sábado, 22 de mayo de 2010

El monstruo que todo lo come

VICENTE VERDÚ
El monstruo que todo lo come
VICENTE VERDÚ 22/05/2010 -Publicado en el diario El País-.

Todo se lo come, todo se lo traga el muñeco gordo Holle Bolle Gijs. El parque temático más viejo de Europa, Efteling, donde se halla este popular personaje holandés, está dedicado al mundo de los Elfos y los cuentos de hadas. Un mundo mágico, tan insondable como inexplicable o irracional. Muy similar a la abstrusa naturaleza de esta Gran Crisis.
Holle Bolle Gijs, gordísimo y con expresión asustada, abre su gran boca para que los niños echen en ella todos los residuos, basuras y objetos que encuentran alrededor o traigan de casa. Su fama reside en que traga sin límite alguno, tal como se comporta el agujero (¿agujero?) de la economía actual.
El personaje ha logrado popularidad no por lo que realiza, sino precisamente por el vacío que lleva dentro. En una fase, puede parecer que va saciándose, pero pronto su voracidad renace y su capacidad de deglutir no tiene fin. Es decir, más o menos como viene ocurriendo con los cientos de miles de millones de euros o dólares que se disponen para la alimentación del sistema, cuyo estómago, sin embargo, no hace más que sembrar más hambre alrededor.
Hasta ahora mismo, esta crisis económica se consideraba la mayor desde la Segunda Guerra Mundial. Durante el fin de semana pasado, sin embargo, Jean Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo, proclamó que la magnitud del presente desastre nos llevaba hasta el final de la Primera Guerra Mundial.
Salto a salto, retroceso a retroceso, nos vemos siendo sumidos en el fondo de otro fondo y así sucesivamente hasta alcanzar este punto de vértigo en que se habla de una posible caída libre o una suerte de precipitación en el vacío puesto que ni aquí ni allá, ni esto o aquello, sirven como asideros ante el cero total.
No es, además, la economía financiera el elemento exclusivo que vaticina este desplome. Junto a la voracidad con que el Holle Bolle Gijs se traga simbólicamente el dinero, las superdotaciones estatales, las garantías oficiales o las inversiones, especulativas o no, la época se define por su vacío de líderes, ausencia de patrones o estrategias, disipación de valores fuertes, desintegración de los partidos políticos, de la justicia o los gobiernos, veladura de los padres, voladura de la iglesia, vacíos de pensamiento, auge del despido, ausencia creciente en las pérdidas de fisicidad, dentro y fuera de Internet.
El mundo entero parece convertido en la gran boca del muñeco holandés. O de otro modo, tras la plétora forjada en los 15 años anteriores a esta Gran Crisis que culminaron en la globalización total -la plenitud de la totalidad- sucede este giro de lo lleno a lo vacío, del sentido al sinsentido, de la figura a la máxima abstracción.
Y no ya la abstracción plástica que se podía ver y tocar, sino a la abstracción de esa abstracción. La última bienal de Sao Paulo exponía un espacio vacío y de esta manera se mostró el museo Pompidou tras haber culminado su reforma. El vacío como exposición y, recíprocamente, el espectador como sujeto del vacío, sujeto al vacío.
Ya en 2004, el Institute of Contemporary Art de Filadelfia llamó a su exposición The big Nothing, (La gran nada) como síntoma de lo que acaso estaba forjándose en el exceso de plenitud. A la saciedad sigue el vómito y al vómito la sensación de haber perdido el sentido central.
Mientras crece el vacío aumentan los objetos atraídos y engullidos por él. Como en el parque de Efteling, la alimentación del sistema son ya pobres detritus: indigentes, parados, pensionistas sin pensión, dependientes sin ayudas, funcionarios sin función.
Una cola de varias horas soportan los turistas que desean visitar, en la actual feria internacional de Sanghai, el pabellón británico del artista y arquitecto de moda, Thomas Heatherwick. ¿Qué encuentran, por fin, en su interior? Vacío, ausencia, nada: exactamente el contenido más cool de nuestra presente sima económica.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Schopenhauer y la risa

En la presente entrada pretendo desviarme un poco de la senda sobria y a veces algo grave por la que acostumbra a conducirse este blog. Pienso que será de agradecer dedicarle un espacio a algo tan saludable como la risa. Pero no olvidemos que también ha habido interesantísimas reflexiones acerca de ella y de su causa

En su famosa obra El mundo como voluntad y representación Schopenhauer incluye una explicación, una teoría acerca de la risa, ese fenómeno privativo de la especie humana. Del texto al que me refiero os extraigo unas líneas que quizás condensen de forma clara la opinión del filósofo de Danzig.

“La risa no tiene otra causa que la incongruencia repentinamente percibida entre un concepto y el objeto real que por él es pensado en algún respecto, y es sólo expresión de tal incongruencia”.

Por lo tanto Schopenhauer incide en que el desacuerdo entre el concepto, producto de la razón, y la intuición sensible –aunque ésta no sea estrictamente necesaria- provoca lo que denominamos risa. Entre el concepto ya conocido elaborado a partir de la experiencia y el objeto que subsumimos bajo dicho concepto provocamos el desencuentro considerado como hilarante.

En un interesantísimpo artículo sobre la risa, el profesor de filosofía Alfredo Fernández Tresguerres recoge la visión schopenhaueriana del tema que tratamos, la explica e incluso la somete a la terminología kantiana cuando dice que “La incongruencia se produce entre el ámbito de la Estética Trascendental y la Analítica Trascendental, de las que hablaba Kant, aunque en el chiste no tiene necesariamente por qué haber una intuición sensible: puede tratarse de un concepto subordinado a otro concepto genérico, pero, en todo caso, la imaginación se encargará de sustituirlo por una representación sensible”.

Seguidamente añade “Schopenhauer compara lo risible a un silogismo cuya mayor fuese impecable, pero que asociada con una menor inesperada y sorprendente, da lugar a una conclusión risible.”

Por lo tanto si profundizamos levemente en lo expuesto, el humor nos permite, en cierto modo, rebasar la razón que cotidianamente modela nuestra visión del mundo, de la realidad, escapar de la pura racionalidad y de la mera lógica; por cierto recuerden lo bien que nos sentimos cuando reímos.

Viendo una serie de anuncios televisivos de cierto grupo de comunicación, no es descabellado pensar que quizás sus publicistas tuvieran en mente al ingenioso Schopenhauer. Los anuncios son los que siguen:

http://www.youtube.com/watch?v=Pim-1Zj8Ttk

http://www.youtube.com/watch?v=QkoZHVmzIc4

http://www.youtube.com/watch?v=0kwTlSfw3bI

La cita de Schopenhauer está tomada de la página 60 de El mundo como voluntad y represerntación de la editorial Porrúa.

Os dejo también el enlace del artículo de Alfonso Fernández.

http://www.nodulo.org/ec/2002/n008p03.htm

lunes, 10 de mayo de 2010

El esperanto.

En la novela Niebla –de la que hablé en la última entrada-, Unamuno introduce un personaje secundario muy peculiar. Se trata de D. Fermín, éste se autodenomina como anarquista teórico y místico y además se manifiesta como conocedor y firme defensor del esperanto.

El esperanto es una lengua construida con la intención de convertirla en idioma internacional y así salvar el Babel universal que impide las más de las veces la comprensión entre los hombres. Sus reglas son bastante simples, para así facilitar su aprendizaje a las personas que deseen unirse al proyecto ideado por el oftalmólogo ruso –hoy su ciudad natal pertenece a Polonia- y creador del esperanto L.L. Zamenhof (1859-1917).

Precisamente la experiencia vital de Zamenhof, ya que fue testigo directo de los conflictos entre diversos grupos con distintas lenguas que vivían en el Imperio Ruso, le hizo concebir la idea de un idioma que sirviera para ayudar al entendimiento entre los seres humanos, manteniendo de todas formas cada uno su lengua materna pero sin imponer ninguna de ellas sobre el resto.

El primero de los enlaces que os ofrezco hoy contiene información general sobre el esperanto, además de otras secciones que se incluyen en la página..
El segundo presenta un curso gratuito de esperanto a través de Internet, en el que podréis empezar de cero, comprobando la simpleza de sus normas.

http://www.delbarrio.eu/queeseo.htm
http://es.lernu.net/helpo/kiel_komenci/index.php

lunes, 3 de mayo de 2010

Unamuno y Blade Runner.

En 1982 Ridley Scott rodó Blade Runner, esta película se convirtió rápidamente en una cinta de culto y en uno de los títulos más representativos del género de ciencia ficción. La acción se sitúa en Los Ángeles del año 2019, y su protagonista principal (interpretado por Harrison Ford) es un policía retirado que había desempeñado una especialísima misión: acabar con los denominados replicantes.

¿Qué/quiénes son los replicantes? Éstos representaban el magno producto de la ingeniería genética de la época, seres artificiales cuasi humanos que “nacían” en laboratorios creados por científicos –como los habitantes del mundo feliz ideado por A. Huxley-.

La gama más alta de estos replicantes era la compuesta por los Nexus 6. Estos androides poseían una particularidad muy especial: habían, con el tiempo, desarrollado la característica esencial por excelencia del ser humano, es decir la conciencia. Se habían generado en ellos sentimientos, emociones que reconocían como propias, como relativas a una identidad concreta.

Los replicantes fueron usados como esclavos en la construcción de colonias humanas extraterrestres, pero hubo un momento en que se rebelaron contra el hombre, y éste se encargó desde ese momento de perseguir y retirar (matar) a todos los que eran detectados en la tierra.

Pues bien, la película se sitúa en el momento en el que se tiene noticia de la llegada de un grupo de Nexus 6 a la tierra. Es entonces cuando los Blade Runner –grupo policial encargado de retirar a los androides- reclutan al retirado policía encarnado por Harrison Ford para, de nuevo, encargarse de la peligrosa misión.

Obvio el desarrollo de la historia -disfrutadla vosotros viendo la película- pero sin embargo me gustaría centrarme en una escena, una escena que siempre me ha parecido la más profunda y plena de sentido. En ella un Nexus 6, con conciencia de identidad como he subrayado anteriormente, consigue entrar en la casa del científico que lo creó, el responsable de su existencia. ¿Qué motivos lo empujaban a dicha visita? Simplemente el deseo –tan humano- de obtener respuestas a diversos y esenciales porqués. Y entre éstos, el porqué de su finitud, esa finitud que conocía y sentía como límite y como fondo; el ser creado le reconoce a su creador que le preocupa especialmente una cosa, la muerte. Estaban programados para vivir un corto espacio de tiempo, y esa conciencia desarrollada, se hace entonces conciencia de finitud –esa conciencia definitoria del ser humano-. El ser artificial acaba haciéndose las preguntas universales de carácter existencial propias del hombre. El androide explicita –en un gesto que nos evoca la angustia unamuniana- que quiere seguir siendo él, no quiere desaparecer.

Este es el enlace para la escena: http://www.youtube.com/watch?v=ZgGnuGdl4DU

He usado ex profeso el término unamuniano ya que me gustaría plantear la siguiente cuestión ¿podemos localizar puntos de encuentro entre el film de R. Scott y la obra del filósofo vizcaíno titulada Niebla?

A esa pregunta yo respondería categóricamente que sí, en la novela citada el personaje principal, Augusto Pérez, decide, tras una serie de infortunios, quitarse la vida. Pero antes se dirige a Salamanca para entrevistarse con Miguel de Unamuno –su creador-.

Os recomiendo muy sinceramente la lectura de esta obra de principios del siglo XX, obra que alcanza nivel de genialidad en la narración de la conversación entre personaje y autor. El escritor le responde a Augusto que de suicidio nada de nada –siempre que D. Miguel no lo decida motu propio- es decir le deja manifiestamente claro que él es su autor y su vida –la del ser creado- está del todo en sus manos.

Es en el momento en el que Unamuno le hace ver esa realidad, cuando en Augusto –que parece desdecirse de su deseo anterior- aparece la idea de que la suerte está echada, idea que le provoca la angustia existencial tan presente en la obra del intelectual muerto el último día de 1936, de hecho su personaje llega a clamar, ante la evidencia de su suerte pendiente del arbitrio del escritor, “quiero vivir, vivir... y ser yo, yo, yo.” –palabras que de forma casi idénticas leemos en algunas páginas de Unamuno.
Hay posibilidades para, desde luego, ampliar esta sucinta relación que he querido establecer......pero para eso estáis todos los que queráis profundizar. Ánimo.