viernes, 23 de septiembre de 2011

Resolución del último enigma.



En la entrada del pasado veintisiete de junio os propuse un nuevo enigma, como es habitual había que descubrir el autor del texto y comentar algo sobre su figura. Pues bien, hay que reconocer que lo segundo en el ejemplo que nos ocupa era realmente difícil dada la oscuridad que lo rodea.

El nombre que había que hallar y por el que se conoce al enigmático personaje es el de Pseudo Catón. Primeramente conviene explicar el origen de dicha palabra: el prefijo griego “pseudo” significa falso y era costumbre utilizarlo antes del nombre del autor al que se había atribuido erróneamente una obra, tenemos ejemplos varios para mostrar ese uso (Pseudo Dionisio, Pseudo Longino, Pseudo Plutarco y otros). Así, de este modo, era nombrada la obra apócrifa.

En este caso nos encontramos con una serie de máximas que pertenecen a los llamados Disticha Catonis, la obra de la que estaba entresacado el texto del enigma propuesto. Estos Dícticos de Catón nacieron en torno al siglo III d.C. y su autoría es confusa ya que incluso se piensa que podría haber más de una persona tras el nombre de Pseudo Catón, tal y como señala la profesora Elena González-Blanco García (Universidad de Harvard) en su artículo “Las traducciones romances de los Disticha Catonis”.

El término disticha (dísticos) hace referencia a lo que conocemos en español como pareado. Estas máximas se pensaba que estaban escritas –sin ser hoy seguro- por Catón el Censor (234-149 a.C.) llamado así por desempeñar tal papel en Hispania y denominado asimismo Catón el viejo (para diferenciarlo de su también ilustre bisnieto Catón el joven o de Útica -95-46 a.C.-). Por lo tanto, en este caso lo que parece estar claro es que lo que se realiza en el siglo III d.C. es una recopilación de orientaciones prácticas que ya poseían una importante tradición.

En las sentencias presentadas por el Pseudo Catón, y atribuidos a Catón el Viejo como acabamos de señalar, encontramos tal y como se nos dice en el anteriormente citado artículo “una moral de tipo laico que aporta consejos prácticos sobre el quehacer cotidiano”.´

Debo, para finalizar haceros varias recomendaciones:

- Volver a leer el texto de la entrada del mes de junio.
- Acercaros a la interesantísima “Antología de la poesía latina” que Luis Alberto de Cuenca y Antonio Alvar tienen publicada en Alianza Editorial (número 865 de la “sección clásicos”).

Y por fin también sería muy interesante la lectura del texto de Elena González-Blanco, cuyo enlace es el siguiente:
http://www.ehumanista.ucsb.edu/volumes/volume_09/Articles/2%20Elena%20Gonzales%20Blanco%20Garcia%20Article.pdf



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