jueves, 7 de octubre de 2010

Curiosidades (I)



Como ya saben los que me conocen, para mi supone un verdadero placer, yendo más allá de la información pertinente que corresponde al temario oficial, el contar o leer en clase anécdotas y curiosidades que pueden hacer más cercano como persona al autor que tratemos en ese momento. Eso hace que, indefectiblemente,haya ocasiones en las que me demoro en exceso,y mire de reojos al calendario para poder terminar a tiempo los temas previstos.

Este curso me planteo cambiar,en la medida de lo posible,ese modus operandi e intentar obviar dichas curiosidades. No por ello el alumnado quedará huérfano de las mismas, ya que lo me propongo es presentarlas en el blog.
Hoy para empezar, haciendo justicia al fragmento de Aristóteles del libro A de la Metafísica en el que reconoce a Tales de Mileto como el “iniciador de tal tipo de filosofía” –es decir del pensamiento en torno al problema del arché, formando parte por lo tanto del grupo de physikoi-,tenéis dos fragmentos (uno de Platón y otro del Estagirita) en el que se nos trasmite la imagen del matemático, astrónomo y político milesio, como un hombre, por un lado, absorto en sus intereses científicos y por otro desdeñoso hacia lo puramente crematístico. Asimismo incluyo un texto sobre Heráclito incluido en el estudio que del pensador de Éfeso hace Diógenes Laercio (siglo III d.C.) en su obra Vida de los filósofos más ilustres.

“Como, oh Teodoro, se dice que una aguda y graciosa esclava tracia se burló de Tales, porque, mientras observaba las estrellas y miraba hacia arriba se cayó en un pozo; ávido por observar las cosas del cielo, le pasaban desapercibidas las que estaban detrás de él y delante de sus pies”
(Platón, Teeteto)

“Pues dice que, cuando, por su pobreza, le reprochaban que la filosofía era inútil, tras haber observado por el estudio de los astros que iba a haber una gran producción de olivas, se procuró un pequeño capital, cuando aún era invierno, y que depositó fianzas por todas las presas de aceite de Mileto y Quíos, alquilándolas a bajo precio porque nadie licitó contra él. Cuando llegó el momento oportuno, al ser mucho los que a la vez y de repente las pedían, las iba alquilando al precio que quería y reunió mucho dinero, demostrando así que es fácil a los filósofos enriquecerse, si quieren, pero que no son las riquezas lo que les interesan.”
(Aristóteles, Política)

Viene a colación con respecto al primer texto recordar el siguiente epigrama de Diógenes Laercio dedicado al matemático,en el que relaciona el gusto de Tales por la observación del cielo con la muerte del filósofo que le sobrevino mientras asistía a un espectáculo deportivo:

Las gimnásticas luchas observando
atento en el estadio el sabio Tales,
arrebátole Júpiter Eleo.
bien hizo en acercarle a las estrellas
cuando por la vejez ya no podía
las estrellas mirar desde la tierra.
(Diógenes Laercio, Vida de los filósofos más ilustres)



“Heráclito, hijo de Blosón (o, según algunos, de Heraclón) de Éfeso. Tuvo su acmé en la Olimpíada 69. Llegó a hacerse sumamente altanero y desdeñoso (…) acabó por convertirse en un misántropo; se retiró del mundo y vivió en los montes, alimentándose de hierbas y plantas. Convertido por esta causa en un hidrópico, bajó a la ciudad y en enigmas le preguntaba a los médicos si ellos serían capaces de convertir en seco el tiempo lluvioso. Como éstos no le entendían, se enterró en un estercolero, en la esperanza de que, con el calor del estiércol, se iba a evaporar la hidropesía. Como ni aun así lo consiguió, murió a la edad de sesenta años.”
(Diógenes Laercio, Vidas de los filósofos más ilustres IX, 1.)
Acmé: madurez intelectual, situándose ésta a los 40 años.

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