sábado, 9 de enero de 2010

Diccionario del diablo

Por una cuestión de tiempo en la asignatura de Filosofía, ya sea en su primer curso o en el segundo, rara vez ha lugar para un desarrollo mínimamente pormenorizado de las llamadas “escuelas socráticas”, fundadas éstas una vez muerto, en 399 a.C., Sócrates. Aunque dichas escuelas tendrán su sitio en estas páginas, en la entrada de hoy simplemente nos remitiremos a dos términos relacionados con el pensamiento de la época referida; ironía y cinismo.

La ironía, unida a ese Sócrates personaje de las obras platónicas, es entendida como el modo dialéctico de mostrar la ignorancia de sus interlocutores que desarrolló el maestro de Platón y que reforzaba el mensaje traído de Delfos por su amigo Querefonte. En la actualidad el DRAE introduce como primera acepción de ironía la siguiente definición “burla fina y disimulada”.

Entre las mencionadas “escuelas socráticas” encontramos la denominada “escuela cínica” con la que relacionamos el nombre de Antístenes –como precursor del cinismo- y sobre todo el de Diógenes de Sínope.

Sirvan estos dos términos – ironía y cinismo- como presentación del autor al que realmente dedicamos la presente entrada y del cual recomendaremos una interesantísima obra; el nombre del escritor es Ambrose Bierce y el de su libro “Diccionario del diablo”.

Nacido en Ohio en 1842 Bierce tuvo una vida difícil, intensa, rica y dura. Tras una infancia durante la cual fue acercándose, por distintos motivos, a la más absoluta soledad luchó en la Guerra de Secesión, fue periodista, viajó por países como Inglaterra, Bosnia, Turquía (se enamoró profundamente de Estambul) y murió en Méjico luchando junto a las tropas del mítico Pancho Villa.

En la obra citada Bierce hace gala de una fina ironía mediante la cual pone en tela de juicio los valores de la sociedad de su tiempo, es interesante subrayar que esta obra se publicó en prensa por entregas, y que gran parte de la misma apareció reunida en un volumen en 1906 bajo el título El vocabulario del cínico. Dicho título, aunque no definitivo, provoca que al leer el diccionario venga a nuestra memoria la imagen de Diógenes el cínico, ambas figuras se entremezclan en la imagen de un espíritu contestatario hacia las costumbres, usos y moral que les rodearon.

Como ejemplo de lo que podéis encontrar en la obra del norteamericano citamos algunas entradas de su repaso en orden alfabético a conceptos claves de la circunstancia que le tocó vivir durante la segunda mitad del siglo XIX y primeros años del XX:

Calamidad, s: Recordatorio evidente e inconfundible de que las cosas de esta vida no obedecen a nuestra voluntad. Hay dos clases de calamidades: las desgracias propias y la buena suerte ajena.

Cínico, s: Miserable cuya defectuosa vista le hace ver las cosas como son y no como debieran ser. Los escitas acostumbran a arrancar los ojos a los cínicos para mejorarles la visión.

Infortunio, s: Especie de fortuna que siempre llega.

Lío, s: Salario de la coherencia.

Rumor, s: Arma favorita de los asesinos de reputaciones.


Feliz lectura.

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