jueves, 28 de abril de 2011

Paseo reflexivo.

































Quienes conozcan la playa de la Puntilla en el Puerto Santa María (Cádiz) quizás hayan reparado en que en su paseo marítimo, al lado del restaurante “El Castillito” –donde se come de escándalo todo sea dicho- nos encontramos con toda una muestra del proverbial saber latino acerca de la condición humana. Las fotos que abren este comentario, y que realicé hace pocos años, dan fe de ello. Teniendo a un lado los pinos de las dunas de San Antón y al otro el mar, el caminante puede disfrutar de la meditación propiciada por la lectura de las leyendas con las que se encuentra en cierto punto de su andar.



En la anterior entrada traje a colación la expresión memento vivere, subrayando esa costumbre de añadir dicha sentencia en los relojes como reflejo de su esencia. A ello hay que sumar que también era igualmente habitual usar otra máxima, asimismo categórica, sobre nuestra existencia: Tempus fugit.




Precisamente tempus fugit (el tiempo se escapa) es una de las cuatro frases que podemos encontrar en la pirámide trapezoidal sita en la playa citada anteriormente. Es otro modo de espolearnos a la reflexión existencial de la que hablé en aquella ocasión. Las otras tres frases que ocupan el resto de caras de la figura geométrica son:




1) Carpe diem.



2) Opera manent.



3) Futurum incertum.




Carpe diem es una conocida expresión que suele traducirse como un llamamiento a aprovechar el presente, la frase completa que aparece en una de las Odas del poeta Horacio (65 a.C.-8 a.C.) es "carpe diem, quam minimum credula postrero" es decir "aprovecha el día de hoy, no confíes en el mañana".



El significado de opera manent es "las obras permanecen", pero realmente cobra un sentido más profundo cuando dicha permanencia se contrapone a la fugacidad del hombre, "Homo finit, opera manent" frente al breve paso del hombre por la vida, la permanencia de las obras.





Futurum incertum; la incertidumbre que envuelve nuestro futuro también tiene su sitio en la pirámide. Al margen del nivel ontológico que se le pueda dar a nuestros recuerdos y a nuestros anhelos y proyecciones al futuro, lo que se nos transmite al leer "Tempus praeteritum nihil futurum incertum" (el pasado nada es y el futuro es incierto) es que únicamente como verdaderamente real poseemos el presente. El tiempo pasado ya una vez consumido -como las velas del poema de K. P. Kavafis- ya no está, ya no es, ya no podemos operar verdaderamente sobre él -como se suele decir lo hecho hecho está (y lo no hecho ....)- obviando, claro está las modificaciones que sobre el mismo la memoria practica.





Como podéis apreciar, el tránsito por el paseo de la Puntilla puede invitarnos a sentir la profundidad que acompaña al intento de comprensión de la experiencia que del tiempo tenemos. Las frases citadas -que están íntimamente ligadas- nos incitan a quitarnos las vendas y a interiorizar el valor del devenir para conseguir acercarnos lo más posible a la autenticidad.



viernes, 22 de abril de 2011

Memento vivere


La posesión de lo que llamamos conciencia es sin duda la especificidad por antonomasia del hombre, es decir, que en nosotros habite la potencialidad del ensimismamiento y llegar –si se desea- a escudriñar, a analizar lo que llamamos ser, lo que llamamos vivir. Precisamente la actualización de esta posibilidad se convierte en una de las líneas que separaría según diversos pensadores la denominada vida autentica de la inauténtica.

En ese comprendernos aparece como figura clave y decisiva el tiempo –como le leí en una ocasión no sé a quién: “Él (lo divino y trascendente) es él (el tiempo)”. Desde épocas remotas el hombre ha intentado mensurar, medir el devenir, a la par que también nosotros pensamos que el tiempo nos mensura (en su acepción de juicio) a nosotros.

Ya fuera bajo la concepción de una historia circular o desde el prisma del segmento que nos habla de un principio y un fin, ahí ha estado perenne el deseo de hacer tangible el silencio que parece ser el protagonista de la caducidad de todo lo que existe.

Como resultado último de esa búsqueda tenemos el reloj tal y como lo conocemos, instrumento que muchos llevamos en nuestra muñeca, quedando así anillados con nuestro marcador incansable que nunca se detiene. Digo que nunca se detiene porque un reloj parado es como un esclavo que se alza, como un peón condenado que se rebela y se niega a realizar la tarea para la que lo hemos confeccionado: medir el tiempo incesante.

Hay una tradición que consiste en incluir entre los adornos del reloj frases relacionadas con la función del mismo y que a la vez inspiren en nosotros el profundo sentimiento nos llega a través de la comprensión del hacer del objeto en el que se inscribe.

Una de ellas es memento vivere (recuerda que has de vivir), en este caso ese acto cotidiano que llamamos “mirar la hora” llevaría en él la exhortación a aprovechar ese tiempo que el reloj nos hace visible como objetiva y uniformemente fluyente. En cada mirada hacia sus agujas deberíamos –esa sería realmente su mensaje- dotar de la necesaria solemnidad a su rítmico paso y que este nos sirviera de acicate (en su sentido primigenio de espuela) para aprovechar como irrepetible cada momento de nuestra existencia.

La semana pasada asistí en el teatro Lope de Vega a un concierto del cantautor Ismael Serrano, dicha actuación formaba parte de su gira “Acuérdate de vivir”. El reflexionar sobre esa expresión es lo que ha originado mi entrada de hoy. Mi conocimiento de la discografía de Serrano no es muy profunda ni mucho menos –aunque este ha sido el tercer concierto suyo al que he asistido (2003, 2005 y 2011)- de todas formas os recomiendo –en el caso de que no lo conozcáis- que le prestéis atención a sus letras.

Os dejo estos cuatro videos para que lo escuchéis tranquilamente.

Por cierto Jean Paul Sartre es citado en una de ellas.







jueves, 14 de abril de 2011

Ley antiburka.

El pasado lunes 11 de abril entró en vigor en Francia la ley denominada popularmente antiburka, según la cual queda terminantemente prohibido en lugares públicos el uso del velo integral (niqab y burka) por parte de la mujer -evidentemente sabemos que se trata de una prenda musulmana-. Las respuestas no se han hecho esperar y tanto defensores como detractores de la medida –en mayor número los segundos parece ser- se han lanzado a fundamentar sus posturas.

Asimismo también ha merecido una importante reflexión la convención celebrada la semana pasada en París sobre la laicidad -en donde se plantearon otras medidas tmbién relacionadas con prácticas claramente vinculadas al islam-, valor éste (la laicidad) que se entiende como una de las señas de identidad de la república francesa. El motivo de la polémica reside en que para muchos la verdadera intención del partido de Nicolás Sarkozy no era la explicitada, sino más bien estigmatizar el islam y a la par conseguir un claro objetivo político.

Ese objetivo estaría relacionado con la marcha descendente de Sarkozy en las encuestas de cara a las elecciones presidenciales del próximo año, mientras que el partido de ultraderecha Frente Nacional conducido actualmente por Marine Le Pen sube de tal modo en intención de voto que amenaza con repetir la “hazaña” de 2002, por tanto se vería como un modo de apropiarse -por parte del partido UMP de Sarkozy- de parte del electorado ultra, tal y como han señalado algunos medios de comunicación.


En la mencionada convención se habló acerca de la posibilidad que ciertas costumbres (asociadas al islam) terminaran socavando principios fundamentales de la convivencia en la laica sociedad gala. Sin embargo, repito, el número de voces discrepantes con la reunión no fue en absoluto reducido, e incluso dentro del partido del presidente ha habido opiniones contrarias, entre otros motivos por creer que se exageraba un problema absolutamente irrelevante –según el periódico Público únicamente el 0’0062% de las mujeres francesas lleva un velo integral y la mayoría vive en islas francesas de tradición musulmana-.

Según he leído en la prensa, algunos de los usos que se pretenden regular son: el rezo en la calle, el rito musulmán de sacrificio animal, el respeto del ayuno en horario laboral, la financiación de centros religiosos etc. En fin una heterogénea lista que ha encabezado cronológicamente la mencionada prohibición del uso del velo integral.

Como podéis entender no debo pronunciarme en este foro sobre el tema, pero, como siempre, os invito a que sí lo hagáis ustedes.


Artículo de Gabriel Albiac (ABC 13-IV-2011).




viernes, 8 de abril de 2011

La felicidad.

Desde el nacimiento de este blog tuve el deseo de que los lectores del mismo también contribuyeran mandándome escritos para su posterior publicación. Ese deseo se ha visto realizado gracias a Daniel Ruiz, que actualmente cursa el primer año de Bachillerato en Escuelas Francesas. Él ha querido colaborar con una reflexión acerca de un tema fundamental para cada ser humano: la felicidad.

Espero que esta colaboración no sea la última y que os animéis a escribir y compartir el producto de vuestros pensamientos.


La felicidad


Todos nos hemos preguntado cómo alcanzar ese bien tan preciado, esa eudaimonía griega, ese sentimiento que nos hace sonreír y que nos hace pensar que todo va bien y que nada puede salir mal, ese cosquilleo en el estómago del que nace una carcajada sincera y radiante. Ese efímero bien que sólo se muestra en ocasiones contadas y que, siendo el más necesario, es también el más difícil de conseguir. La respuesta no es fácil, y no es definitiva, pero hay una serie de pasos que, bien realizados, desde el corazón y con el apoyo de la razón, pueden llevarnos a conseguir la felicidad. El primer paso hacia la felicidad consiste en lo siguiente: no desesperes. Por muy mal que te vayan las cosas, siempre pueden irte peor, y por supuesto, toda situación mejora con el tiempo. El primer bien necesario es la virtud de la esperanza. En segundo lugar: no te dejes llevar. Haz lo que creas que es correcto, y no lo que los demás esperan de ti; eso sí, nunca olvides ser sensato y reflexionar las cosas dos veces antes de hacerlas. Es el bien de la autonomía y el autojuicio moral: debes ser tú quien juzgue tus propias acciones. En tercer lugar: cuidado con las consecuencias. Debes saber que eres libre y dueño de ti mismo, pero también que tus acciones tienen una serie de consecuencias de las que eres responsable directo. Es el bien de la responsabilidad.

Otra cosa a tener en cuenta sería el hecho de que tú eres libre de hacer lo que quieras, pero que tu libertad acaba donde empieza la de los demás: no puedes pisotear ni someter a nadie, ni obligarle a hacer algo que no quiere. Todos somos libres, y debemos respetar nuestras fronteras; y aquí también entra el respeto hacia los demás, el no menospreciarlos, el saber que son personas como tú, con derecho a la libertad y a la felicidad.

Una vez que tienes todo esto en cuenta, sólo te queda una cosa: sé libre. Haz lo que quieras y lo que creas correcto. Ama a los demás; la felicidad se basa en el amor y el respeto a los demás, en tratarlos como tú quisieras que ellos te tratasen así, y en saber que, si los demás son agradecidos, te recompensarán con su amistad y con la felicidad que ello provoca. Sabrán ver el esfuerzo volcado y sentirán la necesidad de devolverlo, de compensarte por ser…tú mismo. Sólo debes ser tú mismo, y comportarte con los demás de forma acorde a tu naturaleza sin dejar de respetarles.

Es fácilmente imaginable la respuesta de alguien a este planteamiento: “¿Y si no lo consigo, qué?” ¿Que los demás no te lo devuelven? ¿Que los demás no se comportan igual contigo? No pasa nada; en primer lugar, entre las muchas personas que cada uno conoce siempre habrá, por desgracia, alguien con quien no congeniemos o que no nos soporte y sea borde y estúpido. La respuesta: no le eches más cuenta a ese tipo de personas; si no saben ver a la persona que tienen delante, no se merecen que te preocupes más por ellos, y sólo debes alejarte de ellos. Y en segundo lugar, acércate a las personas que de verdad se lo merecen; pero hay algo que no debes olvidar: el ser humano no sólo se juzga a sí mismo, también juzga a los demás, por lo que si vas a juzgar a alguien, hazlo igual que harías contigo mismo: de forma sensata y razonable, y crítica acorde a una ley moral. ¿Qué ley moral? El respeto a los demás y a ti mismo. Es un camino largo y duro, pero recompensa. Tampoco es un éxito inmediato, pero poco a poco, con el paso del tiempo y de los años, se puede conseguir progresivamente. Además, no es sólo un éxito al nivel sensible de felicidad: este tipo de comportamientos produce una agradable sensación de sentirse bien con uno mismo, de estar en armonía con tu propio interior, y poco a poco, de estar en armonía con los demás.

Espero que estos consejos no caigan en saco roto, pero sobre todo, espero que os ayuden y que seáis felices algún día; felices de verdad, felices de corazón y mente. Comentario realizado por: Daniel Ruiz Alfonso, 1º Bach.

lunes, 4 de abril de 2011

Reivindicación de la política

En los actuales planes de estudio desde el departamento de filosofía se puede realizar un plan de trabajo a cuatro años vista, comenzando en el tercer curso de E.S.O. y finalizando en segundo de Bachillerato. En el primer curso citado se imparte la materia de Educación para la ciudadanía, posteriormente, el año siguiente, Educación ético-cívica, en primero de Bachillerato Filosofía y ciudadanía y en segundo Historia de la Filosofía.

No voy a entrar a considerar en este momento los distintos ataques sufridos por la materia del tercer curso de secundaria, no es mi propósito en esta entrada, ésta lo que pretende simplemente es servir para presentar mi opinión acerca de las posibilidades de estas asignaturas y a la vez para recomendaros una, desde mi punto de vista, interesante lectura.

Durante estos últimos cuatro años he intentado hacerles ver a los alumnos de Educación para la Ciudadanía que, quizás, el principal objetivo que deben perseguir es comprender el mundo en el que viven, eso sí siempre a través de una pluralidad de cauces que le permitan ir desarrollando un criterio lo más autónomo posible. El no comprender la circunstancia que nos ha tocado vivir es perderse irremisiblemente en ella, no saber a qué atenerse –como señalaba Ortega-.

La comprensión del mundo actual desde nuestra posición de panobservadores –o al menos de lo que nos muestran los medios de comunicación- nos obliga a detenernos en cada una de las capas –cual cebolla- que lo conforman. El ámbito local, autonómico, nacional, supranacional (Unión Europea) y por fin la asimilación de la “aldea global” deben armonizarse y estructurar lo que el alumno llamará “mi realidad”, “mi mundo”.

Hace unos meses se publicó en papel una entrevista que el periodista Lluís Bassets le realizó a Javier Solana con el título “Reivindicación de la política” y que podéis encontrar en la editorial Debate. Lo primero que me gustaría reseñar es que en la obra lo fundamental, no es estar de acuerdo o no con todo lo expuesto por el protagonista –eso ya será una cuestión privada-, lo importante es que a través de sus palabras seremos espectadores de una época histórica fascinante para nuestro país, para Europa y para el mundo.

Los distintos cargos detentados por Solana desde 1982 lo convierten en una de las personas que con mayor cercanía vivieron una época que cambió el universo de los españoles, de los europeos y de la mayor parte del mundo. Siendo presidente del gobierno Felipe González fue ministro de Cultura, de Educación y Ciencia y de Exteriores. En 1995 fue elegido Secretario General de la O.T.A.N. y en 1999 se convirtió en el primer Alto Represente de la Unión Europea para la Política Exterior y de Seguridad Común –por lo que fue llamado Mr. Pesc- y Secretario General del Consejo de Europa. Una trayectoria envidiable, que le hizo estar en primera línea política durante ventisiete años.

En la entrevista se radiografía la España de principio de los años 80, el ingreso en la O.T.A.N. y la U.E., los principales conflictos de las dos últimas décadas del siglo XX; donde encontramos el fin del mundo bipolar con la caída del muro de Berlín y el espanto de la antigua Yugoslavia entre otros hechos. Posteriormente el 11-S y todos los efectos asociados a esta fecha, repasando los interlocutores asimismo los grandes retos del nuevo milenio.


Se podrán tener diversas opiniones sobre nuestro "hoy" -heredero evidentemente de un pasado- pero, eso sí, siempre deben sustentarse en el conocimiento más completo posible del mismo, y creo que este libro os puede ayudar en parte a ello.