuánto me hacen sufrir, como maestro laico que soy, los proyectos amenazadores que se urden contra nuestra escuela. Creo haber respetado, durante toda mi carrera, lo más sagrado que hay en el niño: el derecho a buscar su verdad. Os he amado a todos y creo haber hecho todo lo posible por no manifestar mis ideas y no pesar sobre vuestras jóvenes inteligencias. Cuando se trataba de Dios (está en el programa), yo decía que algunos creen, otros no. Y que en la plenitud de sus derechos, cada uno hace lo que quiere. De la misma manera, en el capítulo de las religiones, me limitaba a señalar las que existen, y que profesaban todos aquellos que lo deseaban. A decir verdad, añadía que hay personas que no practican ninguna religión. Sé que esto no agrada a quienes quisieran hacer de los maestros unos viajantes de comercio de la religión, y para más precisión, de la religión católica. En la escuela primaria de Argel (instalada entonces en el parque Galland), mi padre, como mis compañeros, estaba obligado a ir a misa y a comulgar todos los domingos. Un día, harto de esta constricción. ¡metió la hostia "consagrada" dentro de un libro de misa y lo cerró! El director de la escuela, informado del hecho, no vaciló en expulsarlo. Esto es lo que quieren los partidarios de una "Escuela Libre" (libre... de pensar como ellos). Temo que, dada la composición de la actual Cámara de Diputados, esta mala jugada dé buen resultado. Le Canard enchaîné ha señalado que, en un departamento, unas cien clases de la escuela laica funcionan con el crucifijo colgado en la pared. Eso me parece un atentado abominable contra la conciencia de los niños. ¿Qué pasará dentro de un tiempo? Estas reflexiones me causan una profunda tristeza.[...]Recuerda que, aunque no escriba, pienso con frecuencia en todos vosotros.Mi señora y yo os abrazamos fuertemente a los cuatro. Afectuosamente vuestro.

domingo, 18 de abril de 2010

La nada

Ayer cayó en mis manos un libro, realmente atractivo, de relatos breves "Cuentos para leer en el bus". En este volumen se pueden encontrar historias narradas por escritores consagrados como Chejov, Kafka, Apollinaire, Bierce, Poe etc.

Me recomendaron encarecidamente que comenzara, no por el primero como sería habitual, sino por el segundo, escrito por el ruso Leonid Andréiev (1871-1919) y cuyo titulo es "La nada". Me encontré con un argumento fascinante y conmovedor; para que os llegue a todos aquí reproduzco el citado relato.

Todo el desarrollo del argumento, y sobre todo su final, merecen un buen comentario.

A disfrutar.

La Nada.
Por Leonid Andreiev.


Se estaba muriendo un alto dignatario, viejo, importante; un gran señor que tenía mucho apego a la vida. Era para él muy penoso morir; no creía en Dios ni comprendía porqué moría y lo dominaba el terror. Era horrible ver cómo sufría.Su vida era grande, rica y llena de interés; su corazón y su cerebro estaban siempre preocupados y satisfechos. Pero estaban cansados, agotados, casi como todo su cuerpo por otra parte, que se iba enfriando poco a poco. Sus ojos y sus oídos, acostumbrados a ver y oír siempre lo bello, estaban igualmente cansados, y la alegría misma pesaba demasiado sobre su pobre corazón, harto trabajado. Cuando todavía no se estaba muriendo pensaba en la muerte; algunas veces con cierto placer. Se decía que le daría el reposo, que le libraría de todos aquellos abrazos, muestras de estimación y relaciones que tanto le fastidiaban. Sí, lo pensaba con placer; pero ahora, estando a punto de morir, sentía que un horror indescriptible penetraba en su alma.Quisiera vivir todavía un poco, aunque no fuera más que hasta el lunes próximo, mejor aún hasta el miércoles o jueves. Pero no sabía con precisión el verdadero día de su muerte, ya que en la semana hay solamente siete.Y precisamente aquel día desconocido se presentó ante él un diablo muy ordinario, como muchos. Se introdujo en la casa disfrazado de cura; pero el alto dignatario comprendió en seguida que el diablo no había ido allí por ir, y se puso alegre. "Una vez que el diablo existe la muerte no es realidad; por el contrario, la inmortalidad es algo real. En rigor, si la inmortalidad no existe se puede prolongar la vida vendiendo el alma en condiciones ventajosas.) Esto era evidente, casi claro.Pero el diablo tenía un aspecto cansado y aburrido. Durante un rato bastante largo no dijo nada y miró a su alrededor con una mueca de disgusto, como si se hubiera equivocado de dirección. Esto inquietó al dignatario, que se apresuró a ofrecer un sillón al diablo. Pero aun después de sentado el diablo conservaba su aire aburrido y guardaba silencio."¡Helos aquí tales como son! -pensó el dignatario examinando con curiosidad al visitante-. ¡Dios mío, qué hocico tan desagradable! Ni en el infierno debe pasar por guapo."-Yo me lo figuraba a usted de otro modo -dijo en voz alta.-¿Qué? -preguntó el diablo haciendo un gesto.-Yo no me lo figuraba a usted así.-¡Tonterías!Todo el mundo le decía lo mismo al verle por primera vez, y esto le fastidiaba."Y sin embargo, no puedo ofrecerle té o vino -se dijo el dignatario-. Quizá ni siquiera sepa beber."-¡Bueno, ya está usted muerto! -comenzó el diablo con tono flemático.-¿Qué es lo que dice usted? -exclamó indignado el dignatario-. ¡Estoy vivo todavía!-No diga tonterías -respondió el diablo, y continuó-: Está usted muerto... Y bien, ¿qué hacemos ahora? Este es un asunto serio y hay que tomar una decisión...-Pero ¿es de veras que... estoy muerto? Puesto que hablo...-¡Ah, Dios mío! Cuando sale usted de viaje, ¿no tiene que pasar por la estación antes de subir en el tren? Ahora está usted en la estación, precisamente...-¿En la estación?-Sí.-Ahora comprendo. Entonces, ¿esto ya no es yo? ¿Y dónde estoy yo? Es decir, mi cuerpo...-En una habitación vecina. Le están lavando ahora con agua caliente.Al dignatario le dio vergüenza, sobre todo cuando pensó en su vientre cubierto de espesas capas de grasa. Pensó además que son siempre las mujeres quienes lavan a los muertos.-¡Esas costumbres estúpidas! -dijo con cólera.-Eso no es cuenta mía -objetó el diablo-. No perdamos tiempo y vamos al grano... Tanto más cuanto que empieza usted a oler mal.-¿En qué sentido?-En el sentido más ordinario; se empieza usted a pudrir, y eso huele muy mal. ¡Pero ya estoy harto de sus preguntas! Tenga la bondad de escuchar bien le que voy a decirle: no lo he de repetir.Y en términos lleno de enojo, con una voz cansada de repetir siempre la misma cosa, expuso al dignatario lo que sigue:El viejo dignatario muerto tenía ante sí dos perspectivas a elegir: o pasar a la muerte definitiva, o bien aceptar una vida de un género especial un poco extraño, capaz de provocar dudas. Tenía libre la elección. Si elegía lo primero sería la nada, el silencio eterno, el vacío...-"¡Dios mío, eso precisamente era lo que me daba siempre horror!", pensó el dignatario.-Eso era el reposo imperturbable -dijo el diablo examinando con curiosidad el techo tallado-. Desaparecerá usted sin dejar ninguna huella, sin existencia. Tendrá un fin absoluto, no hablará usted jamás, ni pensará, ni deseará nada, ni experimentará alegría ni dolor; nunca pronunciará la palabra "yo"; en fin, no existirá usted ya, se extinguirá, cesará de vivir, se hará nada...-¡No, no quiero! -gritó con fuerza el dignatario.-¡Y, sin embargo, eso sería el reposo! Eso también vale algo. Un reposo tal que es imposible imaginársele más perfecto.-¡No, no quiero reposo! -dijo decididamente el dignatario mientras su corazón cansado no imploraba más que reposo, reposo, reposo.El diablo alzó sus hombros peludos y continuó con un tono fatigado, como el viajante de un almacén de modas al fin de una jornada de trabajo.-Pero, por otro lado, voy a proponerle a usted la vida eterna...-¿Eterna?-Que sí. En el infierno. No es eso precisamente lo que usted hubiera deseado, pero así y todo es la vida. Tendrá usted algunas distracciones, conocimientos interesantes, conversaciones... y sobre todo conservará su "yo". En fin, habrá de vivir usted eternamente.-¿Y sufrir?-Pero ¿qué es eso del sufrimiento? -y el diablo hizo una mueca-. Eso parece terrible hasta que uno se acostumbra. Y debo decirle a usted que es precisamente de la costumbre de lo que se lamentan allí.-¿Hay allí mucha gente?-Bastante... Sí, se lamentan tanto que últimamente hasta hubo perturbaciones bastante graves: reclamaban nuevos suplicios. Pero ¿dónde encontrar esos suplicios nuevos? Y, sin embargo, aquellas gentes gritaban: "¡Esto es la rutina! ¡Esto se ha hecho trivial!"-¡Qué brutos son!-Sí, pero vaya usted a llamarles a la razón. Felizmente, nuestro Maestro...El diablo se levantó respetuosamente y su rostro adquirió una expresión aún más desagradable. El hombre hizo también un gesto cobarde para manifestar su respeto.-Nuestro Maestro ha propuesto a los pecadores que se martiricen ellos mismos...-¿Una especie de autonomía? -dijo sonriendo el dignatario.-Sí, lo que usted quiera... Ahora los pecadores se rompen la cabeza... ¡Vamos, querido, hay que decidirse!El otro reflexionó, y teniendo ahora plena confianza en el diablo le preguntó:-¿Qué me recomendaría usted?El diablo frunció las cejas.-No, en cuanto a eso... no soy amigo de dar consejos.-Entonces no quiero ir al infierno.-Muy bien, será como usted guste. No tiene usted más que poner su firma.Desplegó ante el dignatario un papel muy sucio, que más bien parecía un moquero que un documento tan importante.-Firme aquí -y señaló con su garra-. Digo, no, aquí no. Aquí se firma cuando se elige el infierno. Para la muerte definitiva es aquí donde hay que firmar.El dignatario, que había cogido ya la pluma, la dejó en seguida sobre la mesa y suspiró.-Naturalmente -dijo con un tono de reproche-, eso a usted lo mismo le da; pero a mí... Dígame, si gusta: ¿con qué se martiriza allí a los pecadores? ¿Con el fuego?-Sí, con el fuego también -respondió con flema el diablo-. Tenemos días de asueto.-¿De veras? -exclamó con alegría el hombre.-Sí, los domingos y días de fiesta se descansa. Y además hemos introducido la semana inglesa: los sábados no se trabaja más que desde las diez de la mañana hasta el medio día.-¡Vaya, vaya! ¿Y por Navidad?-Por Navidad, lo mismo que por Pascuas, se dan tres días libres. Aparte de esto se da un mes de vacaciones en el verano.-¡Vamos, eso es muy liberal! -exclamó el otro con alegría-. No me lo esperaba... Pero dígame, en rigor ¿aquello es malo, lo que se dice malo, malo?...-Tonterías! -respondió el diablo.El dignatario tuvo un sentimiento de vergüenza. El diablo estaba visiblemente de mal humor; probablemente no había dormido aquella noche, o bien hacía mucho tiempo que estaba mortalmente aburrido de todo aquello: de dignatarios muriéndose, de la nada, de la vida eterna...El dignatario vio barro en la pierna derecha del diablo. "No son muy limpios", se dijo.-Entonces -repuso el hombre-, ¿es la Nada?-La Nada -repitió el diablo como un eco.-¿O la vida eterna?-O la vida eterna.El hombre se puso a reflexionar. En la habitación vecina habían terminado ya el servicio fúnebre en su honor y él seguía reflexionando. Y los que le veían en su lecho mortuorio, con su rostro grave y severo, no adivinaban qué extraños pensamientos asaltaban su cráneo frío. Tampoco veían al diablo. Olía a incienso, a cirios ardiendo y alguna otra cosa más.-La vida eterna -dijo el diablo pensativo, cerrando los ojos-. Se me ha recomendado muchas veces que les explique lo que eso quiere decir. Creen que no me expreso con suficiente claridad; pero ¿es que estos idiotas la pueden comprender?-¿Es de mí de quien habla usted?-No solamente de usted... Hablo en general. Cuando se piensa en todo esto...Hizo un gesto de desesperación. El dignatario intentó manifestarle su compasión.-Le comprendo. Es un oficio penoso el suyo, y si yo por mi parte pudiera...Pero el diablo se enfadó.-¡Le ruego a usted que no toque a mi vida personal o me veré obligado a enviarle a usted al diablo! Se le presenta una cuestión y usted no tiene más que responder: ¿la muerte o la vida eterna?Pero el dignatario seguía reflexionando y no podía decidirse. Fuera porque su cerebro comenzara a abismarse o porque nunca hubiera sido muy sólido, el dignatario se inclinaba más bien a la vida eterna. ‹¿Qué es eso del sufrimiento?", se decía. ¿No había sido toda su vida una serie de sufrimientos? Y, sin embargo, amaba la vida. No temía los sufrimientos. Pero su corazón cansado pedía reposo, reposo, reposo...En este momento se le conducía ya al cementerio. A las puertas del departamento de donde había sido jefe se detuvo el cortejo y los curas dieron comienzo a un oficio religioso. Llovía, y todo el mundo abrió los paraguas. El agua a chorros caía de los paraguas, corría por el suelo y formaba charcos en el pavimento."Mi corazón está cansado hasta de las alegrías", continuaba reflexionando el dignatario que conducían al cementerio. "No pide más que reposo, reposo, reposo. Quizá sea demasiado estrecho mi corazón, pero estoy terriblemente cansado..."Y estaba casi decidido por la Nada, la muerte definitiva. Se había acordado de un corto episodio. Fue antes de caer enfermo. Tenía gente en casa, se reían. Él también reía mucho, a veces hasta llorar de risa. Y, sin embargo, precisamente en el momento en que se creía más feliz sintió de repente un deseo irresistible de estar solo. Y para satisfacer este deseo se escondió, como un muchacho que teme que lo castiguen, en un rinconcito.-¡Pero despache usted! -le dijo el diablo con tono disgustado-. ¡El fin se acerca!Hizo mal en pronunciar aquella palabra; el dignatario casi se había decidido por la muerte definitiva, pero la, palabra "fin" le espantó y experimentó un deseo irresistible de prolongar su vida a cualquier precio. No comprendiendo ya nada, perdiéndose en sus reflexiones, no pudiendo tomar decisión neta, remitió la solución al Destino.-¿Se puede firmar con los ojos cerrados? -preguntó tímidamente.El diablo le echó una mirada bizca y respondió:-¡Siempre tonterías!Pero probablemente todos aquellos tratos le tenían fatigado; reflexionó un instante, suspiró y puso de nuevo ante el dignatario el pequeño papel, que más bien parecía un moquero sucio que un documento importante.El otro tomó la pluma, sacudió la tinta, cerró los ojos, puso el dedo sobre el papel y... precisamente en el último momento, cuando había firmado ya, abrió un ojo y miró.-¡Ah, qué es lo que he hecho! -gritó con horror, arrojando la pluma.-¡Ah! -le respondió como un eco el diablo.Las paredes repitieron esta exclamación. El diablo, marchándose, se echó a reír. Y cuanto más se alejaba, más ruidosa se hacía su risa, semejando una serie de truenos...En este momento se procedía ya al entierro del alto dignatario. Los pedazos de tierra húmeda caían pesadamente, con un ruido sonoro, sobre la tapa del ataúd. Podría creerse que el ataúd estaba vacío, que no había nadie dentro: tan sonoro era aquel ruido.


Texto tomado de www.lamaquinadeltiempo.com

miércoles, 31 de marzo de 2010

Otro enigma

De nuevo os propongo una interesante investigación, leed los siguientes versos:


No pienses en el día oscuro en el día en que nadie responde,
en el día en que tienes a un dios enfrente.
Piensa en la otra jornada, aquella en que venciste al enemigo
o ganaste en el juego, aquel día feliz en que todo te sonreía.
Que tu ejemplo en la vida sea siempre lo que gozaste, no el sufrimiento.



Desde la mañana a la noche, tanto en día
festivo como de trabajo, todos – la plebe y los patricios-
se agitan bulliciosos en el foro y no salen de él.
y todos, todos
se encuentran entregados a un solo afán,
a un único arte: estafarse hábilmente,
luchar mediante engaños, hacerse trampas,
adular y fingirse tontos, simular buena fe,
quebrantar la palabra dada, traicionar al amante,
como si todos fuesen enemigos de todos.

¿Quién los escribió? ¿cuándo y dónde vivió el autor? ¿qué temática abordan estos versos? ¿podrías relacionarlo con cualquier otro pensamiento que conozcas- se haya visto en clase o no-?

domingo, 28 de marzo de 2010

Apagón mundial

Hace pocos días, supongo que ya es bien sabido ya que fue repetido en varias ocasiones por televisión, multitud de ciudades de todo el mundo apagaron las luces de sus edificios más emblemáticos. La medida quería llamar la atención sobre el sobregasto energético al que diariamente sometemos a nuestro planeta.
Sinceramente no sé hasta que punto puede ser productiva dicha acción, o si quedará finalmente en mera y simple imagen, una más de las miles que conforman nuestro día a día. De todas formas un saludo y un reconocimiento a todas las personas que creen que es posible llamar la atención y educar acerca del medio que les dejaremos a las generaciones venideras.
No viene además nada mal recordar las palabras de Hesíodo sobre Gea (la tierra) en su Teogonía:
"En primer lugar existió el Caos. Después Gea la de amplio pecho, sede siempre segura de todos los inmortales que habitan la nevada cumbre del Olimpo".

Os dejo además un poquito de música en relación a lo comentado hoy:

http://www.youtube.com/watch?v=RE20uuhnOd4

domingo, 21 de marzo de 2010

Cambio estacional

Hoy a las 18'37 horas hemos cambiado de estación; ha llegado la primavera y este año,ya que ha sido el de las lluvias torrenciales, parece que más deseada que nunca.
De todas formas, como despedida a este invierno centroeuropeo que hemos tenido, me gustaría dejaros dos momentos musicales de gran belleza, pertenecen a las "Cuatro estaciones" del italiano Antonio Vivaldi (1678-1741) y evidentemente están dentro de la parte dedicada al invierno, a la estación que hoy nos ha abandonado. La magnífica solista de violín se llama Anne-Sophie Mutter y la dirección corre a cargo del mítico Herbert von Karajan.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Pequeño enigma

Para estimular vuestra intervención en el blog os planteo la siguiente cuestión: ¿quién es el autor de las siguientes líneas? ¿qué motivó su creación? qué puedes comentar acerca del debate sobre dicho motivo? ¿qué filósofo racionalista comentado en clase tiene relación con esta problemática?

Aquí os dejo el texto citado:

"Oh infelices mortales ! ¡ Oh tierra deplorable!¡Oh espantoso conjunto de todos los mortales!,¡De inútiles dolores la eterna conversación!Filósofos engañados que gritan: "Todo está bien",Vengan y contemplen estas ruinas espantosas!Esos restos, esos despojos, esas cenizas desdichadas,Esas mujeres, esos niños, uno sobre otro, apilados,Debajo de esos mármoles rotos, esos miembros diseminados;Cien mil desventurados que la tierra tragaEnsangrentados, desgarrados, y todavía palpitantes,Enterrados bajo sus techos, sin ayuda, terminanEn el horror de los tormentos sus lamentosos días.Frente a los gritos, a medio formar, de sus voces moribundasy frente al espantoso espectáculo de sus humeantes cenizas¿Dirán ustedes: "Es el efecto de las eternas leyesque, de un Dios libre y bueno, necesitan la decisión?¿Dirán ustedes, al ver ese montón de víctimas:"Se ha vengado Dios; su muerte paga sus crímenes?"¿Qué crimen, qué culpa cometieron esos niños,Sobre el seno materno aplastados y sangrientos ?¿Tuvo Lisboa, que ya no es, más viciosque Londres, que París, en los deleites hundidas ?Lisboa queda hundida, y en París se baila.Ustedes espectadores tranquilos, espíritus intrépidos,
Contemplando los náufragos
de sus hermanos moribundos,
En paz buscan las causas de las tempestades:Pero, cuando de la suerte adversa, los golpes reciben,Devenidos más humanos, como nosotros también ustedes lloran.Créanme, cuando la tierra entreabre sus abismos,mi llanto es inocente y legítimos mis gritos.Rodeados por todos lados de las crueldades de la suerte,Del furor de los malos, de las trampas de la muerte,Padeciendo los golpes de todos los elementos,Compañeros de nuestros males, permítannos los llantos.Es el orgullo, dicen ustedes, el sedicioso orgullo,El que, mientras estamos mal, pretende que podamos estar mejor.Vayan a interrogar las riberas del Tajo;Hurguen en los despojos de ese sangriento estrago;Pidan a los moribundos, en esa morada de horror,Si es el orgullo quien grita: "¡cielo, socórreme
¡ Cielo, ten piedad de la miseria humana!""Todo está bien, dicen ustedes, y todo es necesario"¿Qué, el universo entero, sin ese infernal abismo,Sin engullir Lisboa, hubiese estado peor ?¿Están ustedes seguros que la causa eternaQue todo lo hace, todo lo sabe, y todo lo creó para ella,No hubiera podido lanzarnos a esos tristes climasSin formar volcanes encendidos bajo nuestros pasos?¿Así limitaría usted a la suprema potencia?¿Le prohibiría usted ejercer su clemencia?¿El eterno artesano no tendrá en sus manos,Infinitos medios, ya listos para su designios?Humildemente deseo, sin ofender mi amo,que ese abismo encendido, de azufre y salitre,Hubiese encendido sus fuegos al fondo de los desiertos.A mi Dios respeto; pero quiero al universo.Cuando el hombre se atreve a gemir de tan terrible desgracia,¡Ay! No es por orgullo, es sólo sensible.Los pobres habitantes de esas tierras desoladas¡En el horror de los tormentos, encontrarían consueloSi alguien les dijese: "Caigan, tranquilos mueran;Para la felicidad del mundo se destruyen sus refugios;Otras manos levantarán sus palacios calcinados,Otros pueblos nacerán en sus muros derruidos;El norte se va a enriquecer con sus pérdidas fatales;Todos sus males son un bien en las leyes generales;Con el mismo ojo, Dios los mira a ustedes y a los viles gusanos,Cuya presa serán pronto ustedes en el fondo de sus tumbas !"Para desventurados ¡que horrible lenguaje!Crueles, a mis dolores no añadan el insulto.No, a mi trastornado corazón, ya no presentenEsas inmutables leyes de la necesidad,Esa cadena de los cuerpos, de los espíritus y de los mundos.¡oh sueños de sabios! ¡Oh profundas quimeras!En su mano tiene Dios la cadena, sin ser El mismo encadenado;Su benéfica decisión todo lo ha determinado:El es libre, justo, y en nada implacable¿Por qué pues sufrimos con tan equitativo dueño?he allí el nudo fatal que quedaba por desatar.¿Curarán ustedes sus males, atreviéndose a negarlos?Todos los pueblos, temblando bajo una divina mano,Del mal que ustedes niegan, el origen han buscado.Si la ley eterna que mueve a los elementos,Las rocas hace caer bajo la violencia de los vientos,Si los robles frondosos con el rayo se abrasan,Ellos no sienten los golpes que los aplastan;Mas yo vivo, mas yo siento, y mi corazón oprimidoSocorros pide al Dios que los ha formadoHijos del Todo Poderoso, pero en la miseria nacidos,Las manos extendemos hacia nuestro común padre.

Se sabe que el jarro no dice al alfarero:"¿Por qué soy yo tan vil, tan débil y tosco?El no tiene palabra, ni tampoco pensamiento;Esa urna formándose que al caerse quebranta,De la mano del alfarero no recibió corazónCapaz de desear bienes y sentir su desgracia."Esa desgracia, me dicen, de otro ser es el bien".De mi cuerpo desangrado mil insectos van a nacer;Cuando la muerte pone el colmo a los males que sufrí,¡Vaya gran consuelo, el ser comido por gusanos!Infelices calculadores de las desgracias humanas,No me consuelen, exasperan mis penas;Y en ustedes sólo veo el impotente esfuerzoDe un orgulloso desgraciado que simula contentamiento.Sólo soy del gran todo una débil parte:Sí; pero los animales a la vida condenados,Todos los seres sensibles, bajo el mismo techo nacidosViven en el dolor, y mueren como yo.El buitre, sobre su tímida presa encarnizado,De sus miembros sangrientos se alimenta con gozo;A él todo le parece bien; pero pronto le toca su turno;Un águila de pico cortante devora al buitre;El hombre con un mortal plomo al altivo águila alcanzaY el hombre en los campos de Marte en el polvo yaciendoSangriento, herido de golpes, arriba de una pila de moribundosSirve de alimento horrendo a las aves voraces.Así del mundo entero todos los miembros gimen:Nacidos todos para los tormentos, uno por el otro perecen,¡Y van ustedes a arreglar en ese caos fatal,Con las desgracias de cada ser una dicha general!¡qué dicha! o mortal, y débil y miserable.Con lamentable voz, gritan ustedes: "Todo está bien",El universo los desmiente, y también su propio corazónCien veces de su espíritu ha refutado el error.Elementos, animales, humanos, todo está en guerra.Hay que reconocerlo, el mal está en la tierra:Su principio secreto nos queda desconocido¿Del autor de todo bien habrá venido el mal?¿Será el Tifón1 negro? ¿el bárbaro Arimanes2?
Cuya tiránica ley a sufrir nos condena;Mi espíritu no reconoce esos monstruos odiososQue ayer, el tembloroso mundo, formó como dioses¿Pero cómo concebir un Dios, todo bondad,que prodigó sus bienes a sus hijos amadosy que, a manos llenas, sobre ellos virtió tantos males?¿Qué ojo puede penetrar en sus profundos designios?Del Ser todo perfecto, el mal no podía nacer;

Tampoco de otro3 viene, ya que sólo Dios es dueño.
Sin embargo existe ¡oh tristes verdades!oh mezcla sorprendente de contrariedades!O el hombre nació culpable, y Dios castiga su raza,o ese dueño absoluto del ser y del espacioSin ira, sin piedad, tranquilo e indiferenteDe sus iniciales decretos sigue el eterno torrente;o la informe materia, a su dueño rebelde,En sí lleva defectos necesarios como ella;O también Dios nos prueba, y esta mortal moradaSólo es un estrecho paso hacia un mundo eterno.Aquí enjugamos transitorios sufrimientos:La muerte es un bien que cierra nuestras miserias.Pero cuando salgamos de ese horrendo paso¿Quién de nosotros pretenda merecer la felicidad?Cualquiera que sea el partido tomado, cada uno debe temblar.Nada conocemos y todo tenemos.La naturaleza queda muda, en vano se le interroga;Necesitamos de un Dios que hable al género humano.A él le pertenece explicar su obra,Consolar al débil, iluminar al sabio.El hombre, a la duda, al error, entregado sin él,En vano busca cañas en donde apoyarse.No me dice Leibnitz por qué nudos invisibles,En el mejor ordenado de los posibles universos,Un desorden eterno, un caos de desgracias,A nuestros vanos gozos mezcla reales dolores.Tampoco dice por que inocente y culpable.Padecen por igual ese mal inevitableTampoco concibo cómo todo quedaría bien:Como doctor soy ¡Ay de mi! y nada sé.¿Qué puede pues el espíritu en toda su amplitud?Nada: el libro de la suerte a nuestros ojos se cierra.El hombre, extraño para sí mismo, del hombre está ignorado¿Qué soy, en donde estoy, a donde voy y de donde vengo?Atormentados átomos encima de ese montón de lodo,engullidos por la muerte y juguetes de la suerte,pero átomos pensantes, átomos cuyos ojosPor el pensamiento guiados, del cielo han tomado la medida;En el seno del infinito, nuestro ser levantamos,Incapaces, siquiera un momento, de vernos y conocernos.Este mundo, ese teatro de orgullo y de error,Lleno está de infortunados que hablan de felicidad.Todo se queja, todo gime buscando el bienestar:Nadie quisiera morir, nadie quisiera renacer.A veces, en nuestros días dedicados a los sufrimientos,Con la mano del placer enjugamos nuestros lloros;Mas el placer toma su vuelo, y, tal sombra, pasa;

Nuestras penas, nuestros pesares, y pérdidas, sin número quedan.Para nosotros el pasado sólo es un triste recuerdo;El presente es horrendo, si no hay porvenir,Si la noche de la tumba el ser que piensa, destruyeUn día todo estará bien, he allí nuestra esperanzaHoy todo está bien, he allí la quimeraLos sabios me engañaban, y sólo Dios tiene razón."

miércoles, 10 de marzo de 2010

Vivir la Historia

La Historia, así con la mayúscula que acentúa su imponente contenido, siempre parece que lleva la impronta del tiempo pasado; efectivamente eso es así, un acontecimiento –y pido perdón a los especialistas en la materia por si mi reflexión les parece errónea- como cualquier vivencia impactante necesita del periodo de la asimilación, de la reflexión, de la apropiación –también de ella como denunciaba W. Benjamín-.

Ese sello de lo pretérito no debe, en modo alguno, hacernos olvidar lo que expresado sin emotividad se antoja perogrullesco: ese pasado fue, en su momento, presente. Presente vivido, respirado, sentido y......ahora recordado.

Esos recuerdos evocan nuestra persona –o lo que pensamos ahora que éramos en ese tiempo- y creemos, pensamos que es así, vislumbrar lo que los hechos traídos hicieron en nosotros.

Sobre este tipo de experiencia me gustaría hoy mostrar un ejemplo; a finales de 1989 se produjo uno de los hechos –según consenso mundial entre los analistas internacionales- con mayor repercusión global de los últimos decenios.

El pasado 9 de noviembre se cumplieron veinte años de la caída del muro de Berlín, este acontecimiento, vivido desde aquí enmarcado en un otoño casi tan lluvioso como este último, supuso el pistoletazo de salida a una cascada “efecto dominó” que desembocó en la agonía última de la U.R.S.S., período que iría desde el intento de sublevación militar en agosto de 1991 hasta las navidades del mismo año cuando M. Gorbachov leyó –ante el mundo entero- el acta de defunción del gigante socialista.

El artículo con el que os enlazo hoy comienza precisamente con un recuerdo. Su autor, Julio Crespo MacLennan, se retrotrae a sus impresiones presentes –hoy pasado- en aquel noviembre de 1989. Este experto en relaciones internacionales nos habla en primera persona de su vivencia de unos hechos que hoy sin duda –aunque ya se intuía desde su explosión- ya son Historia.
Espero que os guste.