En
un blog como éste dedicado a temas de filosofía para alumnos de Bachillerato,
se antoja necesario darle también cabida a su histórico predecesor: el mito. Primeramente
recordemos la archiconocida idea que sentencia “el paso del mito al logos” como
la fórmula explicativa que condensa lo que sería el nacimiento de la filosofía
occidental, o dicho más genéricamente el nacimiento del pensamiento racional.
Esta opinión queda claramente ejemplificada en el siguiente texto del francés
Jean-Pierre Vernant (1914-2007):
“El
pensamiento racional tiene una fecha civil, se conoce su fecha y lugar de
nacimiento. Es en el siglo VI antes de nuestra era, en las ciudades griegas del
Asia Menor, donde surge una nueva forma de reflexión, totalmente positiva,
sobre la naturaleza. Burnet menciona la opinión corriente cuando señala a este
respecto: “Los filósofos jonios han franqueado la vía que la ciencia, a partir
de este momento, no ha tenido más que seguir”. El nacimiento de la filosofía en
Grecia, determinaría en consecuencia, los inicios del pensamiento científico;
se podría decir: del pensamiento sin más. En la escuela de Mileto, por primra
vez, el logos se habría liberado del mito de igual modo que las escamas se
desprenden de los ojos del ciego. Más que de un cambio de actitud intelectual,
de una mutación mental, se trataría de una revelación decisiva y definitiva: el
descubrimiento de la razón”. (J. P. Vernant: Mito y pensamiento en la Grecia
antigua, pág 334.)
Habitualmente
en las clases de Bachillerato, en relación al mito tienen su sitio a lo sumo
dos de los más grandes representantes de la literatura pre-filosófica; Homero y
Hesíodo (trasladándonos en ese momento, por tanto, a los siglos VIII-VII a.C.),
en sus obras encontramos narrado el acervo mítico del pueblo heleno de la
época.
Son
asimismo consensuadas las características generales que encontramos en dichas
narraciones: son relatos imaginativos o fantásticos (carecen de justificación),
encontramos la presencia de personajes legendarios (dioses, héroes), son de autoría desconocida o colectiva, poseen
un carácter tradicional o acrítico y presentan la imagen de un mundo sometido a
la arbitrariedad de los dioses y en el que la responsabilidad de los hombres se
difumina por causa del destino cuasi inescrutable y de su dependencia a las
citadas veleidades divinas.
Ya
que el mito en el Bachillerato queda por tanto relegado, en el mejor de los
casos, al papel secundario de explicación propedéutica al pensamiento
filosófico, pienso que es menester dedicarle algunas entradas a interesantes
pasajes del cosmos mítico griego. Sirvan las mismas para disfrutar del μῦθος (mythos)
como relato que también buscó, desde luego, dotar de sentido al mundo que nos
rodea y a nosotros mismos. Encontramos en los mitos, relatos cosmogónicos, explicaciones
acerca de los fenómenos de la Naturaleza (mediante una serie de
personificaciones de las fuerzas que la componen), y un acercamiento a la
psique y a la condición humana.
Como
ejemplo del trasfondo divino que posee la moral en la mitología griega, tenemos
el problema de la mesura (μέσος), de la moderación en relación a las acciones y
pasiones de los hombres. El orgullo, la soberbia, la insolencia eran excesos
que recogía el término griego ὕβρις (hýbris), con esta expresión se hacía
alusión a la transgresión de la medida, del equilibrio justo, y eso tenía su
castigo divino. Para ello se requería la mediación, la intervención de una
divinidad de nombre Némesis, que había sido concebida en solitario por Νύξ
(Nix) la noche.
Era
pues esta Némesis la encargada de velar por el seguimiento de la máxima délfica
que rezaba “μηδέν ἄγαν” (medén ágan), es decir “de nada en demasía”. El orden
cósmico no podía verse afectado por los abusos de la especie humana.
Esta
idea de la mesura la encontramos posteriormente en autores ya considerados
plenamente filósofos, pero sustentándola meramente en el “λόγος” (lógos), es
decir en la razón. Baste citar, en orden cronológico a Heráclito de Éfeso cuando
en su fragmento 43 nos dice que “Hay que extinguir la insolencia (hýbris) más
que un incendio”, posteriormente podemos hacer referencia a la teoría del “término
medio” de la que nos habla el estagirita (Aristóteles) en el libro II de la “Ética
a Nicómaco” o de la huida de los excesos implícita en la noción de ἀταραξία (ataraxía)
tan defendida durante el helenismo.