viernes, 22 de abril de 2011

Memento vivere


La posesión de lo que llamamos conciencia es sin duda la especificidad por antonomasia del hombre, es decir, que en nosotros habite la potencialidad del ensimismamiento y llegar –si se desea- a escudriñar, a analizar lo que llamamos ser, lo que llamamos vivir. Precisamente la actualización de esta posibilidad se convierte en una de las líneas que separaría según diversos pensadores la denominada vida autentica de la inauténtica.

En ese comprendernos aparece como figura clave y decisiva el tiempo –como le leí en una ocasión no sé a quién: “Él (lo divino y trascendente) es él (el tiempo)”. Desde épocas remotas el hombre ha intentado mensurar, medir el devenir, a la par que también nosotros pensamos que el tiempo nos mensura (en su acepción de juicio) a nosotros.

Ya fuera bajo la concepción de una historia circular o desde el prisma del segmento que nos habla de un principio y un fin, ahí ha estado perenne el deseo de hacer tangible el silencio que parece ser el protagonista de la caducidad de todo lo que existe.

Como resultado último de esa búsqueda tenemos el reloj tal y como lo conocemos, instrumento que muchos llevamos en nuestra muñeca, quedando así anillados con nuestro marcador incansable que nunca se detiene. Digo que nunca se detiene porque un reloj parado es como un esclavo que se alza, como un peón condenado que se rebela y se niega a realizar la tarea para la que lo hemos confeccionado: medir el tiempo incesante.

Hay una tradición que consiste en incluir entre los adornos del reloj frases relacionadas con la función del mismo y que a la vez inspiren en nosotros el profundo sentimiento nos llega a través de la comprensión del hacer del objeto en el que se inscribe.

Una de ellas es memento vivere (recuerda que has de vivir), en este caso ese acto cotidiano que llamamos “mirar la hora” llevaría en él la exhortación a aprovechar ese tiempo que el reloj nos hace visible como objetiva y uniformemente fluyente. En cada mirada hacia sus agujas deberíamos –esa sería realmente su mensaje- dotar de la necesaria solemnidad a su rítmico paso y que este nos sirviera de acicate (en su sentido primigenio de espuela) para aprovechar como irrepetible cada momento de nuestra existencia.

La semana pasada asistí en el teatro Lope de Vega a un concierto del cantautor Ismael Serrano, dicha actuación formaba parte de su gira “Acuérdate de vivir”. El reflexionar sobre esa expresión es lo que ha originado mi entrada de hoy. Mi conocimiento de la discografía de Serrano no es muy profunda ni mucho menos –aunque este ha sido el tercer concierto suyo al que he asistido (2003, 2005 y 2011)- de todas formas os recomiendo –en el caso de que no lo conozcáis- que le prestéis atención a sus letras.

Os dejo estos cuatro videos para que lo escuchéis tranquilamente.

Por cierto Jean Paul Sartre es citado en una de ellas.







1 comentario:

  1. Ante esta entrada, tengo que detenerme a reflexionar y a reconocer que, ciertamente, el tiempo es un factor muy importante en la existencia del ser humano. Sin embargo, nunca me había parado a pensar en que el reloj pudiera ser el objeto que nos exhortara a vivir; siempre lo había visto como algo que nos lanza un claro mensaje: "tu tiempo se agota". Siempre había pensado que el reloj nos convertía en esclavos del tiempo, que nos arrastraba en su imparable fluir, y no al contrario; pero como alguien me dijo una vez, "rectificar es de sabios", y esta entrada me ha hecho pensar en el significado del tiempo y de lo que significa en nuestra vida.
    Como siempre, una entrada magnífica e interesante en este increíble blog. Felicidades por ello, Fede.

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